CAPÍTULO X

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Todo el pueblo se marchó murmurando entre ellos, sorprendidos por la ceremonia que fue un fracaso, algunos sentían lástima por la pobre niña y otros comenzaban a especular al respecto.

En la cocina todos los Madrigal se reunieron mientras que Julieta calmaba a su madre con un té verde, se veía bastante ansiosa y con un dolor en su interior, tenían que discutir ya y buscar una solución ¿Cómo deberían tomar ese suceso?

— ¿Qué hacemos? — Agustín habló.

— Fue una clara señal de que algo está sucediendo con el milagro. — Pepa se abrazaba a sí misma.

— ¿La magia está en peligro? —

— Quizá. —

— Mamá ¿Tú sabes algo al respecto? —

Alma seguía como en su trance aún asustada, tenía miedo de todo lo que podría significar la bendición, perder de nuevo a su familia y hogar, no estaba dispuesta a hacerlo, nadie lo estaba.

— Hay que calmarnos primero... Y-yo no sé qué pasó, e-estoy tan confundida como ustedes. —

— ¿Qué pasará entonces? — Pepa era la más ansiosa de todos, temblando y provocando que su nube comenzara a nevar.

— No sé... No sé qué debemos hacer. —

Todos estaban muy preocupados, tenían un gran problema que resolver y nadie sabía cómo, temían que si no actuaran lo más pronto posible este podría empeorar. La más deshecha era Julieta que ahora mismo no se imaginaba como estaría su hija, se preguntaba por qué ella, porque fue la única desafortunada que no fue iluminada con la bendición.

En su mente ideaba una estrategia para enmendar este revuelo, hasta que encontró una posible solución.

— Bruno... Él puede saber qué está pasando. —

— ¿Bruno? No ha salido de su habitación en días, a él no le importa esta familia. — Se esperaba esa respuesta por parte de su madre.

— ¡A él no, pero a mí sí! Me importa lo que le pueda pasar a Mirabel. —

— No, no quiero que se involucre. —

— Mamá, la magia está peligrando, está débil, yo apoyo la idea de Julieta. —

— ¿Y sí lo que ve es malo como todas sus visiones? — Alma comenzó a agitarse.

— Al menos así sabemos que podemos hacer algo al respecto para que no suceda ¡Se trata de mi hija! Mi hija es la víctima aquí. — Se armó de valor conteniendo su llanto.

— Julieta, tranquilízate. — Agustín la abrazó ocultando su rostro en su pecho.

— Sí el milagro se pierde, nos quedaremos sin hogar y sin magia. — La pelirroja sintió escalofríos tan solo al decirlo.

Las palabras de Pepa estremecieron a Alma, debía aceptar que tenían la razón, si esa vela se apagaba todos estarían perdidos, el esfuerzo de su difunto esposo sería en vano y ella se sentiría horrible por qué sería su culpa al no hacer nada, su atención solo se centraba en la salvación del milagro haciendo de lado los sentimientos de Mirabel.

Bruno podría ayudarlos... O quizá no, después de todo su relación con su hijo había decaído fuertemente y ni siquiera hablaba con él si no era para reclamarle cosas o pelear, era muy contra diciente que fuera a pedirle una visión cuando ella se lo había prohibido en primer lugar.

Su orgullo podía más que ella, no quería flexionarse para pedir un poco de ayuda, no quería, pero tenía que hacerlo.

— Todo depende de ti; casita, la familia, Bruno... —

La abuela aceptó hablar con su hijo, un poco por la presión y un poco por que de verdad le importaba. Si algo nunca pudiera olvidar era el ambiente tan deprimente que rondaba por su torre, la hacía estremecerse y deprimirse también.

— ¡V-ve el futuro de Mirabel! Dime q-que es lo que ves... — Suplicó.

Nada bueno pasará y lo peor de todo es que nunca se los dijo.

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Al día siguiente su madre entró a su habitación esperando la respuesta, lo buscó y lo llamó, pero jamás encontró nada, su reacción inmediata fue lo que ya suponía, que a su hijo no le importaba la familia y por eso les daba la espalda.

Fue todo un escándalo cuando Bruno desapareció, Alma enfermó de la pena por la traición, pasaron días buscándolo y los comentarios del pueblo no se hicieron esperar, las suposiciones que decían sobre lo que le había pasado eran terribles arruinando por un momento a los Madrigal.

Alma mandó a quemar su acta de nacimiento, las fotografías y cualquier cosa que estuviera relacionado con él, su habitación fue bloqueada con madera y se prohibió hablar del asunto.

— ¿Y sí le pasó algo? —

— Bien lo tiene merecido, es una vergüenza para esta familia. — Alma se volvió más rígida, su corazón se endureció aún más.

De esa manera comenzó la presión que metía en cada miembro, debían recompensar los errores de Bruno esforzándose el doble y mostrarse más serviciales para que la comunidad volviera a confiar en ellos; a Pepa se le exigió que reprimiera aquellas emociones que provocaban desastres como la lluvia o nieve, a Julieta pasar todo el día en la cocina preparando platillos que debía darle al pueblo.

Mientras que, para compensar la desgracia de Mirabel, sus hermanas debían hacer lo mismo siendo Isabela la más afectada pues no quería ser rechazada o excluida por eso siempre se mostraba complaciente con su abuela, Luisa pasaba más tiempo con el pueblo haciendo todo lo que no podían hacer, nunca se negaría a realizar una tarea, era fuerte, podía con todo.

Y finalmente Camilo, sufriendo también las consecuencias de mas malas decisiones, sintiendo envidia por su prima que no hacía nada por qué no le servía a la familia, él todos los días tenía tareas pendientes, servicial y atento con los demás, no pudiendo disfrutar completamente de su infancia como Mirabel.

Nadie pudo poner límites, vivían día a día sobrexigiéndose ocultando todo aquello que era mal visto por su abuela.

FIN DEL FLASHBACK.








˗ˏˋ Notas del Autor ˎˊ˗

Para avisar que las actualizaciones son cada dos días, ya tengo los capítulos escritos y los iré subiendo poco a poco<3 


Infame | Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora