Parte I, Capítulo 15

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Al día siguiente se levantó con una idea muy clara en mente. Era domingo pero aún así se levantó pronto, se dio una ducha y se vistió con ropa cómoda. Eligió unos vaqueros claros y una camiseta de manga larga negra con una camisa a cuadros azules desabrochada encima. Se calzó unas playeras y cogiendo sus gafas de sol y cartera bajó la cocina.

Allí se encontraba Gustav preparándose el desayuno entre bostezos.

— ¿Ayer hubo fiesta?—preguntó Tom sonriendo.

Su amigo le miró y asintió con la cabeza sonriendo ampliamente.

—Kate es lo mejor que me ha pasado—dijo entre suspiros.

—Sí—dijo Tom con firmeza.

— Y tú le has caído muy bien—siguió diciendo Gustav—Sé que ayer te hizo mucho bien hablar con ella y quiero que sepas que no me ha dicho nada ni yo preguntado, pero veo que hay algo que te preocupa mucho y si puedo hacer algo, solo tienes que decírmelo.

—Lo sé—murmuró Tom—Necesito tiempo para aclararme, luego os contaré todo.

Gustav asintió y siguió con su desayuno. No había que atosigar a su amigo, le conocía bien y sabía que al final compartiría con él y Georg que era eso que tanto le atormentaba.

— ¿No desayunas?—preguntó al ver que salía de la cocina.

—Tomaré algo por ahí—contestó Tom por encima—Nos vemos.

Salió del apartamento y caminó dirección al restaurante. Quedaba algo lejos pero le apetecía pasear. Llegó al cabo de 20 minutos y entró sonriendo ampliamente sin poder evitarlo. Bill estaba desde la barra, le había visto desde una de las ventanas.

Se le acercó mientras le estudiaba de arriba abajo. Iba vestido como la primera vez que le conoció, con su uniforme compuesto por pantalón negro y camisa de manga larga blanca. Llevaba esa vez el pelo recogido en una cola baja y una sonrisa iluminándole la cara...que se ensanchó cuando le vio...

—Tom—saludó Bill muy alegre.

—Vengo a desayunar—explicó Tom tomando asiento en la barra.

—La especialidad de hoy son tortitas con natas—explicó Bill.

Tom asintió y Bill se puso manos a la obra. Se asomó a la ventanita que comunicaba con la cocina y le pidió al cocinero que le preparara un plato de tortitas. Mientras se hacían, sirvió un café y lo dejó en la barra.

—Gracias—dijo Tom sonriendo.

Bill le imitó y se fue un momento a atender a otro cliente. Mientras, Tom aprovechó y se tomó su medicación con un sorbo de café....gesto que Bill no pasó por alto.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?—preguntó acercándosele.

Tom asintió sonriendo.

— ¿Estás bien?

Tom se le quedó mirando sin entender. ¿Es que llevaba la palabra "preocupación" pintada en la cara?

—Es que te he visto tomarte algo y ayer dijiste que te estabas medicando—se explicó Bill.

—Ah...sí, estoy bien—dijo Tom algo cortado—Es por mi...corazón.

—Lo siento mucho, no era mi intención ser indiscreto—se disculpó Bill.

—Tranquilo, que no es nada—se apresuró a decir Tom—Estuve malo y ahora...me estoy recuperando.

Bill sonrió con esfuerzo, consciente de que había tocado un tema algo delicado. Escuchó que le llamaban desde la cocina y corrió al por el pedido de Tom, que le sirvió encantado.

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