Parte III, Capítulo 5

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Fue un agradable paseo, no tuvo más remedio que admitirlo. No conocía a Mike de nada, pero supo hacer que bajara la guardia y contestara a cada una de las preguntas que le hacía, ninguna indiscreta por su parte. Y él también le contó todo lo que quiso saber. Como por ejemplo que era hijo único y vivía solo desde los 17 años, edad en que confesó a sus padres que era gay y le echaron de casa.

Desde entonces vivía con su mejor amigo Oliver con el que se hospedaba en el mismo hotel que él mientras hacía una escapada antes de los exámenes finales.

—Nos merecemos estas vacaciones—le explicó Mike sonriendo—Llevamos meses hincando los codos y sacando buenas notas, un descanso no hará mal a nadie.

—Estoy de acuerdo contigo—dijo Bill asintiendo.

— ¿Y a ti que te ha traído a Berlín?—preguntó Mike con mucho interés.

—Vivo aquí—contestó Bill—Con mi padre, en el restaurante familiar.

— ¿De verdad? Debe ser muy interesante—afirmó Mike.

—Si bueno...tiene sus días—murmuró Bill carraspeando.

No quería hablar nada de ese tema, si estaba allí era para poder pensar y tomarse un tiempo antes de decidir si regresaba al lado de su padre o decidía emprender un nuevo ciclo en su vida lo más lejos de ese lugar que tantos y doloroso recuerdos le traían.

Y Mike lo sabía, había sentido como de repente la sonrisa que antes lucía moría en sus labios y sus ojos se ensombrecían.

—Vaya, debo haber dicho algo que...—empezó a decir.

—No lo podías saber, tranquilo—cortó Bill sonriendo con esfuerzo—Es solo que ahora mismo no quiero hablar de ello.

—Como quieras—dijo Mike atreviéndose a cogerle de la mano—Sabes que si quieres, me tienes aquí para escucharte.

Bill asintió y siguieron paseando sin soltar sus manos. Era como si estuvieran ellos dos por la calle, nadie les miraba con desaprobación por ser dos chicos que paseaban con las manos enlazadas, o se cogían de la cintura mientras admiraban el escaparate de una tienda de modas.

Regresaron al hotel cuando sus estómagos protestaron y fueron directos al restaurante. Mientras que Mike pedía Bill se ausentó unos minutos para ir a lavarse las manos, momento que aprovechó el primero para mandarle un mensaje a su amigo diciéndole que de esa noche no pasaba y que le dejara la habitación para Bill y él.

Sonrió satisfecho una vez enviado y cuando tuvo cerca de la camarera pidió una ensalada para los dos y esperó tomándose una copa de vino mientras Bill regresaba. Sonrió al verle acercarse, pensando en la buena elección que había hecho. Era realmente hermoso, más con ese maquillaje que se había aplicado enmarcando de negro sus ojos castaños.

Fue verle acercarse a donde estaba y ponerse duro de repente, deseando poder estar a solas con él y tenerle bajo su cuerpo gimiendo y retorciéndose...




Se fue directo a la habitación tras ese ligero y amargo almuerzo. No sabía que le pasaba a Bill por la cabeza para irse con el primer desconocido que se cruzaba en su camino, pero estaba seguro de que si sabía cuáles eran sus intenciones le mandaba a la mierda de inmediato.

Pero... ¿qué podía hacer él? Le había pedido tiempo y espacio, pero no podía quedarse de brazos cruzados sabiendo que ese tío era un desgraciado.

Sabiendo que tardarían en su paseo y fijo que regresaban al hotel para la hora de comer, se fue a esperarlos a la habitación y cuando miró la hora en el móvil y vio que era la 1 en punto bajó al restaurante como una exhalación.

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