Capítulo 16 la dulce humedad de un pecado

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Anastasia.

Podía sentir un calambre en mis piernas, mi garganta y boca secas, un cosquilleo que me torturaba desde el viente y la humedad de su lenta... la humedad que el provocaba entre mis piernas. Había un calor recorriendo mis pies y luego un sensación arrebatadora ¿un orgasmo? eso había sucedido ¿había llegado al orgasmo? había leído sientes de novelas que siempre hablaban de agitante que era y solo decían "humedad" "orgasmo" "climax" para mi fue como la dulce sensación de un delicioso pecado.

Vi la hora una vez más y junto a ella una foto de los hermanos Grey, me enfoque en Elliot y por alguna razón me lo imagine a el y todas esas chicas, entre bromas habíamos hablado de su alocada vida, de cómo se encontraba chicas en fiestas de playa, empleadas y sin más se las follaba en algún lugar sin importar el lugar.

— Christian, cariño, que agradable sorpresa.

la voz de Grace me obligó a levantar la cabeza y girar mi dirección al hombre de impresionante traje y fragancia exquisita. Cruce mis piernas aclarando mi garganta deslizandome por el asiento caminando de forma muy suave hacia la cocina.

Salude a la cocinera ofreciéndole una pequeña sonrisa la cual me regreso al instante enseguida de un asentimiento, me acerque a la cafetera sirviendo un poco de café en una de las tazas, preferi el té, pero mi cuerpo necesitaba el café más que nunca.

— Buen día señor Grey.

me detuve en seco, la cocinera salió de la cocina y unos firmes pasos se acercaban a mi desde atrás, mi cuerpo sintiendo su presencia, mis piernas temblaron y mis dedos se aferraron a la taza caliente.

— Señorita Steele, luce radiante esta mañana.

— La amabilidad le sienta tan bien Señor Grey.

— Amabilidad que tengo hacia mi amor propio, señorita, no imagina que satisfacción me provocaba verla ruborizada... — camino por la cocina tomando una manzana y dando una mordida a la fruta estando a centímetros de mi— acalorada.

Me giré manteniendo la cabeza firme mordi mi labio evitando cualquier comentario ain más inapropiado, entonces el continuo.

— Saliste corriendo.

— No lo hice.

— No pasó nada, Ana.

— ¿eso fue nada?

Christian sonrió con superioridad recargandose contra la pared negando y observando el misterio de la manzana.

— Sí te hubieras quedado, te lo habría enseñado. Que el tener mi lengua entre tus piernas, fue apenas una caricia a lo que haría contigo. — Di una rápida mirada hacia la entrada de la cocina una vez más tome aire, apretando mis muslos y aferrandome a la taza. — Ana.

Sus pasos cada vez fueron más cercanos a mi cuerpo sus labios median los centímetros cerca de mi boca.

— Aquí no, Christian.

Me aparte dando un par pasos lejos de el aclare mi garganta era imposible no pensar en eso, suspire recordando el momento. Mi cuerpo temblando estaba tan humeda tan perdida y me sentía tan culpable que lo empuje acomodando mi ropa y salí de su casa sin más, si, aquello no fue correcto. No debí irme de ese modo, pero no sabia que otra cosa hacer en ese momento incluso ahora.

En el espejo dos lados y un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora