Parte II, Capítulo 6

177 31 3
                                    

Siguieron con el paseo como si nada hubiera pasado. Llegó la hora de comer y Bill tuvo que regresar al restaurante. James le acompañó y se despidió de él con un fugaz beso en los labios.

— ¿Te llamo a la noche?—preguntó James.

Bill asintió y tras otro beso entró en el restaurante. Estaba medio lleno y su padre ocupado atendiendo una mesa al fondo. Pudo colarse tras la barra y entró en la cocina suspirando.

— ¿Estás bien?—preguntó Andreas al escucharlo.

—Si...me cambio de ropa y ahora bajo—musitó Bill sin mirarle.

No quería que le echara un repaso de arriba abajo y descubriera lo que había hecho....no podía evitar sentirse utilizado, y tenía unas ganas enormes de llorar. Echó a correr escaleras arriba y se encerró en su habitación, donde se desnudó y se puso el uniforme para bajar y hacer su parte del trabajo.

Pero...Andreas no era tonto y excusándose a su padre salió corriendo tras él. Vio la puerta cerrada de su dormitorio y llamó antes de entrar.

— ¿Bill?—llamó girando el manillar.

—Ahora bajo—musitó Bill.

Pero Andreas ya había entrado y le pilló sentado en la cama con la cara entre las manos. No había podido resistirlo más y se había echado a llorar.

—Bill...—susurró Andreas corriendo a su lado.

Se sentó con él en la cama y le atrajo a sus brazos, respirando aliviado al no verse rechazado. Cerró los ojos al sentir como se le abrazaba con firmeza a la cintura y enterrando la cara en su cuello le dejaba la piel húmeda de lágrimas.

Le abrazó con fuerza y esperó a que el llanto remitiera. Entonces estiró una mano y cogió un pañuelo de papel de encima de la mesilla y se lo pasó con discreción para que se secara las mejillas.

—Gracias—susurró Bill separándose.

Se sentó mejor en la cama y se sonó ante la preocupada mirada de Andreas.

—Bill... ¿te han hecho algo?—preguntó Andreas yendo directo al grano.

Le vio alzar la mirada y morderse el labio, que le temblaba con fuerza sin que pudiera evitarlo.

—Bill... ¿te han forzado?—casi gritó Andreas.

—No.... ¡claro que no!—contestó Bill levantándose de la cama.

—Sabes que me lo puedes contar...y ese malnacido te ha hecho daño, le parto la cara—dijo Andreas con firmeza.

—No ha pasado nada Andreas—resopló Bill retrocediendo.

— ¿No? ¿Y por qué estás en ese estado?—insistió Andreas.

—Porque...yo...—empezó a decir Bill.

No podía contárselo, le daba mucha vergüenza y sabía que Andreas jamás lo entendería. Carraspeó y haciendo acopio de fuerzas se enfrentó a su amigo.

—No he hecho nada que yo no quisiera—dijo con firmeza.

—Pues cualquiera lo diría—murmuró Andreas.

—No te montes una película—saltó Bill ya cansado—Vamos, tenemos mucho trabajo. Y no le digas nada a mi padre, no le preocupes con tus paranoias.

Salió de la habitación y bajó las escaleras seguido de su amigo. Entró en el restaurante y se puso a trabajar mostrando la mejor de sus sonrisas, dejando en el fondo de su corazón la sensación de haber sido utilizado.

Listen to your HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora