UNO

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Los días habían pasado son total normalidad en la mansión Arlert, el esposo de la señorita se encontraba en este momento trabajado. Ser dueño de una empresa es mucho más complicado de lo que creía, principalmente se iba apenas el sol salía y regresaba cayendo la tarde .

Los pasos de la mucama parecían seguir a los de la señorita (n) a cada segundo, quien solo quería algo de espacio para lograr asi , concentrarse en algo más que no sean sus propios pensamientos destructivos. 

El señor Arlert parece ser un
completo incompetente..— pensó

Armin hablaba mucho de si mismo o al menos de su labor.

Merodeaba por las escaleras ,  viendo todo a su paso.  Los múltiples adornos de plata y oro cubrían todo el espacio, dándole aquel toque tan sofisticado y caro , pensaba que con todo el dinero que había invertido en cosas sin valor alguno- en su caso - podría tranquilamente sacar de la pobreza a muchas personas de la calle .

Las paredes del living parecían ser de un color azul verdoso , que favorecían enormemente a la frescura del hambiente , el gran ventanal ilumando todo a su paso.

Sin embargo, algo llamó principalmente su atención, parecía ser una básija de porcelana, pintada a mano con tonos blancos, dorados y rojos. Las mujeres allí parecían ser asiáticas y lo confirmaban por ojos rasgados y kimonos coloridos.

Su vestido verde menta se movía con cada paso que daba , escuchando el canto de los pájaros en su gran jardín.  Era lo mejor de la casa, ella lo veía así, era tan grande que apenas se podía ver con claridad, las múltiples flores hacían que su exquisita fragancia llegando hasta el salón principal, donde se encontraba.

A decir verdad , estaba algo perdida, seguía sin poder ubicar correctamente los espacios dentro de la mansión, ya que te tenía dos pisos con más de 5 habitaciones en cada uno y encontrar aquella biblioteca que mencionó Armin seguía siendo su misión en este momento.

—Señorita Arlert.. — la voz de Sasha  , la cocinera ,la llamó.

E inmediatamente la joven tan solo de 22 años se dio la vuelta con una genuina sonrisa , esperando con paciencia que tendría que decir aquella mujer

—¿ Desea algo? —le preguntó observando cómo sus ojos desorbitados viajaban por todos lados .

—Hum.. de hecho sí —sonrió y con timidez llevo uno de los mechones de pelo de caían detrás de su oreja —Sigo sin poder encontrar la biblioteca que mencionó el señor Arlert.. ¿ Tiene idea de donde podría estar ? deseo leer un poco .

Odiaba tener que usar un vocabulario tan formal, de hecho su padre solía regañarla por ser sumamente salida de la línea  en comparación a otras mujeres . La Señorita Arlert era simplemente una chica  que ante todo  mostraba humildad y .. sencillez  .Ese era su principal atractivo, y el que cautivo por completo a su esposo cuando la vio trabajar en el negocio familiar. Apartir de ese momento, el corazón del rubio se vio flechado por la pelinegra y no descanso hasta hacerla su esposa.  Aún así si ella no lo deseaba y poco le importó que no tenga una gran fortuna, simplemente se dejó llevar por sus sentimientos que consumían su ser cada vez que compraba un libro en aquella biblioteca.

—Sígame, por favor — dijo y como respuesta la muchacha camino detrás de ella .

—Es difícil acostumbrarme... —suspiro con algo de tristeza — Mi antigua casa era mucho más chica,apenas tenía una pequeña habitación para mi. 

KAOS| Hange ZoëDonde viven las historias. Descúbrelo ahora