「My blood & tears 내 피와 눈물」 ✨ JIKOOK ✨

37

El viento corría fuerte. Se notaba en cómo se movían las copas de los árboles, y aunque todas las ventanas se hallaban cerradas, a Jimin lo recorría un frío que le tenía entumecidas las extremidades. El día gris acompañaba fielmente su malestar emocional.

Estaba guardando su ropa en unas maletas, para irse de aquel departamento a vivir solo. Parecía una pesadilla, pero era imposible despertar.

Joo-Hyuk lo miraba desde la puerta de la habitación de invitados, donde Jimin pasó la noche. No se habían dicho mucho, porque no había nada para decir. La situación no se podía arreglar a esas alturas.

—No es necesario que te vayas. Lo sabes — Jimin volteó a mirarlo. Joo-Hyuk se veía abatido, por lo menos. Eso bastó para tranquilizar de cierta forma a Jimin; saber que de alguna manera le importaba a su ex novio.

«No le importó lo suficiente para no engañarme, pero al menos le importo para sentir culpa por ello».

Jimin no estaba seguro de su nivel de idiotez por pensar de ese modo. Pero ese día en particular, no se podía obligar a que le importara. Después de todo, se encontraba empacando sus pertenencias para irse a un hotel hasta que encontrara un lugar donde vivir.

—Me sentiría incómodo si me quedo aquí.

Joo-Hyuk asintió con pesadez. Él entendía que Jimin estaría incómodo con él. Y dolía, pero se lo había ganado. Después de todo, traicionó su confianza.

Desde la noche anterior no habían hablado. Costaba demasiado afrontar la situación, pero con parte de sus pertenencias dobladas en la cama, y el resto en una maleta, la realidad había golpeado de frente a Jimin. Se le formaba un nudo en la garganta por todas las emociones arremolinadas y que no podía soltar.

En la noche casi no pudo dormir, aunque los ojos le pesaran. Pero su cabeza iba de un lado a otro, en medio de millones de pensamientos, impidiéndole tener tranquilidad.

Jimin, siendo muy bueno para sobre-analizar todo, tuvo la facilidad de invocar recuerdos sin mucho esfuerzo. Recordó a su madre, a su padre y a su hermano, quienes no se preocuparon nunca por su bienestar realmente. Con esas personas sólo compartía la sangre, pero no lo querían. Y Jimin podía recordar cómo pasó gran parte de su vida buscando la aprobación y el amor de ellos. Pero no fue posible, sin importar cuánto se esforzara.

Es un poco gracioso que ni siquiera puede recordar cuál fue el último momento que pasó con su hermano. Era tan escasa la relación con él, que no hubo un quiebre real. Simplemente..., no existió nada entre ellos.

Por otro lado, la última vez que vio a su madre, fue en el centro comercial, cuando buscaba un auto-regalo de cumpleaños. Ese día que estaba con Jungkook. Las palabras que su adorada progenitora le dedicó, calaron a lo más profundo de su ser, rompiéndolo una vez más, en tantos pedazos, que ya no tenía reparo. «Sigues siendo un enfermo desviado», le había dicho con veneno. Y él, simplemente, no pudo más. Todo el dolor que llevó consigo desde su infancia le perforó el pecho y le quitó toda pequeña esperanza que pudo guardar en el fondo de su mente, de tener a su familia algún día.

Y aquel mismo dolor, el desapego y la soledad, le crearon el absurdo patrón de desear complacer a todo el mundo para no ser abandonado nuevamente. Buscó amigos en la escuela, pero su desesperación lo hizo ver como un bicho raro. Y no encajaba con nadie. De nuevo, el esfuerzo no importó. Nadie parecía quererlo. Ni siquiera veían algo bueno en su persona. Y si era honesto consigo mismo, él tampoco sabía si tenía algo bueno para ofrecer al mundo. Con el paso de los años, fue dándole la razón a los demás; a su familia, a sus compañeros de clase, y a cualquiera que lo rechazara. Porque él no era suficiente. No merecía amor, tal vez. De un momento a otro, dejó de intentarlo siquiera.