Capitulo 20 El armario siempre fue seguro.

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Christian

Las luces del exterior iluminaban de forma tenue mi oficina, me abrumo el inmenso silencio, más que un "tick tack" del reloj, mis manos pasaron por mi cabello deslizándose por mi rostro ¿Que carajos había sucedido? en monento me había encontrado en aquella situación, toso fue ese día, sus ojos azules habían invadido mi campo de visión por completo.
Ojos azules.
Labios.
Su piel ruborizada.
¡Mierda!
Imbecil, imbécil y cretino Grey.
Era esa piel, esa que me hacia perder el control del cual mostraba mi completo orgullo, todo esto hacia ella era más que deseo un deseo, una necesidad, todo lo que ella provoca a no era más que remolino en mis pantalones.

Cerré los ojos intentando revivir el momento en mi cabeza, como lo había hecho durante tres horas seguidas.

Horas antes

Sus labios se apoderaron de los míos, nuestras lenguas se entrelazaban en una danza erotica.
– Anastasia. – la forma en que acariciaba mi lengua el pronunciar su nombre, todo ella era una diosa, una necesidad...

Mis dedos viajaron hasta su trasero, su piel suave, pálida y ruborizada, imagine la vara en mis manos acariciando esa zona de su cuerpo, impactando la madera una y otra vez sobre su cuerpo.
Calma Grey.

Una vez más todo mi cuerpo me exigía sentirla, con un rápido movimiento la coloque bajo mi cuerpo, estaba listo, completamente listo y mis dedos acariciando el centro de su cuerpo, me dejaba claro que ella estaba lista para recibirme.

– ¿Esto es lo que quieres? – Me detendría, eso me dolería, pero si ella me lo pedía.me detendría en el momento que fuera.

Sus ojos se clavaron en los míos tenía aquel poder, sus ojos buscaban en mi alma. Espere una respuesta pero sus dedos empujando mi trasero y sus labios chocando contra los míos confirmo los deseo de Anastasia.

Mi ereccion fue acomodada en su entrado, aprete los dientes para no dejarme ir de una sola embestida, estaba tan humeda tan lista para mi que intente no lastimarla.
¿Que?
El punto de todo esto era el dolor y yo solo buscaba no lastimarla.

Empuje mis caderas suavemente hacia ella sintiendo como apenas la punta de mi pene sentía un calor abrazador, Anastasia se retorcía bajo mi cuerpo y su rostro, joder esa boca, quería hundirme en ella también.

La puerta de la entrada comenzó a sonar acompañado de una voz tan familiar
¡Lelliot!
¡Mierda!

Me aparte dejándome caer a un lado de la cama, Ana abrió los ojos su expresión era de alguien que quería vomitar o desaparecer.

Ambos nos apresuramos en tomar nuestras cosas, las mías fueron arrojas violentamente hasta el armario de la habitación, me quedé parado viéndola.

– Esto debe ser una broma.

Ana me miró con cierta suplica y lo cierto es que aunque no estuvieran juntos y todo quedara cancelado, no quería que mi hermano supiera de esta bajeza, jamás.

Entre al armario, viendo como anastasia se colocaba rápidamente su ropa interior y de los cajones sacaba una pijama la cual se puso de inmediato. La puerta seguía sonando y seguía sonando.

– ¡Ana!

Anastasia camino hacia la puerta y abrió esta dejando solo un pequeño espacio, podía escuchar los lamentos de mi hermano, pero no lo que ella decía. Hasta que Elliot pudo entrar a la casa sus pisadas y voces eran más claras desde la sala.

– Deje el anillo en el mueble para que no hubiera duda.

– ¿Sin dejarme explicar?

– Crees que una explicación arreglara todo esto.

Un largo silencio, el armario estaba realmente abandonado y se sentía un ligero olor a polvo.
Joder.
Me recordaba al armario de mi infancia donde buscaba estar seguro, siempre huyendo.
Basta, ni se te ocurra ir por ahí.

– Ana yo no sabia en que se iba a convertir todo esto, tienes razón, pero jamás me acerque a ti para usarte. Te conocí sabes bien como sucedió nada fue falso, me acerque a ti en busca de una amiga que me ayudara con esos problemas más adelante, sabes mejor que nadie como me esforcé, al final si pedí ayuda a mis padres y es por eso que al comprometerme los incluí en poder verlos, pero nada fue para usarte por interés, por dios. – Quería enfocarme solo en horrible aroma a polvo, no quería pensar en Anastasia y en la forma en que podría estar viéndolo ahora ¡joder! ya se acabado Elliot.– Lamento si creíste que no te deseaba, Ana eres preciosa en cada una de tus facetas, eres la chica con la nariz dentro de los libros, las expectativas quiero alcanzar cada una de ellas, siento que si alguien como tú se reservo por tantos años espera a alguien digno y quiero serlo, quiero tomarte como mi esposa, quiero hacerte el amor todas las noches de mi existencia, quiero formar una familia contigo, no podría tratarte como el resto de esas mujeres, pero tu eres el amor de mi vida, tu eres mi chica, tu eres especial, Lo lamento, lo lamento tanto.

La voz de Elliot termino por romperse, algo en el fondo de mi estómago se revolvió, no era asco, era el hecho de que había vivido con él por años, lo vi ser regañado, lo vi intentar cubrirme, lo vi coqueteando y persiguiendo a mujeres para obtener una sola cosa, pero con ella... podría jurar que estaba de rodillas abrazando sus piernas.

No escuchaba la voz de Anastasia.
Anastasia.
eche una veloz mirada hacia la habitación cuando abrí un poco la puerta del armario y entonces escuché como lloraba.

Quería salir necesitaba salir, estaba desperado.

¡Quiero salir!

¡Mami! ¡Mami! por favor déjame salir, la última vez había salido corriendo, esta vez el hombre malo había puesto el mueble contra la puertas, yo lloraba y lloraba ¡Mami vuelve! pero después de un rato descubria que no eran mis lamentos, ni mis lagrimas, eran las de mami.

Ella gritaba y lloraba mientras el hombre malo solo pisaba y pisaba con sus enorme y horribles zapatos

–¡Cállate!

Mami por favor, tengo hambre, mami, mami ¿Cuanto tiempo paso?
¿moriré aquí?
¡Mami!

¡Ana! Sacalo de aquí, sacalo, llevatelo por favor.

Abrí una poco más la puerta aquella horrible divagación me había dejado desconectado de las palabras de Elliot.

Me asome un poco fuera de la habitación y escena fue como un empujón, ya que retrocedí como si lo fuera.

Ambos estaban de rodillas en el suelo Elliot sostenía su rostro llenando este de dulces besos mientras Ana se aferraba a sus manos y por momentos las besaba viéndolo mientras las lágrimas continuaban bajando. Por un momentos nuestras mirada se encontraron y aquello solo pudo sentirse como una cosa.

El palito de luz.

En el espejo dos lados y un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora