Parte I, Capítulo 10

227 41 14
                                    


Trataron de charlar animadamente mientras esperaban que les llevaran su pedido, pero todos los ojos estaban fijos en Tom. Estaban preocupados, lo último que querían era que le pasara algo. Tal vez se habían precipitado con la cena, no estaba del todo recuperado y el ambiente de un restaurante podía afectarle.

Pero Tom insistió en que se sentía bien y trató de seguir la conversación de su acompañante.

—En serio, no sé cómo has podido beberte ese agua que te han traído—decía Chantelle arrugando la nariz—Te la han puesto directamente del grifo, a saber cuántos microbios has ingerido. Yo que tú me iría mañana mismo a hacerme una analítica...

—Chantelle, no seas exagerada—murmuró Kate toda cortada.

No sabía cómo había podido hacerle eso a Tom. Gustav le había hablado de él, de lo mal que lo había pasado el último año por su corazón y cuando la invitaron a cenar con él y sus amigos sugirió que llevar a una amiga suya le haría bien a Tom. Pero la fallaron en el último momento y tuvo que tirar de una compañera de clase a la que tras esa noche jamás volvería a dirigirla la palabra. Se mostraba muy altiva con los que le rodeaban y hablaba sin pensar la cosas.

Gustav sabía lo nerviosa que estaba y no dudó en cogerla de la mano sobre la mesa, a la vista de sus amigos que solo sonrieron amablemente sin hacer ningún tipo de comentario.

—Voy un minuto al baño—dijo Georg de repente.

— ¿Te vamos pidiendo el postre?—preguntó Mark alzando una ceja.

Todos rieron ante la mirada asesina que le dirigió Georg, siempre que se iba al baño no sabía cuando salir.

—Cambiemos de tema, por favor—pidió Chantelle carraspeando.

—Han dicho que...que mañana lloverá—murmuró Michelle.

—Si, y el pelo se me pone fatal—apuntó Chantelle.

Kate no sabía dónde meterse, alzó la mirada y vio que Tom le ofrecía la mejor de su sonrisa. Se sintió algo mejor, sabiendo que Tom pensaba que no era culpa suya que su amiga fuera tan...simple. Se prometió a si misma recompensarle, se le daba bien cocinar y un día de esa semana le pediría a Gustav que la llevara al apartamento y le haría una de sus famosas tartas como señal de arrepentimiento de la noche que les estaba dando su amiga.

—Perdona—dijo de pronto Chantelle cuando vio pasar a Bill.

— ¿Si?—dijo Bill con amabilidad.

— ¿Puedes traerme ya mi agua antes de que me deshidrate?—pidió Chantelle con tono duro—Recuerda que no quiero agua del grifo, en botella y...

—Con una pajita—terminó Bill la frase por ella—Lo tengo todo anotado en mi libreta, ahora se la traigo.

Dio media vuelta antes de estrangularla con sus propias manos y se fue a la barra a por su maldita botella de agua.

—Que grosero—comentó Chantelle enojada—Pienso hablar con su jefe, no puede consentir que sus camareras contesten así a la gente.

—Es un chico—apuntó Tom en voz baja.

Se arrepintió de haberla llevado la contraria, la mirada de Chantelle le hizo encogerse en su asiento.

—Si, se llama Bill—dijo Mark saliendo en defensa de su amigo—Lo pone en la chapita que lleva.

—Pues parece una chica, con esos pelos y maquillado—insistió Chantelle—Seguro que es gay...los odio, solo son tíos que nos roban a las demás los novios.

Nadie dijo nada, todos odiaban a la tal Chantelle en esos momentos. La cena de celebración se había convertido en una mala idea desde que esa odiosa chica entrara por la puerta.

Se quedaron en silencio hasta que el móvil de Tom empezó a resonar haciéndoles dar a todos un bote en sus asientos.

—Perdón—se disculpó Tom cogiendo el móvil.

Arrugó la frente al ver quién era, pero aún así contestó como si nada.

— ¿Hallo?

—Tom, no sabes cuánto siento lo de esa...perra—dijo Georg desde el baño.

—Tranquilo, sobreviviré—rio Tom.

Sentía los ojos de la aludida fijos en él, como si pudiera leerle la mente y saber que él y su amigo la estaban poniendo verde. Se levantó y se alejó unos pasos de la mesa para hablar con más tranquilidad. Se acercó a la barra y se apoyó en ella, sonriendo al ver a Bill trabajar.

—En serio, y Kate lo estará pasando muy mal la pobre. No es culpa suya que sea como es—insistió Georg.

—Lo sé, tranquilo—dijo Tom suspirando.

— ¿Sabes que podemos hacer?—preguntó Georg sonriendo con picardía—Vuelves a la mesa y te llamo de nuevo en 1 minuto y finjo ser...un amigo que necesita tu ayuda desesperado.

—No os puedo dejar plantados con ella—se negó Tom de inmediato—Además, es mi cena y...

—Haremos otra, los 6 solos—prometió Georg, sin olvidarse de Kate—Y no te preocupes por Chantelle, a la menor oportunidad la mandamos a casa...de una patada.

No pudo evitar echarse a reír, pero no por el comentario de su amigo, que había sido también muy gracioso. Bill estaba haciendo una travesura, había cogido una botella de agua y la estaba vaciando por el fregadero para luego llenarla con agua de grifo y añadirle una pajita. (*)

Su risa atrajo su mirada y vio que se sonrojaba al ser pillado. Levantó el pulgar para indicarle que adelante con la broma.

— ¿Tom? ¿Sigues ahí?—preguntó Georg.

—Sí, perdona—contestó Tom carraspeando.

—Venga, vuelve a la mesa y te llamo—dijo Georg colgando.

No le dio otra oportunidad de negarse y no le quedó más remedio que seguir su plan. Regresó a su sitio y al poco llegó Bill con sus bebidas. Dio a Chantelle su agua y vio como bebía entusiasmada.

—La embotellada es la mejor agua del mundo—dijo Chantelle suspirando.

Desvió la mirada y la fijó en Bill, que le miraba a su vez sonriendo ampliamente. Le gustaba su sonrisa, era muy dulce y sincera, le encantaba cuando alzaba la cabeza y su risa envolvía la habitación mientras hacían el amor...

Se puso tenso, no sabía porque había pensado eso...





notas finales:

(*): escena sacada de la película 

Listen to your HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora