Parte III, Capítulo 6

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A pesar de lo mal que empezó la comida, tuvo que admitir que Mike se esforzó por hacerle sonreír y para los postres ya se fue sintiendo algo mejor. Solo tuvo que relajarse, estaba tenso desde que le conoció. Era el segundo chico...tercero si contaba a Tom, por el que sentía algo nada más verlo. Había algo en Mike que le gustaba, esa manera de hablar, de cómo le rozaba la mano sin querer por encima de la mesa cuando le pasó la sal o simplemente porque le apeteció.

Sentía un calor agradable recorrerle por dentro, aumentado en parte por las dos copas de vino que se había tomado. Nunca bebía alcohol, pero Mike insistió en que le sentaría bien y llevaba razón. Era como un analgésico contra el dolor, fue mojar sus labios en ese agrió sabor y como si alguien hubiera chasqueado los dedos haciendo desaparecer todos los problemas.

Cuando se levantaron de la mesa, no existía James ni existía Tom. Solo Bill, un chico de 17 años en compañía de un amigo que acababa de conocer...el mismo que le sujetaba con firmeza por la cintura para ayudarle a caminar sin que se cayera.

Se sentía algo mareado, y cuando llegaron al ascensor el mareo aumentó. Fue cerrarse las puertas y Mike actuó. Se apoderó de sus labios al tiempo que le empujaba contra el espejo que había en el ascensor. No pudo hacer nada más que separar los labios y dejarle paso en su boca al tiempo que llevaba sus manos a la espalda de Mike y se la recorría de arriba abajo.

No podía pensar con claridad, no supo en qué momento sus labios se separaron y fue puesto de cara al espejo. Abrió los ojos, que tampoco sabía cuando los cerró, y los fijó en su reflejo.

Allí estaba, con el pelo alborotado y el carmín corrido de los labios, sus ojos estaban vidriosos y lucía una sonrisa boba...que se ensanchó cuando Mike enterró la cara en su cuello y se lo besó.

—Mmmm...—gimió sonriendo.

—Sabía...sabía que eras especial—murmuró Mike contra su piel.

—Tú me haces sentir así—susurró Bill a su vez.

Mike sonrió y atreviéndose a ir más allá bajo una de las manos que tenía en la cintura de Bill y la metió dentro de sus pantalones. Se movió con rapidez, y cuando Bill quiso reaccionar ya le estaba masturbando dentro de la ropa interior.

—Espera...vas muy rápido...—protestaba Bill en vano.

Llevó una de sus manos a sus pantalones tratando de apartarle, pero en su estado no pudo hacer nada. No pudo impedir que Mike se la cogiera e hiciera que la metiera dentro y él mismo se tocara entre jadeos incontrolados, que aumentaron en el momento en que se derramó sin poder evitarlo....




¿Qué podía hacer si Bill no le creía? Dijera lo que dijera, solo pensaría que eran sus celos quienes hablaban cuando no era cierto. Ese tío era un cabrón y no se merecía a Bill, pero por más que se trató de explicar Bill no le dejó. Le pidió por enésima ves que le dejara vivir su vida y él hiciera lo mismo, para luego darle la espalda y no seguir escuchándole.

Se quedó quieto donde estaba viéndole ocupar su sitio de nuevo. Se quedó pensando que Bill sería lo suficientemente listo para ver que no le convenía ese chico y pararle los pies si trataba se pasarse.

Esperó hasta que Bill alzó la mirada y la clavó en él. Separó los labios como si le fuera a decir algo más, pero vio como Bill negaba con la cabeza al tiempo que le suplicaba ya con los ojos que se fuera, que nunca más creyera que entre ellos podría haber algo parecido al amor porque no era así.

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