Moscú suspiró.
Estaba temblando, tenía taquicardia y ganas de vomitar. Y no entendía por qué.
Bajó su mirada hacia el caraqueño dormido encima suyo, detalló sin querer las facciones delicadas del contrario, preguntándose muy internamente cómo un hombre podía ser tan bonito.
Así que atribuyó el extraño sentimiento que le ocasionaba estar con el contrario a que se parece mucho a una mujer, no a que le gusta. Caracas es hombre, no podía olvidar ese hecho.
Volvió a suspirar, recordándose dejar de hacerlo porque cada vez que lo hacía inhalaba el dulce olor que desprendía el venezolano.
También se le hacía bonito lo calientito que estaba comparado consigo mismo. Ah, y lo pequeño que es.
Dejó hasta de respirar cuando el castaño movió la cabeza, dejando la cara hacia arriba.
Cuando Caracas llegó a su dormitorio y le dijo que si veían una película se iba a quedar dormido tuvo que creerle, porque tenía unos quince minutos con el más pequeño sobre él y ya estaba en crisis.
Volvió a bajar la mirada para verlo. Sonrío cuando recordó el parecido entre Caracas y Venezuela. Con miedo, más de si mismo que de más nada, alzó la mano temblorosa y con el costado del dedo le tocó una mejilla.
Caliente, también tenía la cara caliente. Tragó saliva y tocó el pequeño moretón al lado de su ojo, producto de los juegos bruscos del más pequeño con sus hermanos.
Estaba tan ensimismado en el rostro contrario que cuando el teléfono sonó, casi brinca del susto. Lo agarró con suavidad y respondió bajito.
— Hey.
— Dude, where are you? [Amigo, dónde estás?]
— Mh, i was sleeping [Estaba durmiendo] —. Susurró.
— Why are you whispering? [Por qué susurras?]—. Ottawa rió.
— Long story, i'll tell you later. [Larga historia, te cuento más tarde]
— This is important i need you to come now. [Esto es importante, necesito que vengas ahora]
— Fine. [Bien]
Colgó, dejando el teléfono a un lado otra vez, notando como Caracas se removía y fruncía el ceño.
— Hey —. Musitó cuando el castaño abrió los ojos.
— ¿Qué hora es?
— Las tres.
Caracas bostezó, parándose de encima del ruso como si nada. Moscú se recordó a si mismo que para los latinos era así, el contacto físico era así y no tenía nada que ver con él.
— ¿Vas a salir? —. Caracas lo volteó a ver, con los ojitos hinchados y las mejillas rojas. Moscú olvidó como hablar español —. ¿Qué te pasa, vale?
— Mh, nada —. Volvió en si, dejando de ver al caraqueño —. Voy con Ottawa.
Se lanzó del mueble y casi corrió hacia su habitación, dejando al venezolano confundido.
— Bicho pa' loco, después el loco es uno.
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Las aventuras de Caracas adolescente.
De TodoEl liceo no es tan malo si tienes un montón de mariquitos como hermanos que viven detrás de ti como una cuerda de jalabolas porque no tienen oficio. → Statehumans AU, modismos venezolanos obvi, humanización y modificación de un montón de vainas ahí...