Parte II, Capítulo 4

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Al día siguiente Bill se arregló con esmero. Se dio una larga ducha y lavó a conciencia su pelo, alisándolo hasta dejarlo perfecto. Se maquilló y miró sonriendo al espejo. Estaba perfecto...

Se vistió eligiendo unos vaqueros azules, camiseta de manga corta negra y una cazadora color camel. Se calzó sus botas de tacón medio y bajó al restaurante. Andreas estaba en la cocina y se despidió de él sin pararse.

Se encontró a su padre en la barra y a él le dio un beso en la mejilla prometiendo no volver tarde.

—Bill—le llamó Gordon antes de separarse—Ten cuidado.

Asintió en silencio, sabía que no podía engañar a su padre. No era lógico que se hubiera arreglado tanto para ir solo a estudiar con un compañero de clase. Salió del restaurante y sonrió ampliamente al ver a James, apoyado en el coche esperándole. Sonrió al verle y le devolvió la sonrisa, cruzando la calle con paso firme.

—Hola—saludó con timidez.

James sonrió y tomándole del brazo rodeó el coche con él, abriéndole la puerta.

—He pensado que podíamos ir a un sitio en coche—explicó James viendo como entraba—Queda algo lejos, pero sirven unos capuchinos excelentes...aunque ahora que lo pienso, estarás algo cansado al tenerlos tú en el restaurante...

—Un capuchino está bien—dijo Bill sonriendo.

James asintió y rodeando el coche entró y arrancó. Condujo unos 20 minutos hasta llegar a un pequeño café. Entraron en el y James pidió por los dos. Esperaron en silencio y cuando la camarera se acercó James sacó la cartera y pagó.

—Te estarás preguntando cómo es que te he pedido salir—dijo James yendo directo al grano—Me gustas mucho, Bill.

Bill se le quedó mirando sin saber que decir, sonrojándose sin poder evitarlo.

—No sé que me has dado, pero desde que te vi por primera vez no he podido de dejar de pensar en ti—le confesó James—Y...bueno, es obvio que hay una diferencia de edad, pero...

—Tengo 17—susurró Bill carraspeando.

Contuvo el aliento, se imaginaba a James sopesando sus palabras para luego levantarse y llevarle de vuelta a casa.

—Y yo 25—susurró James a su vez.

Se quedaron mirando en silencio, ninguno de los dos sabía que decir o hacer. Hasta que Bill decidió a dar el primer paso, rezando para no decir las palabras equivocadas.

—Pensaba que no eras gay—susurró cruzando los dedos.

—Y no lo soy...o creo que no lo soy—contestó James—He estado con chicas antes, pero con ninguna en serio. Sentía que me faltaba algo, y al verte a ti...me siento completo...

Bill sonrió al escucharlo. Era la primera vez que tenía una cita y se estaba empezando a sentir muy especial. Nadie antes le había hecho ese tipo de halagos y se sentía muy afortunado.

—Mi amigo David, el del otro día...—empezó a decir James carraspeando—No se lo ha tomado muy bien, como ya vistes y de nuevo te pido perdón. La otra noche no quiso asistir a la cena porque te iba a volver a ver y se negaba a pasar una velada viendo como tonteaba contigo toda la cena.

—Vaya, y yo que pensabas que fuiste por la comida—bromeó Bill entre risas.

—También, también—rio James.

Habían logrado relajar el ambiente. Siguieron hablando y para cuando se terminaron el capuchino, sus manos ya estaban entrelazadas sobre la mesa. Salieron del bar y dieron un paseo mientras hablaban. James le contó sus planes de terminar sus estudios universitarios y luego empezar con las prácticas en la empresa de su padre.

—Me hubiera gustado salir fuera de Alemania, pero mi padre dice que eso es desperdiciar el dinero—siguió diciendo James.

—Mi padre quería que saliera este verano, me he pasado todo el año trabajando y estudiando y quiere que me tome un descanso—explicó Bill a su vez—Pero la verdad es que me da miedo, más irme yo solo.

—Pues nos vamos los dos juntos—dijo James sonriendo—El próximo verano, cuando terminé yo mis estudios tengo unos días antes de entrar en la empresa de mi padre.

Bill le miró sin saber que decir, se acababan de conocer y ya hacían planes futuros.

—Lo pensamos—murmuró James al ver que se había precipitado.

Asintió y siguieron paseando cogidos de la mano. La gente los miraba pero nadie decía nada. Regresaron al coche y James le llevó al restaurante, pero aparcó a una manzana de distancia y siguieron hablando en el coche hasta que se hizo de noche.

—Yo...me tengo que ir—dijo Bill suspirando.

James asintió y se le acercó con lentitud, pero Bill no se apartó. Separó los labios y recibió en ellos su primer beso.

— ¿Nos vemos mañana?—preguntó James sin moverse de donde estaba.

—Creo que podré escaparme—contestó Bill entre jadeos.

James asintió y cogiendo su mano, abrió la guantera y sacó un boli de ella. Le cogió con firmeza de la muñeca y giró para poder escribir sobre su palma el número de su móvil.

—Llámame cuando lo sepas—susurró contra sus labios.

Bill asintió y dejó que le besara por segunda vez. Esa vez fue más largo, la anterior sus labios apenas se rozaron y en esa pudo sentir como le acariciaba le labio inferior con la lengua. Respondió con torpeza, separó los labios por instinto y dejó que se frotara contra su lengua.

Sintió que se mareaba y cerró los ojos gimiendo por lo bajo. James sonrió contra sus labios y dio el beso por finalizado tras varios interminables minutos.

—Hasta mañana—se despidió acariciando su mejilla.

Bill asintió y bajó del coche con cuidado. Sentía que las piernas le temblaban y caminó hasta el restaurante apoyando la mano en la pared y con una amplia sonrisa en sus labios.

Se fue derecho a su dormitorio ignorando la mirada de decepción que le dirigía Andreas. Se desnudó y metió en la cama. No podía cenar, sentía el estómago demasiado excitado como para probar bocado.

Cerró los ojos y suspiró sonriendo, llevándose una mano a los labios. Aún sentía en ellos los de James, besándole con esa suavidad que le hizo gemir y suspirar...se puso tenso, su cuerpo había reaccionado ante ese simple recuerdo. Llevó la mano abajo y sintió algo que jamás había sentido con tanta fuerza...se mordió los labios por los pensamientos que estaba teniendo

Necesitaba a James...le necesitaba en esos momentos. Quería que le hiciera el amor por primera vez, y todas las noches en las que se sintiera tan desesperado y solo...

Listen to your HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora