Parte I, Capítulo 9

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Dos días después tenía lugar la cena prometida. Michelle y Mark ya los esperaban en el restaurante tomando una copa mientras hablaban. Gustav había ido a por esa amiga a la que había invitado y Tom se terminaba de arreglar en el baño.

—Eso, tú ponte guapo—murmuró entre risas Georg desde la puerta.

Tom se echó a reír y le sacó la lengua por el espejo. Se echó un vistazo, se había puesto unos vaqueros claros con un jersey de trenzas gris oscuro. Llevaba las trenzas peinadas hacia atrás y un pañuelo negro a la frente anudado.

—Ese es Gustav—murmuró Georg al escuchar la puerta del apartamento.

Salieron de baño y bajaron a recibir a su amigo, que no venía solo. Dos chicas iban tras él y Tom se las quedó mirando arrugando la frente extrañado.

—Tom, ella es Kate—presentó Gustav cogiendo de la cintura a una morena alta y de ojos azules—Y ella su amiga Chantelle.

Tom miró a la otra chica que no dejaba de sonreír y ponerse tiesa. Era alta, casi como él y rubia oxigenada. Llevaba un vestido azul ceñido que le llegaba por encima de las rodillas y lucía un generoso escote. Vio que daba un paso en su dirección y se preparó para recibir un beso en cada mejilla.

—Hola—suspiró Chantelle.

—Hola...si—tartamudeó.

No le gustaba como olía, se había echado un perfume demasiado fuerte y le hizo atragantar.

—Y él es Georg—terminó de presentar Gustav.

Por suerte Chantelle no estaba interesada en él y se libro de sus besos.

—Encantada de conocerte Tom—saludo Kate—Gustav no deja de hablar bien de ti y me alegro mucho de conocerte al fin en persona.

—Gracias—dijo Tom algo cortado.

—Yo ya la conocía—explicó Georg tras sonreír a Kate—Esto...Tom, ¿me prestas algo de...colonia?

Tom le miró extrañado, pero asintió al ver que se señalaba una mejilla con disimulo.

—Ahora bajamos—murmuró Tom.

Echó a andar escaleras arriba y fue al baño, donde Georg se reunió con él.

—Chantelle te manchó de carmín—le explicó.

Tom ya lo había visto cuando se miró en el espejo y abriendo el grifo mojó la esquina de una toalla y se limpió con ella. Terminó y se volvió, pero en vez de salir del baño cogió a su amigo de la muñeca y le hizo entrar cerrando tras él la puerta.

—¿Qué haces, Tom?—preguntó Georg sin entender.

—Aquí hay gato encerrado—contestó Tom en voz baja.

Vio como su amigo resoplaba y ponía los ojos en blanco.

—¿Qué os traéis entre manos?—insistió Tom.

—No sé de que hablas...—empezó a decir Georg poniéndose rojo.

—Sabes que se te da fatal mentir—cortó Tom —Ya estás confesando.

—Gustav me va a matar—resopló Georg—Queríamos que tuvieras a alguien con quien...hablar durante la cena...

—¿Me habéis preparado una cita a ciegas?—gritó Tom sin poder evitarlo.

—Fue idea de Gustav, lo prometo—explicó Georg retrocediendo un paso—Pensó que tras un año entero de celibato te gustaría volver a los viejos tiempos cuando con solo sonreír a una chica la tenías entre tus brazos en menos de un minuto.

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