Parte IV, Capítulo 9

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Una hora después daban la fiesta por terminada. Recogieron la casa entre todos y cuando se fue el último invitado decidieron irse a la cama y dejar la limpieza para el día siguiente. Habían recogido lo más gordo, pero faltaba fregar el salón y la cocina, además del baño del piso inferior que había sido usado por el resto de los invitados. Nadie se había atrevido a subir al piso superior donde estaban los dormitorios, por muchas ganas que hubieran sentido de buscar un rincón solitario.

Bill se despidió de todos agradeciéndoles los regalos recibidos, sobretodo de Mark y Michelle, que se habían esmerado en que se hubiera sentido todo lo cómodo posible en la fiesta.

—Nos vemos en el restaurante—se despidió Rose tras abrazarle.

—Si—murmuró Bill echando un vistazo sobre su hombro— ¿No se iba Andreas contigo?

—Creo que al final se ha ido con ese chico que le presentaron...Alex creo que se llama—explicó Rose guiñándole un ojo.

Bill asintió, no pudiendo evitar respirar aliviado ya que al fin su amigo había encontrado a alguien.

Se reunió con Tom y los demás en la cocina, que preparaban una cafetera para tratar de aliviar el leve dolor de cabeza que todos tenían.

—Necesito una cama—murmuró Gustav bostezando.

—Antes que nada os pido perdón si esta noche escucháis algo—dijo Georg guiñándoles un ojo—Eric se queda a....a dormir.

—No creo que esta noche nos enteremos de nada—aseguró Gustav.

—Bueno, yo os aviso—dijo Georg levantándose.

Salió de la cocina y se reunió con Eric. No le había costado convencerle, su amigo Alex se llevaría el coche y acompañaría a Andreas a su casa tras irse a tomar la última copa. Así él podría disfrutar de una apasionada noche, la guinda final a una estupenda fiesta.

—Nosotros también nos vamos ya a la cama—anunció Gustav cogiendo de la mano a Kate.

Tom asintió y tras desearles buenas noches se volvió hacia Bill, que parecía estar perdido en sus pensamientos.

— ¿Estás cansado?—preguntó sin atreverse a tocarle.

Se moría por cogerle de la mano, pero no quería que se pensara que le quería arrastrar a la cama.

—Me duele un poco la cabeza—contestó Bill suspirando.

Dicho y hecho Tom se levantó y le acercó un analgésico que Bill se tomó con su café.

—Ha sido un día largo—comentó Tom sonriendo.

—Gracias por la fiesta—dijo Bill imitándole.

No sabiendo que más decir, Tom le indicó la puerta y Bill asintió en silencio. Le siguió escaleras arriba y entró en su habitación. Sobre la cama estaba su mochila donde esa misma mañana había metido su pijama y algo de ropa.

También había metido su neceser y con el de la mano y su pijama de la otra se excusó y fue al baño. Mientras, Tom abrió la cama y se quitó la ropa. No usaba pijama, siempre dormía llevando un simple bóxers que en esos momentos le parecía demasiado provocativo para esa primera noche.

Suspiró y se dedicó a dejar bien colgada la ropa y metiendo en el cesto de la ropa llevada esa noche. Algunos de los invitados habían estado fumando y a pesar de que habían abierto las ventanas el olor a humo se había impregnado en su camiseta.

Mientras en el baño, Bill se lavó los dientes y desmaquilló. Se había puesto una sombra azul celeste a juego con el pintauñas que había llevado esa noche. Se secó la cara pensando que era la primera vez que Tom le vería con ella lavada...sonrió al ver su reflejo, riñéndose a sí mismo por ser tan coqueto. Esa noche no importaba nada más que no fuera lo que él y Tom iban a compartir.

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