Parte II, Capítulo 13

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Entró en la cocina seguido de Tom. Parecía haberse desatado el caos, el lavavajillas estaba en mitad de la estancia con parte de las piezas esparcidas por el suelo y Andreas se apañaba en hacer tortitas sin que se le quemaran a la vez que vigilaba la pasta que se cocía en una olla grande.

—Él es Andreas, el hijo del cocinero y...futuro cocinero, claro—presentó Bill riendo.

Andreas se volvió y vio un chico tras Bill que le sonría, reconociéndole como el chico al que Bill invitó al postre y dueño de uno de los móviles que encontraron al día siguiente.

"Tom"—pensó mordiéndose el labio.

—Y aquí tenemos una pila interminable de platos—explicó Bill resoplando.

Vio como Tom la miraba con la boca abierta. Llegaba hasta el techo...bueno, casi. Pero eso no pareció achantarle y vio como se quitaba la camiseta de cuadros que llevaba y se arremangaba la camiseta de manga larga. Enseguida le tendió un delantal y se colocó frente a la pila con él a su lado para que secara los platos que le fue pasando.

Pero no pasó ni 10 minutos hasta que su padre entrara y le reclamara.

—Bill, tengo que hablar con uno de los representantes, ¿puedes salir a atender?—preguntó Gordon suspirando.

Bill asintió y dejando a Tom al cargo de todo, se secó las manos y quitó el delantal que se había puesto.

—Termino de hablar y me ocupo de conseguir un par de camareros—prometió Gordon.

—Prueba con los hijos del señor Meyer—dijo Bill—El mayor ya nos ha echado una mano alguna vez y su hermano aprende rápido.

Gordon asintió y dejó de nuevo a su hijo a cargo de todo mientras que en la cocina Andreas lidiaba con que no se le quemara la pasta, pero Tom lo notó y él mismo se encargó de removerla. Al final Andreas la dejó a su cargo y él atendió a los nuevos pedidos que le llegaban a través de una pequeña ventana que comunicaba la cocina con el restaurante.




A media mañana el lavavajillas estaba ya arreglado y colocado en su sitio. Andreas se encargó de llenarlo con los platos sucios que iban llegando y pudo darle a Tom un descanso. Le ofreció una botella de agua como "recompensa" y vio como se apoyaba en la encimera de la cocina, desde donde se puso a mirar por la ventanita.

No pasó ni dos minutos cuando le vio dejar la botella de agua y pasar detrás de la barra.

—Dime que hago—dijo Tom con firmeza mirando a Bill.

Había estado observándole, él solo se encargaba de llevar la barra, cobrar y atender a los camareros cuando algún cliente se quejaba por la lentitud del servicio, ofreciéndoles algo de aperitivo para compensar las molestias o haciéndoles algún que otro descuento.

Se le veía muy agotado y no hacía más que resoplar tras la barra pensando qué más podía salir mal. No se lo pensó dos veces y corrió a echarle una mano, no teniendo nada mejor que hacer.

Bill se le quedó mirando dispuesto a decirle que no hacía falta que se quedara, pero la verdad era que andaban muy escasos de manos. Su padre había ido a por los refuerzos y en ese momento habían aparecido un grupo de personas realmente hambrientas.

— ¿Sabes atender mesas?—preguntó resoplando.

Se le había escapado un mechón de la coleta y le hacía cosquillas en la nariz. Tom lo advirtió y extendiendo una mano se lo colocó tras la oreja con toda naturalidad.

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