Parte II, Capítulo 14

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Estuvo unos minutos en la cocina mientras que la respiración se normalizaba, sintiendo los culpables ojos de Andreas fijos en él. Se había girado y dado la espalda, no podía tratar de pensar con normalidad viéndole y recordando las crueles palabras que había usado, por mucho que le hubiera pedido perdón el daño ya estaba hecho.

Cogió aire y lo soltó en un hondo suspiro. Entonces regresó a su puesto tras la barra y trató de seguir atendiendo como si no hubiera pasado nada. Pero la triste expresión que tenía en la cara le delataba, y más de un cliente le preguntó si se sentía mal.

Negó con la cabeza y siguió con su trabajo hasta que regresó su padre. Por suerte no venía solo, dos chicos de 17 y 19 años le acompañaban y fue a saludarlos sonriendo con esfuerzo, no quería que su padre notara que había estado a punto de derrumbarse en la cocina.

—Se quedarán hasta la hora de la cena—explicó Gordon mirando fijamente a su hijo—Aprovecha para descansar.

—Lo haré papá—murmuró Bill asintiendo.

—Dile a tu amigo que muchas gracias por su ayuda y págale como si fuera un camarero más—dijo Gordon.

Asintió de nuevo y salió tras la barra, localizando a Tom mirándole desde la mesa 7. Se dirigió hacia él sintiendo algo de pena por tener que despedirse ya de él.

—Te libero—le dijo sonriendo—Ha venido mi padre con refuerzos.

— ¿Más camareros?—preguntó Tom reacio a marcharse.

—Son los hijos de unos amigos—explicó Bill por encima, sonrojándose por lo que le iba a decir a continuación—Mi padre te agradece mucho que nos hayas echado una mano y me ha pedido que te pague tu salario.

—Oh, no hace falta—dijo Tom al momento—Lo he hecho encantado.

—Al menos quédate a comer—pidió de repente Bill—Llevas toda la mañana trabajando sin descanso, te mereces una buena recompensa.

No sabía cómo se le había ocurrido decir eso, ahí suplicándole para que no se marchara y le diera tiempo a descubrir si lo que presentía era cierto. Porque...él sentía algo por Tom, ¿pero y él? Tal vez todo estaba en su cabeza y Tom solo era un buen amigo que se había quedado a echar una mano sin esperar nada a cambio, ni dinero ni algo de uno de los camareros.

Pero vio como Tom asentía al momento y le hizo una señal para que le siguiera. Pasaron tras la barra y entraron en la cocina. En un rincón había una mesa que usaban él y su padre cuando comían, a veces acompañados de algunos de los camareros, Andreas o su padre.

Se la señaló a Tom y vio como asentía y se sentaba a ella. Mientras, él se fue a servir algo de pasta de una olla que estaba a fuego lento. Cogió dos platos y se sirvió dos buenas raciones, se las merecían tras todo lo que habían trabajado. Fue con ellos a la mesa y los dejó sobre ella.

—Tallarines con carne—explicó dejando dos platos sobre la mesa— ¿Qué quieres de beber?

—Agua, gracias—contestó Tom.

—Es verdad...se me olvidaba que tú no...—empezó a decir Bill.

Dejó la frase a medias sintiendo que se sonrojaba. No podía pedirle una explicación exacta de por qué se medicaba. Se volvió y cogió dos botellas de agua de la encimera. Se sentó a su lado y le pasó una botella y un tenedor. Comieron en silencio, escuchando las voces de los camareros que cantaban los pedidos a un ocupado Andreas.

—El padre de Andreas ha tenido que ausentarse—dijo Bill de repente—Tenía uno encargos que hacer esta mañana pero se incorporará al trabajo más tarde. Andreas está que no puede más.

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