Parte IV, Capítulo 11

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La respuesta llegó al día siguiente. Bill pasaba la tarde en compañía de Tom, le había ido a buscar al restaurante y por el camino le dijo que tenía una idea que plantearle. Una vez a solas en el apartamento y sentados en el sofá Tom expuso esa idea que le pasaba por la cabeza.

— ¿Irnos los dos solos el fin de semana?—repitió Bill pestañeando.

—Y mis amigos—apuntó Tom—Verás, Mark y Michelle celebran su aniversario y harán una escapadita para celebrarlo. Georg me ha dicho que Eric conoce un sitio que está muy bien en Loichste, un pueblo que está aquí al lado con unas vistas estupendas. Y bueno, antes de caer yo enfermo hablábamos de irnos todos de viaje y si dices que sí puede que se unan también Kate y Gustav...

Bill le escuchaba en silencio, sabiendo por donde iban los tiros más o menos...o eso creía... Se trataría de una escapada de fin de semana, con sus noches incluidas...

—No te hablo de acostarnos esos días—murmuró Tom carraspeando—Ya hemos dormidos juntos y no pasó nada...o casi nada, pero te prometo que es un viaje para relajarnos. Y si surge algo...pues entonces ya lo hablamos.

—Tengo que hablar con mi padre—dijo Bill—Los fines de semanas es cuando más trabajo hay, pero estoy seguro que no me pondrá ninguna pega.

—No lo hará—afirmó Tom.

Y así fue. Al día siguiente Gordon escuchó sus planes explicados siempre por Tom, comentándole que querían hacer un viaje ellos dos y sus amigos. A Gordon no se le pasó por alto el detalle que serían 3 días y dos noches, pero no dijo nada por no incomodarlos.

— ¿Puedo ir, papá?—preguntó Bill en voz baja.

—Bill, ya eres mayor de edad—contestó Gordon.

—Lo sé, pero no quiero dejarte tirado con el restaurante—murmuró Bill.

—Sabes que he cogido camareros extras y que siempre puedes cogerte unos días para lo que quieras—explicó Gordon sin necesidad.

—Saldremos el sábado por la mañana y volveremos el lunes a la hora de comer—prometió Tom.

—Sed precavidos—dijo Gordon levantándose—Quiero decir...cuidado con el coche.

—Lo seremos—prometió de nuevo Tom.

Se levantó también y cogió la mano de Bill. Salieron del restaurante cada uno sumido en sus pensamientos. Lo que Bill no sabía era que unos días antes de su cumpleaños Tom quiso mantener una conversación con su padre, hacerle ver que sus intenciones para con su hijo eran muy serias, que estaba muy enamorado y jamás le haría daño. Sabía que Gordon confiaba en él, pero aún así Tom necesitaba decirlo.

Ese mismo día fueron a casa de sus padres a cenar y les contó sus planes a ellos también. No pasó por alto cierto gesto de su madre y aprovechando cuando tomaban café en el salón fue a la cocina y allí pudo hablar a solas con ella, dejando a Bill viendo la película que daban en esos momentos con su padre.

—Mamá—llamó carraspeando.

—Esta mañana hice unos bizcochos de chocolate—dijo Simone como si nada—A Bill le gustarán, ¿verdad?

—Sí. Mamá, ¿pasa algo?—preguntó Tom yendo al grano.

Simone suspiró y sentándose en una silla esperó hasta que su hijo se sentó a su lado.

— ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?—preguntó Simone, también ella muy directa.

—Me gusta mucho Bill, mamá—contestó Tom con firmeza—Sé que nunca antes me había sentido atraído por un chico, pero Bill es muy especial y...

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