ADVERTENCIA: CONTENIDO +15.
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Era un monstruo, un maldito monstruo. ¿Cómo pudo ver algo así? ¿Por qué lo hizo sí él amaba a Mirabel? jamás les desearía cosas malas, no se merecía todo eso, no se merecía que la trataran así.
Cerró sus ojos peinando su cabello, otra vez ansioso, respiraba con dificultad y ahogaba gritos de frustración. Caminaba de un lado a otro, insultándose y maldiciéndose, quizá sí se merecía todo el odio de su familia, no merecía que lo compadecieran.
Su madre no lo perdonaría, su familia tampoco incluso pensaba que la misma Mirabel lo odiaría.
Cuando los abrió lo único que miró fue oscuridad ¿Ya había anochecido? Pudo notar que el iris de sus ojos brillaba pues veía el color verde neón reflejado en sus manos. Jamás había estado en esa situación, a su alrededor se formaba un remolino, era inquietante.
Pequeñas visiones aparecían y desaparecían, pistas del futuro.
— ¿Q-qué...? —
Algo andaba mal, no eran visiones normales porque para ellas requerían de un ritual más completo ¿Cómo las había invocado? ¿Su tristeza y represión de sus sentimientos al igual que sus pensamientos eran el causante de eso?
Bruno estaba muy confundido, fuera lo que estaba provocando le daba temor.
Y todo lo que vio fue espantoso.
Visiones horribles que involucraban a su familia con posibles futuros dónde morían una y otra vez, las mismas cambiaban constantemente mostrando escenas más fuertes y que apuntaban a Bruno como el causante de todo el desastre. Podía ver a su familia morir en distintas maneras en diferentes contextos, sus sobrinos ya adultos eran torturados en miles de escenas que parecían simples guiños, Bruno gritaba consternado, esas escenas eran muy fuertes y no parecían detenerse, escuchaba sus voces gritar por ayuda, gritar su nombre.
¡Su culpa! ¡Él tenía la culpa!
Se sintió repulsivo y asqueado cuando todo a su alrededor en vez del característico verde se pintó de rojo, sangre y caras de horror lo miraban, suplicaban ayuda y un poco de misericordia al causante de las tragedias.
— ¡N-no! Yo no atraigo la mala suerte... Yo n-no... — Se convencía tratando de parar todo esto.
Moribundo, se arrodilló rogando que esto parara, era una tortura mirar las horripilantes visiones sobre su familia, rogó a su madre, a sus hermanas, a un Dios, que, si lo escuchará, lo ayudará a salir de esa pesadilla.
Quiso tapar sus ojos para no ver más pero incluso cubriéndolos, sus manos eran transparentes, se arrastró buscando una salida, el remolino era cada vez mayor ampliando la frecuencia de las voces que le rompían los tímpanos.
"¡Tío Bruno!"
"Tú culpa"
"¡Envidioso!"
"¡No nos quieres ver feliz, nos odias!"
Las visiones fueron tomando forma en cristales de esmeralda cayendo una a una y quebrándose con el suelo. Bruno se colocó en posición fetal tapando sus oídos, llorando y pidiendo perdón si alguna vez deseó el mal, si alguna vez lastimó a alguien por qué él no recordaba que lo había hecho, ese no era él BRUNO que había hecho todas esas atrocidades, era un impostor y no entendía por qué estaba condenado al mal.
Las esmeraldas se rompían en pedazos haciendo un gran estruendo, pero ni así las visiones paraban.
Bruno ya no quería ver.
No quería ver el futuro.
No quería mirar más allá del presente.
Estaba atormentado, no había solución para su dolor a menos qué, pensando rápido, miró algo que no estaba buscando. Un pedazo de esmeralda cayó frente a él. Rápidamente lo tomó, era lo bastante grande por qué podía sostenerlo con ambas manos, lo elevó temblando y lo apretó tan fuerte que logró cortar sus palmas, las gotitas resbalaron.
Apretando los dientes comenzó a sudar frío, si solo así dejara de ver el futuro y dejaría de atraer la desgracia a su familia, entonces era un sacrificio que estaba dispuesto a aceptar.
¡CHIST!
El cristal se clavó en su ojo derecho.
La sangre salió a montones y el dolor se volvió insoportable, Bruno gritó, pero al aplicar más fuerza logró deslindarse de su globo ocular el cual salió disparado, cayó al suelo rodando y dejó un sendero de sangre.
Estaba atónito, miró el cristal que se había empapado de su sangre sobre sus manos que no distinguía por la misma. Sintió el sabor metálico cuando bajó por sus mejillas y goteaba contra la arena.
"¿Qué has hecho Bruno Madrigal?"
Las visiones comenzaron a parpadear, el remolino se detenía lentamente y las voces se esfumaban junto con la poca salud mental que le quedaba.
Volvió a alzar la esmeralda apuntando al otro ojo, mirando lo que su ojo izquierdo le permitía y borroso porque las lágrimas seguían saliendo.
"¿Estás loco?"
Lamentándose, se mordía el labio, completamente insano y bañado en sudor.
Finalmente, las visiones se detuvieron.
El remolino desapareció y solo quedaron restos de arena, ramas, hojas y cristales.
Bruno por fin pudo respirar ahora sintiendo el verdadero dolor tras la pérdida de su ojo, soltó el cristal y tapó el hueco por el que se desangraba.
Se quitó la ruana rompiendo un pedazo de su camisa y la presionó contra la herida intentando parar el brote.
Su mente lo interrogaba, lo que había hecho no tenía nombre, no tenía perdón, estaba demente, en el peor punto de su sanidad mental ¿Qué le diría a su familia? ¿Qué se volvió un lunático por tener visiones y la única cura fue sacarse un ojo? ¿Y si se hubiera sacado los dos?
Su Don se vio, consecuentemente, débil.
Los cristales de las visiones "Fantasmas" se convirtieron en arena.
Quedando solo la visión real, la de Mirabel.
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La vela parpadeó, Alma rápidamente fue hacia ella sintiéndose rara, como una presión en el pecho que le alertaba de algo malo.
La familia también se sintió extraña, como si una nube negra se hubiera posado en casita, un ambiente fúnebre y triste que los hacía sentir decaídos, con sentimientos que no podían explicar.
Una maldición había caído sobre ellos desde ese momento.
Que lástima que se dieron cuenta años más tarde, cuando ya no había nada por hacer.
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Infame | Bruno Madrigal
Fanfiction"Si los rumores de Bruno fueran ciertos, entonces no habría final feliz." ➞ Bruno Villain AU