Anastasia
–Este es realmente precioso. –Mía se sentí nuevamente con una media sonrisa, observando unas cuantas perlas platas en la parte baja del pastel.
– Si, pero creo que...
– Permite que la novia escoja su pastel.
– ¡Christian! que alegría.
Mía se arrojo a los brazos de Christian el intento controlar todo esa felicidad, pero con el poco tiempo que tenía ahí, había notado que aquello era un poco difícil.
Tome la mimosa entre mis dedos dando un pequeño trago, me di la vuelta para ser lo más educada posible, le sonreí de la forma más sincera que fui capaz y con un asentimiento salude.
– Buenos días Christian. Si me disculpan tengo un par de cosas pendientes.
– Ana.
Salí de la cocina aferrandome a la copa, no quería verlo, la realidad es que tenía una lista entera, pero me encontraba mentalmente harta para poder enumerarlas o recordarlas, únicamente me enfocaba en la punzada de mi pecho, una punzada que recorría mi garganta y daba vueltas en mi estomago, mis manos temblaron de solo recordar sus palabras de anoche...
La noche anterior
"No sabia que ardía más en mi pecho verlo furioso conmigo, ver esa decepción en sus ojos o verlo con esa chica, esa chica capaz de entregarla su fuerza, su coraje y lo que el necesitaba, lo que el quería. Me ardía en el alma observar la forma en que estaba frente a mi, me dolia saber que parte de esa rabia y decepción eran por mi.
Con el corazón en las manos me di la vuelta, no era justo y había sido tan injusta, en usarlo para saciar un placer en mi interior o era eso lo que en verdad quería creer ¿verdad? El golpe de la puerta fue como un impulso para mi sollozo.
Fui de regreso a casa de los Grey, me abrumada saber la cantidad de personas que había en esa casa y podían verme. Al llegar me quite los tacones y subí las escaleras hasta la habitación, me quedé frente a la cama contemplando esta y sin aguantar más mis piernas flaquearon, me tire a la cama abrazando la almohada, abrazando y dejándome, permitiéndome, ese dolor, el dolor de sus caricias, sentirlo
Oh Christian.
Perdóname.
Lo había perdido, lo había dejado, le había lastimado y mi pecho me atravesaba con ese recuerdo.
Algo se había roto en mi interior y no me explicaba, quería parar, debía detenerme, pero era imposible.
El llanto aumentaba y por un momento tuve que clavar mi cara en la almohada para contener los sollozos me había entregado por completo a mi sentimiento.El cerrojo comenzó a sonar, la puerta se abrió, Elliot entró enseguida con una amplia sonrisa que enseguida fue borrada al verme tumbada en la cama, destrozada y cubierta de lágrimas.
– Cariño, oh no Ana, mi Ana ¿que sucede? ¿que ocurre?
Elliot se acurrucó a mi lado acariciando mi brazos enterrando su nariz en mi cabello, el sollozo aumento y las lágrimas me provocaba el dolor de respirar.
– Lo siento tanto mi amor, perdóname prometo remediarlo, estaremos bien, mi bonita.
Sus besos se esparcieron por mi cabeza, sus brazos me rodearon con tanta fuerza, con tanto amor y cuidado me acurrucó, se quedo conmigo toda la noche hasta que el llanto desapareció, hasta que me quedé dormida. "
Me apoye contra la puerta observándo nuevamente esa cama, esa cama en donde mi prometido me había consolado toda la noche, por el dolor de Christian Grey.
Christian
Me repase la lista de pendientes, estos días había abandonado mi trabajo, me había enfocado en otras cosa.
Ojos azules.
No.
Basta.
Sacudí la cabeza observándo mi portátil encendida con la bandeja llena de correos ¡Santo Cielo! no quería imaginar la cantidad de trabajo que tenía, pero sinceramente no tenía cabeza para nada de eso, la señorita Stelee, Ana, había acabado con mi concentración, aun se me revolvía el estómago, deseaba poder patearme tan fuerte en la cara, tal vez debería llamar a mi entrenador personal para que pudiera hacer ese sueño realidad, no había entrenado en estos días y podía darme una tremenda paliza.Paliza.
Mi mente mezclo dos escenarios bastante peculiares, tenía el recuerdo de Leila, sus gritos, sus lamentos y el vivo color rojo de su trasero.
¡Joder! espero que este bien, debo llamarle, pero recordé a Ana, entre mis brazos, la calidad de sus labios, la ferocidad de su pasión y deseo, la ternura de su sonrisa, su piel tan pegada a la mía, la humedad de sus piernas, sus deliciosos y carnosos labios pronunciando mi nombre, Ana... Anastasia.Me sentía realmente asqueado por mis acciones de un día antes, sentía el dolor, sentía el verdadero dolor de provocar las lagrimas de Ana y la forma en que me miro.
¡Imbecil!Tome el teléfono.
– Señor Grey.
– Andrea por favor pide un ramo, no, mándame la información de las mejores florerías de Seattle, pregunta específicamente por ramos de rosas blancas.
– Enseguida Señor Grey ¿a que dirección lo envío? a casa de mis padres.
– ¿Quiere que lleve algún mensaje?
Diablos ¿que podría poner? no puedo firmar por mi nombre claro que esta.
Suspire.
– Si mi perdón no alcanza en esta vida, lo hará el dulce perdón de una flor.
No recibí respuesta de Andrea lo cual me tomó por sorpresa siempre había sido una de las más capaces.
– Le enviaré las florerías más reconocidas.
– Gracias Andrea, que sigas teniendo un buen día.
Colgué el teléfono, pero segundos después mi celular comenzó a vibrar.
– Grey.
– Hermano ¿que tal?
Mierda, actúa como si no le estuvieras apunto de mandar 100 rosas blancas a su prometida.
– Sumergido en trabajo.
Y en la marga tortura del perdón de Anastasia.
– Disculpa, no pienso robarte mucho tiempo, es solo que mi Ana no a estado bien. – no digas "Mi Ana" las nauseas volvieron. – Lloro todo la noche.
– ¿Que ocurrió?
– Mamá dice que salio y cuando volvió se encerró, cuando llegue estaba así y me tiene preocupado a estado ausente. – No, Mi Ana. – Estoy vigilandola, pero no a querido comer y me preocupa hermano, me duele saber que la lastime, que lo nuestro quede con una grieta.
¿Será que sufre por mi? ¿por Elliot? Una oleada de felicidad, pero de amargura me recorrió, no quería que sufriera, pero no quería que esas lágrimas fueran por Elliot, sino por mi, no quería lastimarte, no quería ni quiero jamás darte un poco de dolor del palito brillante.
– Quería pedirte si me prestas tu propiedad en Aspen, quiero llevarla ahí no se si antes o después de la boda, que por cierto... vamos adelantar la boda.
Mierda. Me. Cago. En. Todo.
No.
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En el espejo dos lados y un solo amor
RomanceAnastasia Steele y Elliot Grey regresan a Seattle con la emocionante noticia que unirán sus vidas en matrimonio, pero en aquella reunión con la familia Grey, conoce a Christian Grey quien pondrá en duda sus sentimientos y la forma en que veía el mun...