DIECISIETE

1.6K 178 206
                                    

—¿Sabe cocinar? —la carcajada de Hange sonó por toda la cocina, haciendo que aquellas velas presentes muevan su llama. Su compañera miró a un lado, era obvio que lo único que sabía hacer era una vieja receta de tu madre —tomaré eso como un no.

—Apenas sé hervir agua —sonrió con nervios.

—Estamos en la misma situación —rieron de forma simultánea para quedarse calladas luego de esto, sus relucientes dientes brillaban bajo la tenue luz —, con que no se queme la cocina está bien, seré su subordinada entonces.

Se tomó un tiempo antes de contestar, viendo a su alredor y percatándose que no había mucho con lo cual trabajar.

—¿Habrá algún libro de cocina? —preguntó.

—Hasta donde yo recuerdo, si... —su cuerpo se dirigió hasta el living con la intensión de  tomar aquel viejo libro de cocina. Haciendo puntas de pie gracias a los estantes, eran tan altos y grandes que cubrían la mayoría de la pared.

Le tomó más tiempo del que creyó, aunque la otra persona presente la espera paciente, viendo como hacía lo posible para encontrarlo. Era ciertamente tierno, no pudo evitar sonreír de costado.

—¡Aquí está! —exclamó cuando lo tuvo a la vista, su tapa era blanca y las letras en la cubierta era lo suficiente para hacer entender que era uno para preparar cosas deliciosas. Sacudió el polvo y volvió a la cocina para entregárselo.

—Bien... —dijo poniendo atención en lo que harían, abriéndo las primeras páginas, ambas observaban aquellas ilustraciones en un gravado negro, buscaban algo que les llamé la atención.

—Esto luce delicioso —picó una de las hoja, parecía ser un estofado con distintas verduras y sabores, quizás era la perfección con la cual era retratada que llamó su atención.

—¿Cree que nos quede de esa manera? —se cuestionó levantando se ceja —No le prometo nada.

—Comeré lo que sea que nos salga, muero de hambre.

—Entonces, Hange Zoë —arremangó las mangas de su camisa para mirarla de costado, aún con esa boba sonrisa en su rostro —, manos a la obra.

La noche había pasado rápido, tan rápido que cuando quisieron darse cuenta era hora de dormir. Mañana tendrían que levantarse temprano y lamentablemente no podían tomarse la libertad de tener una larga charla. Así que cada una se dirigió a su habitación, no sin antes desearse buenas noches.

Su cuerpo había caído casí al mismo tiempo sobre la cama, suspirando cuando se dieron cuenta del vacío que tenían a su lado. Era irónico, (n) siempre tenía un cuerpo durmiendo junto a ella todas las noches, aunque jamás le proporcionó aquel calor que siempre esperó conseguir de una persona, y Hange, tenía un bloque de hielo del lado derecho de la cama, la frialdad de ese lado le recordaba a su soledad.  Hasta parecía que ambas habían elegido un lado para ser ocupados por la otra.

Se los hizo casí imposible dormir, quizás eran esos nervios, esas ansias por poder verse a la mañana siguiente. Aunque también era el quererse tenerse cerca pero no poder, ambas deseaban poder sentir su respiración calmada por la noche hasta quedar totalmente dormidas.

Podían hacerlo, aunque todavía no era el momento.

(N) admiró por unos segundos la gran fábrica frente a sus ojos, era de un color sobrio y hasta aburrido, pensó que le faltaba algo más de alegría a ese triste escenario frente a sus ojos. Hange se paraba junto a ella, hasta parecía que estaba esperando algo o mejor dicho a alguien.

KAOS| Hange ZoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora