VEITIUNO

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—De verdad creí que era un hombre inteligente, Armin —Zeke bufó en un tono irónico, encendiendo el abano.

El rubio se quedó boquiabierto, pensando en lo escuchado con anterioridad.

¿Hange y (n)?

—¿No encuentras algo extraño el hecho de irse juntas de la nada? Ni siquiera es como si sería el gran problema —se paró y comenzó a caminar por la habitación, mostrando una actitud de total indiferencia a sus crueles palabras —¿No cree que es... raro  que Hange no haya mostrado actitudes de compromiso con hombres, pero las sospechas sobre su falta de interés hacia al sexo masculino hayan rondado en todo Paradis?

Oh, aquellas sospechas no eran una simple mentira saliendo de su boca. Si dichas acusaciones existieran, Hange sería la primera en escucharlas. Ella no era marcada más allá de una mujer extravagante que jamás conseguiría marido.

Armin estaba tan desconcertado, que no se paró a verificar si las palabras dichas eran verdades.

—No lo creo, mi esposa es honesta y... me ama —se mintió a si mismo, aún sabiendo que eso no lo llevaría a ninguna parte.

¿Amarlo? apenas habían cruzado palabras en este tiempo, Armin se la pasaba en el trabajo, únicamente proporcionándole afecto luego de un forcejeo nervioso en la cama.

La suave risa del mayor, recorriendo la habitación para tirar su cabello hacia atrás, la casi larga melena, siendo atada en su nuca.

—Mh —levantó sus hombros —, es lo que yo creo. La sortija en su mano no marca el hecho que la pasión no recorra su cuerpo una noche estrellada.

Tragó saliva y suspiró.

—¿Qué haré? —Arlert dejó caer sus brazos sobre los muslos.

—Tú no harás nada, el que hará el trabajo sucio seré yo.

—¿Trabajo sucio?, ¿De qué está hablando?

—Oh Armin, todos somos un mar de secretos... —acomodó sus lentes, el vidrio brillando con las velas — tú tranquilo, llegaré a la verdad de todo, incluso si eso implica manchar mis manos de sangre.

—Mientras que mi esposa no salga herida.

—Ella será a la que cuidaré —dijo —, creo que realmente está siendo influenciada por la maldad de Zoë. Una mujer independiente, con fuertes ideas... no me sorprendería que cambie por completo las actitudes de la señorita Arlert.

Frotó su cara con estrés y su pie golpeó el suelo repetidas veces.

—Hágalo.

La sonrisa dichosa en su rostro de formó, sientiendo la felicidad desagradable recorrer su cuerpo.

—A sus ordenes, patrón  —se inclinó y dió una irónica reverencia.

Luego de esto se alejó y antes que pudiera irse, Armin lo interrumpió con su llamado y movimientos imprudentes, levantándose de la silla.

—Y Zeke, si es que esto llega a ser verdad...déjeme a Hange para mi, seré yo quien se encargue de su destino —afirmó.

—Si así lo desea —cruzó la puerta.

El silencio de la mansión de vió interrumpida por el de los pensamientos del joven, pero también por los gritos victoriosos  de Zeke en su interior.

Aunque, hacia mal cantando victoria antes de tiempo.

Pronto tú seguirás mis órdenes, idiota —pensó.

KAOS| Hange ZoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora