Parte I, Capítulo 5

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Si no fuera porque estaba recostado en la cama, Tom se hubiera caído al suelo desmayado. Veía a su madre llorar emocionada, a su padre con los ojos llenos de lágrimas y al doctor Listing asintiendo a su espalda.

— ¿Qué...?—logró susurrar.

—Lo supimos a las 5 de la madrugada, pero no queríamos deciros nada hasta ver los resultados de las pruebas—explicó Moritz—Todo ha ido bien y en unas horas entrarás en quirófano.

— ¿Tan pronto?—preguntó Tom tragando con esfuerzo.

Aunque ya sabía que la respuesta era un rotundo sí. Su estado era ya muy grave, había escuchado la noche anterior a las enfermeras, hablaban en voz baja cuando le fueron a cambiar el suero pensaban que si seguía así le iban a tener que conectar a una máquina que respirara por él. En menos de un mes su vida se había ido apagando con una velocidad asombrosa...y no se terminaba de creer que todo hubiera terminado y volvería a retomar su vida desde donde la había dejado...

—Pero... ¿y si no es el apropiado? ¿Y si mi cuerpo lo rechaza?—preguntó conteniendo el poco aliento que le quedaba.

—Tom, eso es algo que no podemos saber con seguridad—contestó Moritz suspirando—Sabemos que el corazón es el apropiado por los resultados de las pruebas que te hemos hecho. Además, el donante es un chico joven, de buena salud y...

—Entonces... ¿por qué murió?—preguntó Tom sin poderse contener.

—Esa información no te la puedo proporcionar—contestó Moritz—Solo tienes que saber que su familia ha donado sus órganos, y que gracias a él tienes una segunda oportunidad.

—Al menos dígame cual era su nombre—pidió Tom.

Iba a negarse, jamás se daban datos personales a los receptores de la familia del donante. Pero la triste mirada de su joven paciente le hizo cambiar de idea.

—Su nombre era James—dijo Moritz al final.

—James...—susurró Tom.

Cerró los ojos y no pudo evitar que su mente volara. Se imaginaba como sería el tal James, un chico de su edad...pelo castaño, ojos verdes...con toda una vida por delante y sueños por cumplir...




La noticia se extendió y a pesar de no ser la hora de visita sus amigos fueron a verle esa misma mañana. Se les veía mucho más animado que la última vez que los vio, y no podían dejar de sonreír y hacer planes para cuando se hubiera recuperado.

—Tenemos que hacer una cena—dijo Michelle sonriendo ampliamente—Celebrarlo a lo grande.

—Entonces mejor una fiesta—apuntó Mark.

—Bueno, no hay que cansarle—intervino Gustav—Primero una cena y más adelante la fiesta.

—Si, con comida—añadió Georg frotándose la barriga.

Todos rompieron a reír, Tom incluido. Era raro, pero por primera vez se sentía realmente bien. Ya no le costaba respirar y se mantenía despierto mucho más tiempo. Era como si ya no necesitara un corazón nuevo...pero en el fondo, sabía que no era cierto y lo necesitaba con urgencia.



Mientras su hijo se divertía con sus amigos, Simone y Jörg hablaban con el doctor Listing de la operación que tendría lugar esa misma tarde.

—El corazón llegará a primera hora de la tarde y mientras que lo preparamos iremos anestesiando a Tom—explicó Moritz—Ya le hemos empezado a suministrar inmunosupresores con lo que prevenir un posible rechazo, y que tendrá que seguir tomando tras el trasplante.

—Sé que no puede decirnos nada del donante pero...necesitamos saber de qué murió exactamente—insistió Simone—Dijiste que gozaba de buena salud y que...

—Tampoco quería decirlo delante de Tom, hablar de la muerte cuando él ha estado tan cerca—dijo Moritz carraspeando—No tenía enfermedad alguna, por lo visto se dio un fuerte golpe en la cabeza y no le dio mayor importancia...hasta que fue tarde. Entró en muerte cerebral y sus padres decidieron desenchufarle tras permitir que usaran sus órganos en gente que los necesitaran.

—Pobres padres—susurró Simone sintiendo que le caía una lágrima.

—Tenía...25 años—dijo Moritz tras leer el expediente que llevaba en sus manos—Hijo único, a punto de terminar la universidad...

Dejó de hablar, él mismo sentía que se iba a echar a llorar. Estaba muy implicado en ese caso, conocía a su paciente desde que nació, su hijo era su mejor amigo...

—Mejor id al lado de Tom—murmuró carraspeando—Estará muy nervioso.

Jörg asintió y cogiendo del codo a su mujer regresaron a la habitación de su hijo. Pasaron con él todo el tiempo que les dejaron, a última hora de la mañana tuvieron que hacerle más pruebas de rigor y tuvieron que salir todos al pasillo.

—Entonces, ¿le operan en un par de horas?—preguntó Mark.

—Si, en cuanto llegue el corazón Tom subirá al quirófano y le irán anestesiando—explicó Jörg.

—Nosotros nos quedaremos—dijo Georg por todos—Queremos estar para cuando se despierte, aunque no podamos entrar a verle no podemos irnos a casa sin saber que todo ha ido bien.

—Gracias, chicos. Tom es muy afortunado de tener tan buenos amigos—murmuró Simone.

Volvieron al lado de Tom cuando terminaron con él, hallándole lleno de más cables y sueros.

—Quieren tenerme controladísimo—logró bromear Tom.

—Cariño, cuando salgas del hospital me gustaría que te quedases con nosotros una temporada—dijo Simone cogiendo la mano de su hijo—Prometo no abrumarte preguntándote a cada hora que tal estás, solo quiero que me dejes cuidarte...

—Claro que si, mamá—cortó Tom sonriendo—En casa me recuperaré enseguida gracias a tus cuidados, y siento mucho si te he hecho creer que no te necesitaba para nada.

Simone miró a su hijo sonriendo, entendía el porqué de su comportamiento. Tenía 19 años y desde que comenzó a fallarle el corazón ella no pudo evitar cuidar de él en exceso, casi como si fuera un niño pequeño. Y eso molestaba a su hijo, un adolescente que veía que tenía que aprender a vivir con limitaciones, sin poder hacer lo mismo que la gente de su edad.

Pero eso se iba a terminar, en un par de horas un nuevo corazón latiría en su pecho, y una nueva vida se abriría delante de él.

Listen to your HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora