Parte IV, Capítulo 10

177 26 0
                                    


Nunca antes había dormido tan plácidamente. Cuando abrió los ojos...Bill continuaba en sus brazos. Apenas se habían movido en toda la noche, exhaustos tras la gran fiesta que habían tenido.

No quería moverse por miedo a despertarle, desde donde estaba y gracias a la poca luz que se filtraba tenía una bella visión de su cara. La noche anterior se había dado cuenta de lo guapo que era aún sin llevar nada de maquillaje, de esos ojos castaños que tanto se iluminaban cuando una sonrisa aparecía en sus labios.

Sus labios...la noche anterior les había dado un toque de color y de vaselina sabor frambuesa, que él mismo pudo saborear en sus propios labios cuando le besó por primera vez.

Suspiró pensando en las ganas que le estaban entrando de volverlo a hacer. Solo tenía que bajar la cara y besarle suavemente sin despertarle. Aún era pronto y todos en la casa dormirían hasta tarde.

No se lo pensó dos veces y acomodándole con cuidado entre sus brazos se apoderó brevemente de sus labios. Cerró los ojos y le besó una vez...y otra más, sonriendo al sentir que le devolvían el beso con suavidad.

Bill no estaba dormido como él creía...o tal vez despertara al sentir que le besaban y no pudiendo reprimirse devolvió el beso con toda su alma. Al igual que él, que estrechando con fuerza a Bill lamió su labio inferior pidiéndole paso. Y Bill se lo concedió, separó sus labios y dejó que sus leguas se frotaran al tiempo que se recostaba en la cama y se acomodaba.

Pronto la habitación se llenó de gemidos ahogados, que aumentaron de volumen cuando Tom bajó una mano por el cuerpo de Bill y la posó sobre su estómago, acariciándoselo y yendo más abajo.

No sintió resistencia alguna, bajó más la mano pero sin atreverse a meterla bajo el pijama. La dejó sobre ese caliente bulto que sentía palpitar contra su palma y que empezó a frotar con suavidad.

Fue entonces cuando ambos sintieron que les faltaba el aire y separaron sus labios. Se miraron a los ojos sin decir nada mientras que la mano de Tom continuaba con su trabajo, frotándose contra esa erección que poco a poco se había formado.

—No pares—susurró Bill mordiéndose el labio.

Le gustaba lo que le estaba haciendo. Le gustaba y mucho, sentía que iba a morir de un momento a otro y sin saber cómo acabó echado sobre Tom. Se tendió a lo largo de su cuerpo haciendo que coincidieran sus miembros y empezaran a frotarse a un ritmo lento.

Sus labios volvieron a buscarse y una vez fundidos en otro profundo beso, Tom llevó las manos a las caderas de Bill y le guió hasta que perdiendo el último vestigio de cordura que les quedaba se derramaron cada uno en su ropa interior....

Volvieron a quedarse dormidos, cansados tras la experiencia vivida. Cuando nuevamente Tom despertó ya era de día, el sol entraba por la ventana y cuando se dio la vuelta en la cama y vio la hora que era. Las 10 y media de la mañana, algo tarde para la hora que él se levantaba.

Suspiró y pensando en lo que había pasado horas antes se levantó de la cama sin despertar a Bill. Fijo que le gustaría estar un momento a solas para recapacitar en lo que habían hecho. Decidió bajar a la cocina y echar una mano a sus amigos para luego preparar un desayuno que le serviría a Bill en la cama.

Cogió un chándal que tenía colgado en el respaldo de una silla y se vistió sin apartar los ojos de la cama. Bill se había vuelto ocupando su lado donde él había estado, en busca de ese calor que le había abandonado. Le vio ponerse de costado y llevar una mano bajo la mejilla, suspirando al tiempo que sonreía en sueños.

Era una hermosa visión, con el pelo alborotado y caído a un lado, son los labios entre abiertos por donde salía su cálido aliento...

Se pasó la lengua por los suyos gimiendo, sentía una punzada abajo y lo mejor sería que abandonase la habitación antes de meterse de nuevo en la cama y no parar hasta terminar dentro de Bill.

Listen to your HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora