Cap9: Vainas raras.

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- Entonces -. Caracas carraspeo nervioso, mirando a la enfermera al lado suyo -. Voy a perder un pulmón.

- ¿Qué? No, eso no fue lo que dije.

- Ay, sí lo dijo, solo que en otras palabras.

- Dije que tal vez éste tratamiento no haga nada porque es para tos común.

- Y yo. . . Me estoy muriendo.

- Dios santo, Caracas, cállate'sa jeta, nojoda -. Bolivar le metió una cucharada de arroz en la boca, molesto -. ¿De dónde la agarraste?

- ¿Cómo que la agarre? -. Apretó el brazo del más alto con miedo -. ¿Es tuberculosis?

Bolivar lo miró con el ceño fruncido, aguantando las ganas de pegarle la cabeza contra la pared.

- Eh, no. No sé pega, creo -. La enfermera se subió el tapabocas, alejándose -. Es broma, no se pega, son como crisis de corrupción pero se presentan en ataques de tos continuos.

- Bien bello, pues.

- Usted dice que. . . ¿A todos nos va a pasar?

- Sí, tal vez no a todos. La corrupción se presenta en distintos síntomas, cualquier cosa solo vengan. Voy a hablar con OMS para investigar -. La enfermera anotó algo en la libreta -. Ya pueden irse.

Bolivar suspiró cansado, jalando a Caracas hasta sentarlo en la camilla -. Cuidado con el enfermo.

El más alto solo rodó los ojos, empujándolo por la espalda hasta pararlo.

- Vamos, vas a dormir.

Caracas sonrió, yéndose de lado de repente -. Tengo hambre.

- Ah no, yo no te voy a cocinar, ni que fuera mari'o tuyo.

El pelinegro lo miró triste apoyándose sobre su hombro -. Bolivar, yo te quiero, papi.

 Bolivar, yo te quiero, papi

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- Sí, papi. Casi me muero -. Caracas sollozó falsamente a través del teléfono.

- Pobresito mi bebé, ¿Ya te sientes mejor? ¿Y tus hermanos?

- Barinas kike me cocinó pero me siento mejor -. Revolvió la pasta con salsa que el más alto le había servido y que después le había metido en la boca ajuro -. Vargas está bien, anda por ahí quejándose.

- Voy a llamarlo, cuídate. Deja de joder a tus hermanos.

- Déjame ver si puedo.

Venezuela colgó después, a lo que se echó en la cama aburrido. Alguien tocando la puerta con fuerza interrumpió sus pensamientos. No era el único en el departamento así que decidió no abrir.

- ¡Caracas, te buscan!

- El coñisimo de su madre -. Se levantó quejándose, nunca podía tener un momento de paz.

Las aventuras de Caracas adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora