Anastasia
–¿Que haces aquí? – Aquella pregunta iba acompañada de un empujón a la puerta, estaba lista para cerrarla, pero Christian introdujo su pie deteniendola logrando entrar y esta vez si cerrarla.
– El cliché de las novelas es escapar el día de la boda, tu lo hiciste en la fiesta de compromiso.
– Christian no estoy para esto de verdad ¿puedes irte? solo vete.
Supliqué con una media sonrisa tratando de que aquello fuera suficiente para lograr cierta misericordia en el y pudiera irse.
Me deje caer en el sillón apoyando mi cabeza con dirección al ventanal. Christian se acomodo enfrente de mi sentado en la mesita de la sala.
– Es algo que debo arreglar con Elliot. – explique con la esperanza de que entendiera que no planeaba decir nada más.
Chriatian no parecía convencido, pero parecía tranquilo con eso, quizás inquieto y eso me había puesto nerviosa a mi.
– ¿Que?
–Te fuiste sin más dejando a mi hermano, Anastasia.
– Ya basta, ya se que no soy la pobre víctima, ya lo dejaste bastante claro, pero tu no eres inocente tampoco.
–Jamás dije que lo fuera.
Rei sin gracia alguna, rei tratando de que aquello no fuera un movimiento brusco. Me levante del sillón apartandolo lo más posible de mi.
– Lárgate Christian.
– Intento entender
– No quiero que entiendas nada, solo quiero que te largues, no necesito escuchar en que estoy mal, solo vete. – me acerque a él empujándolo, pero fue inútil, su fuerza y tamaño eran dobles que el mio.
– ¿Crees que estoy aquí de buena caridad? que me interesa mucho tu bienestar ¿Crees que soy un buen hombre que va a soportar tus arrebatos y lo soportará por ayudarte? – sus dedos rodearon mis muñecas, la furia en sus ojos los hacía brillar de una forma irresistiblemente intimidante. – Sólo me interesa saber una cosa, solo necesito saber una cosa. – respiro intentando contener algo dentro de él, algo de lo que yo no era capaz de entender. – solo quiero saber que si te largaste fue para siempre, quiero que te largues de nuestras vidas y no regreses nunca más con mi hermano.
Sus palabras me dejaron helada, aquello había atrevasado una parte de mi, mucho de cuando me enteré de lo de Elliot, es verdad Christian no me quería cerca.
– No volveré jamás. – mi voz fue apenas un susurro, temí que no fuera suficiente y tuviera que repetirlo.
– Se acabo entre tu y Elliot.
– Si, se acabó. Ya hiciste lo que querías, vete que no te quiero volver a ver.
Chriatian se mantuvo aferrado a mis muñecas observando el color rojo que había provocado en ellas y como estas intensificaban su color a cada segundo.
El suspiro de sus labios me mantuvo inmóvil por un segundo mientras lo observaba caminar a la puerta y deseaba verlo desaparecer de una vez por todas, pero en cuestión de segundo aquello había cambiado y sus labios se encontraban chocando contra los míos es un delicioso arrebato, había furia, había deseo un inmenso deseo, sus manos tomaron mis piernas haciendo que rodeará sus caderas, apoyándome contra la pared bajando a mi cuello besando y pasando su lengua por el, me estremecí sintiendo una pequeña punzada entre mis piernas. Sus manos viajan por mi trasero aferrándose a mi cuerpo cada vez más, Christian gemia y su respiración se aceleraba a cada segundo su pecho subía y bajaba, nuestros labios se separaron por un instante tratando de aliviar el dolor en nuestros pulmones.
Me llevo hasta la habitación colocandome frente al espejo, sus dedos viajaron hasta el cierre de aquel horrible vestido verde.
– Tú color es el rojo. – su expresión de desaprobación hacia el vestido, me hizo saber a que se refería.
Christian ahogo un gemido, dejando besos sobre la piel de mi espalda. Respire con fuerza tratando de mantener cierta valentía, mi reflejo en el espejo mostraba a una mujer en lencería que se sentía deseosa, excitada y tan avergonzada. baje la mirada.
– Eres preciosa Anastasia, tan hermosa. No dejes de verte en el espejo.
Sus labios chocaron contra la piel de mi oreja, dejando suaves y tentadores caricias, su brazo paso por mi cintura hasta llegar a la piel de mi vientre donde sus dedos bailaban en provocación hasta desaparecer lentamente por la tela negra de encaje.
Me abandone dejando caer mi cabeza sobre su hombro sintiendo sus dedos haciendo temblar mis piernas. Cerré los ojos abriendo mis labios dejando escapar cada sonido que el provocaba.
– No dejes de verte Anastasia, por favor no pierdas de vista esa dulce imagen de ti.
Sus dedos se clavaron dentro de mi y los movimientos eran sin duda enloquecedores, conocía el ritmo y la sensación.
Su expresión reflejaba el puro deseo que sentía y eso me dejaba tan humeda, lo disfrutaba tanto como yo.
Sus dedos se detuvieron me tomé en brazos siguiendo con aquel beso lleno de tantas sensaciones, me arrastro a la cama con el mientras se apresuraba a quitarme las última prendas.
Cuando intente hacerlo sus dedos los aparto de mi, se quito la camisa y bajo sus pantalones. quedando totalmente desnudo sobre mi, mis dedos acariciaron sus cabellos, pero Christian aparto mis manos de inmediato, mordi mi labio llevando mis manos a su abdomen, pero me aparto y el se aparto de inmediato.
– ¿Que ocurre?
– No puedo, no debe ser así. Yo no puedo con esto, de esta forma no es lo mio, no soy yo Anastasia.
– Christian.
– ¿Que esperas de mi?
Baje de la cama caminando hacia el
– Deseo sentirte
– ¿y después de eso? esperas que te folle y después me recueste a tu lado para acariciarte ¡yo no hago eso!
– Christian. – repeti una vez esperando ser escuchada esta última. – Quiero sentirte, quiero que me hagas el amor.
– ¡Yo no hago eso, Anastasia! yo no soy mi hermano la vida conmigo no es un cuento de hadas.
– Entonces enséñame como
– ¿Que?
– Enséñame la forma en que tu lo haces, lo que disfrutas, lo que quieres.
– Quiero control, te lo enseñe, lo viste ¿de verdad deseas eso? viste como azotaba a esa chica, la escuchaste, disfruto el dolor, no sabes cuanto lo disfruto, es eso lo que soy ¿lo quieres?
Suspire haciendo una mueca, no, no era lo que yo quería, no eso, pero si a él, si quería sentirlo a él, lo quería sin todo eso, pero no sabia si eso era posible.
Me puse frente a el observando las pequeñas marcas de su cuerpo, roce la punta de mi nariz contra el, uniendo nuestros labios una vez más, lo empuje hasta un pequeño sillón de la habitación colocandome sobre el, haciendo bailar mis caderas y besando sus labios sin ningún tipo de arrepentimiento.
– Anastasia.
Escucharlo pronunciar mi nombre me estremeció de pies a cabeza. Calor. Calor y un tremendo remolino que deleitaba mi cuerpo entero.
y para este punto de mi vida ya nada tenía pies ni cabeza.
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En el espejo dos lados y un solo amor
RomanceAnastasia Steele y Elliot Grey regresan a Seattle con la emocionante noticia que unirán sus vidas en matrimonio, pero en aquella reunión con la familia Grey, conoce a Christian Grey quien pondrá en duda sus sentimientos y la forma en que veía el mun...