Moscú gruñó cuando sintió a alguien removerlo con fuerza, no la suficiente como para moverlo pero sí para despertarlo ya que tiene el sueño ligero.
Y odia que lo despierten.
Sin embargo, la voz suave ya conocida lo hizo devolverse a la realidad. Haciéndose el dormido porque sabía cuánto le molestaba al caraqueño que lo ignoraran.
— Por dios, Moscú.
— ¿Cómo entraste? —. Respondió ronco, alzando la cabeza para ver al venezolano sentado en su cama.
— Tu hermano me dejó entrar —. Caracas le sonrió, quitándose los zapatos y deslizándose hacia el centro de la cama con cuidado. Moscú solo lo siguió con la mirada —. Te tengo un chismesito.
Moscú solo se giró para verlo de frente, notando la ligera incomodidad del más pequeño al verlo sin camisa —. Ya me visto.
— Ya sé que te gusta ser nudista, no te preocupes —. Caracas, con toda la confianza a la que el ruso tanto le había costado adaptarse, se acostó a su lado, viendo hacia el techo.
Moscú no entendió mucho de lo que dijo, solo sabía que el sueño lo atormento por varios minutos. Lo suficiente como que para cuando saliera de su ensoñación admirando a Caracas, el más pequeño lo estuviera viendo sonrojado —. Una foto dura más.
— Me dormí.
— Sí, ya ví —. Dijo divertido, sentándose de nuevo —. Vamos a desayunar.
Moscú se sentó en la cama también, detallando al venezolano ponerse los zapatos y pararse frente a su cama. Con un suéter que definitivamente no era de él, tal vez de alguno de sus hermanos. Con jeans que Moscú no entendía como se ponía de lo ajustados que eran y el pelo desordenado, como siempre. Se veía más bonito que de costumbre, y la idea de agarrarlo por la cintura y devolverlo a la cama para comérselo a besos cada vez se me hacía más tentativa a lo que aparto la mirada asustado.
— Párate, vale —. Caracas refunfuñó —. Deja la flojera o me arrecho y me voy.
— Ya voy.
!incesto!
Barinas suspiró observando al más alto cocinar.
Apure siempre se veía así, serio. Al menos estos últimos días cuando estaba con él.
El de ojos verdosos lo saco de sus pensamientos cuando se quejó a lo que Barinas se levantó rápidamente a ver qué le pasaba.
— ¿Qué te pasó?
— Nada —. Respondió arisco, escondiendo la mano bajo el chorro de agua.
— ¿Te cortaste?
— No, cabeza'e webo —. Apure respondió sarcástico y aún más molesto. Sin embargo, se dejó agarrar la mano por el pelinegro sin refunfuñar mucho.
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Las aventuras de Caracas adolescente.
DiversosEl liceo no es tan malo si tienes un montón de mariquitos como hermanos que viven detrás de ti como una cuerda de jalabolas porque no tienen oficio. → Statehumans AU, modismos venezolanos obvi, humanización y modificación de un montón de vainas ahí...