— Y se escribe así —. Caracas anoto algo en la libreta, con la mirada insistente de la capital rusa sobre él —. Escribes español como lo hablas.
— No es gracioso.
— Ay, ya quita esa cara de culo —. Caracas rió cuando observó la cara indignada del contrario —. Ya, andas muy serio.
— Yo soy así.
— Más de lo normal, digo yo —. Caracas se sentó derecho, quedando frente a frente —. ¿Peleaste con alguien?
— No, nadie —. Moscú suspiró, alzando la mano para acomodarle el pelo al más bajito —. Me preocupa el examen, eso es todo —. Mintió, sin embargo, el venezolano decidió no darle más vuelta al asunto.
— Vas a salir bien, has mejorado que jode éstas semanas —. Caracas le sonrió, poniéndole las manos en las mejillas para apretarlas.
— Eres buen profesor.
— Ya sé, págame —. Dijo divertido.
— Na.
Ambos rieron suave antes de soltarse y quedar contra el sofá, solo viéndose fijamente. Ninguno realmente se movió, aprovechando la soledad de la biblioteca.
— ¿Sabías qué mi papá y el tuyo nunca fueron nada? —. Soltó Moscú de la nada, interrumpiendo los pensamientos del venezolano que se levantó confundido —. Mi abuelo no dejo a mi papá, porque el tuyo es hombre.
— ¿Y qué pasó?
— Creo que dejaron lo que tenían porque Venezuela creyó que Rusia estaba jugando con él —. Moscú suspiró —. Es triste.
— Sí —. Caracas se mordió el labio inferior pensando —. ¿Cómo supiste eso?
— Mi papá se lo contó a San Petersburgo y él a mí.
— Todos ustedes se la tiran de seriesotes y son tremendos salio's.
— No hables de más —. Moscú lo empujó con suavidad, recordando la conversación con los hermanos del caraqueño en la mañana.
— ¿Qué pasó?
— Nada —. Se mordió el labio inferior. No sabía que decir y Caracas lo veía preocupado —. Me dio hambre, ¿Quieres comida y burlarnos de tu hermano y Ottawa?
— A veces siento que eres mi alma gemela.
Sí, yo también. Pensó, pero no dijo nada, solo se rió mientras el más pequeño salía corriendo por la puerta.
— Cari —. Táchira se sentó con cuidado al lado de su hermano, el cual fingió hacer tarea para ignorarlo —. Tengo una obra de teatro el viernes.
— Ah, qué fino.
— Y tengo dos entradas —. Táchira le sonrió.
— Chévere.
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Las aventuras de Caracas adolescente.
AléatoireEl liceo no es tan malo si tienes un montón de mariquitos como hermanos que viven detrás de ti como una cuerda de jalabolas porque no tienen oficio. → Statehumans AU, modismos venezolanos obvi, humanización y modificación de un montón de vainas ahí...