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{Octubre 2015}

La mañana estaba fresca, y Jimin caminaba por la calle a tomar el autobús, sintiendo el aire acariciar sus mejillas. Ese sábado lo tendría completamente libre, por lo que acompañaría a Jungkook al centro comercial, y luego ambos se juntarían con los demás chicos en casa de Seokjin. Aunque Jungkook no se unía a ellos todo el tiempo, había hecho mejoras, y el ánimo entre todos era más agradable.

Al ver un pequeño gato en la acera, Jimin detuvo sus pasos y quitó un audífono. No tenía sentido, pero para hablarle al gatito, se desconcentraba con la música.

Se arrodilló frente a él, y la mueca de dolor en su rostro fue automática. El animalito se veía en malas condiciones, producto de vivir en la calle. Pero eso no fue un impedimento para que Jimin acariciara su cabeza, entre las orejas (una de ellas estaba rota en la punta). En ese momento deseó tener algo de comida para brindarle, pero ni siquiera él había podido comer esa mañana, mucho menos tomar algo de la alacena.

—Lamento que la vida sea dura contigo, pequeño amiguito — le dijo con dolor. Y si no se ponía en marcha, estaba seguro que lloraría.

Detalles como esos, le hacía convencerse que la vida no era justa. Alguien así de inocente no merecía sufrir, y aunque él lo deseara con todo el corazón, no podía cambiarlo. Y el malestar no lo pudo sacudir de su sistema hasta que vio a Jungkook esperándolo en su punto de encuentro. El pelinegro vestía una sudadera negra dos tallas más grandes, un pantalón cargo y zapatillas, todo de negro. Y cubriendo su cabeza, un gorro estilo pescador. Y para opinión de Jimin, lucía perfecto. Al contrario de Jungkook, a él le acomodaban las prendas completamente ajustadas. Muy distintos entre ambos, pero se complementaban de una grandiosa manera, como dos piezas de un puzzle.

Se acercó a Jungkook, y éste al notar su presencia, le mostró una sonrisa que calmó su ser.

Juntos recorrieron algunas tiendas en busca de unas zapatillas para Jungkook, ya que nada parecía de su completo agrado. Pero ellos no se quejaban, porque podían estar juntos. Aunque estaban en "modo amigos", sin ninguna muestra de afecto extra. A Jimin lo confundía, pero se negaba a entrar en ese territorio y arruinarse el día, por mucho que se especializara en pensar demasiado en las cosas.

El momento más extraño e incómodo fue cuando un chico de cabello castaño con lindos crespos le sonrió a Jimin, halagando su atuendo. Jungkook lo incentivó a acercarse nuevamente para que le pidiera el número de teléfono.

—¿Cómo voy a hacer eso? — se quejó Jimin, nervioso porque su amigo lo empujara a buscar al chico desconocido —. No es algo que se haga en la vida real. Sólo en televisión la gente se acerca para pedir un número telefónico. ¿Me imaginas a mí, siendo completamente incómodo, diciéndole "oye, guapo..."?

Jungkook se rió por la actuación de su amigo, fingiendo acercarse al chico con una actitud torpe.

—Puedes hacerlo. Sabes coquetear.

—Oh, claro — dijo sarcástico. Jimin se consideraba lo opuesto a coqueto o, incluso, atractivo. No tenía ninguna seguridad de acercarse para conquistar a alguien.

—Te he visto coquetear — aseguró el pelinegro, mirando una camisa colgada en un perchero.

Aunque Jungkook no se veía muy interesado en su propia afirmación, Jimin se sintió avergonzado, porque recordaba que habían tenido algún que otro inconveniente porque Jungkook aseguraba que Jimin le había coqueteado a su antiguo compañero de inglés. Pero, muy al contrario de esa situación, en esta oportunidad Jungkook parecía haber dado vuelta la página, y haber perdido cualquier interés que pudo haber tenido en él. ¿Y eso cómo hacía sentir a Jimin? Jodidamente mal.

「My blood & tears 내 피와 눈물」 ✨ JIKOOK ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora