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{Septiembre 2020}

Para Jungkook, los cumpleaños no eran una fecha especial ni diferente. Eran sólo un día más. Pero eso no evitaba que la gran mayoría a su alrededor, hiciera un alboroto.

Aquel primero de septiembre, recibió saludos y felicitaciones de amigos, compañeros de trabajo, de sus padres, de su hermano, e incluso aquella alumna japonesa de intercambio, Aiko, con la que acordó verse el viernes en la tarde para recordar viejos tiempos.

Y ahora se encontraba de visita en casa de su madre. Aunque esa mujer lo adoraba, siempre encontraba una excusa para no salir de casa e ir a verlo. Incluso cuando ambos vivían en la misma ciudad. Con el pasar de los años, Jungkook se acostumbró a aquello. Y las visitas a casa de su madre por el día de su propio cumpleaños se convirtieron en tradición. Esta vez tuvo que realizar un viaje exprés a Busan para estar con ella. Se pusieron al día con los acontecimientos de los últimos meses comiendo pastel y galletas caseros. La señora Jeon parecía tener un motor en la lengua, ya que no paraba de hablar en ningún momento. Jungkook la escuchaba, y una gran sonrisa adornaba su rostro. Era un niño de mamá y no se avergonzaba.

Jeon Eun-ji lo complacía con su receta secreta de galletas con chips de chocolate, que eran las más ricas del mundo, mientras le contaba una anécdota del padre de Jungkook, que incluía un martillo y dedos vendados por más de una semana. A pesar de que ellos se reían, seguramente el señor Jeon no pensaba lo mismo. Jungkook hizo una nota mental para ponerse en contacto con él más seguido.

—Toma, cariño. Puedes comer esas galletas mientras — le dijo Eun-ji, tomando el teléfono fijo y mirando el visor de llamada —. Es tu tía Jiyu — le informó, antes de atender la llamada.

Jungkook disfrutaba de su segunda galleta y de su café, cuando fue interrumpido por su madre, quien le extendía el teléfono. Él levantó ambas cejas, confundido. No esperaba que su tía quisiera saludarlo por su cumpleaños... pero de todas formas tomó el teléfono y lo acercó a su oreja derecha.

—¡Feliz cumpleaños, cielo! Supongo que tu mamá te está alimentando, ¿verdad?

—Claro que sí. Estoy en crecimiento, y debo alimentarme — Eun-ji lo miró un segundo y rodó los ojos. Su hijo seguía viéndose a sí mismo como púber, pero no podía decir nada, ya que ella lo había criado. Jungkook sonrió, con migas de galleta en la comisura del labio.

Jiyu le preguntó cómo iba todo en su vida, y él hizo lo mismo. Nunca fueron realmente cercanos, aunque Jungkook tenía buenos recuerdos de sus tíos y primos en su infancia. Pero la vida no siempre consta de caminos en conjunto para todos. Nunca se lo cuestionó, hasta que Jiyu tomó la oportunidad para quejarse al respecto.

—¿Por qué eres tan malagradecido con tu vieja tía, Jungkook? No sabemos nada de ti, no nos vienes a ver. Estás completamente desaparecido.

—Pues, usted sabe cómo es... No hay mucho tiempo para viajar. La rutina es agobiante, y el trabajo...— no pudo seguir con el discurso, ya que la señora al otro lado de la línea lo interrumpió.

—¡Patrañas! No te morirás por tomar el teléfono y llamarme a mí, o a tus primos.

Jungkook se masajeó el puente de la nariz, buscando calmarse. Su idea de un día tranquilo no incluía a una señora histérica en absoluto. ¿Y desde cuándo tenía la obligación con la hermana mayor de su madre? Al menos, él no recordaba haber firmado ningún contrato que lo atara de alguna u otra manera.

Quería ser respetuoso, porque se trataba de su tía, una señora de edad avanzada..., pero qué difícil se lo hacía. No paraba de quejarse, y Jungkook, no pudo evitar responder, con su mejor voz simpática: —No por compartir menos del 50% de mis genes con ustedes les debo algo. Las relaciones se forman en base al cariño y la reciprocidad. Y eso no viene en un pack familiar. Puedo vivir mi vida sin tener que estar obligado a cumplir expectativas predeterminadas por la biología.

「My blood & tears 내 피와 눈물」 ✨ JIKOOK ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora