KAOS| Hange Zoë

NUEVE

—¡Tengo una excelente noticia! —se escuchó desde la puerta, Armin abrieron sus brazos con devoción y triunfo —¡(n), cariño!¿Donde estas?

Su vista quiso buscarla por donde estuviese, mientras seguía con aquella sonrisa de oreja a oreja.

—¿Que pasa, querido? —preguntó acercándose desde el jardín trasero, sus manos nuevamente estaban manchadas de pintura y óleo, parecía ser una especie de ejercicio terapéutico el pintar.

Le sorprendió mucho el hecho que en tan solo dos semanas había acabado los tres lienzos, los cuadros llevaban su tiempo, pero (n) era tan inquieta e Impaciente que quería terminarlos todo en mismo día. Y aveces, cometía la equivocación de no terminar uno y empezar por otro nuevo.

—Japón ha querido comerciar con nosotros —dijo con emoción en su tono, se notaba que era una excelente oportunidad —¡La empresa Arlert esta creciendo cada vez más!

—¿En serio? —sonrió y corrió a abrazarlo —¡Te felicito!

Las manos del rubio tomaron de la cintura de su chica, quién en un impulso hizo que levitara por el aire mientras reían en conjunto, su cabello moviéndose al igual que su casual vestido de lino.

—Hay que celebrarlo —los pies descalzos de la chica volvieron a tocar el suelo —. Una cena, baile, lo que sea, invitaré de mis mejores empleados para festejar nuestro triunfo.

Los labios de la chica se acercaron a su mejilla, dejando un suave beso en el.

Parecía que aquellas nuestras repentinas de afecto volvían a aparecer, aunque, seguía creyendo que eso no era amar. Quizás era otra cosa, algo así como aprender y acostumbrarse a la compañía del otro.

El amar y aprender a hacerlo, son cosas muy distintas.

—Te lo mereces —dijo suavemente —, estoy muy orgullosa.

Que bien se sintió el escuchar eso, principalmente porque nunca nadie se lo había dicho. Instantáneamente mostró un tierno sonrojo, dejándose querer por su compañera.

—¿Que hacías? tus manos están manchadas.

—Pintando —explicó y se alejó y caminando unos pasos —, es increíble lo relajante que es, aunque me he quedado sin lienzos, ¿Me acompañas a la tienda a comprar?sería lindo salir.

—Claro que si, querida. Te acompañaré. —besó su frente mientras cerraba sus ojos con una leve sonrisa.

    

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Hange caminaba nerviosa por todo el lugar, el cigarrillo en su mano invadiendo la tienda de su amigo casi al instante.

Era extraño ver fumar a una mujer, mucho más en público, pero la ansiedad de la castaña llegaba a puntos enormes. Su amigo Moblit la miraba desde el otro lado del mostrador, suspirando con cansancio.

—Hange, te dije que no puedes fumar aquí adentro —Insistió por segunda vez.

—Lo siento, solo estoy nerviosa —dijo y le dio la última calada al cigarrillo para apagarlo con el pie, soltando el humo detrás de la puerta trasera —. Dime, Moblit.

Llamó su atención, el hombre la miró y esperó pacientemente a que ella hablara.

—¿Que harías si...tuvieras una especie de amor platónico con alguien? —preguntó —, pero ese alguien es imposible, aunque te interesa, pero no puedes superar a otra persona.