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El aire escapó de sus pulmones en forma de suspiro, su mente quedó en blanco y sus ojos miraban distantes aquella planta bajo sus pies, pequeña y lista para cortar. De cuclillas se agachó y la tomó tras poder reaccionar de la sorpresa, postrada en una maceta no necesitaba tocar sus espinas para darse cuenta de lo afiladas que eran.
Jamás, ni en sus sueños imaginó que podría ser capaz de crear tal abominación, algo tan insípido como aquellas plantas sin flor, no encontraba lo bello en eso.
Isabela tomó la maceta, la examinó por algunos segundos más sin darse cuenta de que retrocedía lentamente. A cada paso que daba, cada lugar donde sus pies pisaban emergía nuevos tallos con filos puntiagudos, un rastro que le impedía avanzar si no quería sentir como se clavaban en su carne. Las manos le temblaban haciendo que en un descuido torpe soltara la maceta que se estrelló contra el suelo rompiéndose en pedazos, ahí fue cuando un segundo golpe de realidad sacudió su cuerpo por completo, cuando la tierra húmeda ensució su delicado vestido violeta, cuando algunos trozos botaron sobre la piel al descubierto de sus zapatos, no se imaginaba lo que pasaba a su alrededor.Qué su temor se volviera un mecanismo para hacerle saber que estaba en peligro y se evidenciaba cuando las flores empezaron a perder su color brillante tornando otro tipo de colores sombríos, verdosos y oscuros. Cuando de los rosales los pétalos comenzaron a caer dejando solo los tallos con espinas, cuando nuevos cactus emergieron a sus alrededores variando en la especie.
Bruno desde del fondo miraba complacido el cambiante panorama y ambiente, ya no era tan dulce o hermoso como solía serlo, sino todo lo contrario y no descansaría hasta que arrancara este problema de raíz.
Así que cauteloso desprendiéndose de las lianas caminó hacia su sobrina, lo bueno recién empezaba.— Mira cómo se marchita tu don, Isabela. — Dijo como provocación acercándose cada vez más hasta subir a donde se encontraba.
— Yo no entiendo por qué soy capaz de crear tal atrocidad. —
— Oh no, no. No es una atrocidad, lamento que lo hayas interpretado así. — Sonrió. — Te dije que tu don maduraría como las uvas en la vid, recuerda que la belleza es subjetiva y qué tu no puedas verla en esto es muy decepcionante. — A sus espaldas mantenía empuñada la cuchilla esperando a que ella se diera la vuelta.
Su respiración estaba agitada sin dejar de temblar siendo consumida por el terror de saber que un asesino estaba a sus espaldas, pero no quería ni verlo por qué, aunque no lo admitiera, estaba horrorizada.
Bruno seguía caminando con mucho cuidado hasta quedar solo a unos cuantos metros de distancia, así que ella no le daría la cara, bueno, su trabajo sería mucho más fácil si ella no pondría resistencia. Alzando la daga lista para atacar la sonrisa de sus labios se extendió oreja a oreja donde sus pupilas se dilataron, ese sentimiento placentero cuando vería la sangre correr debajo de él empapando su ruana, manchando sus manos, se animaría a probarla y degustarla hasta saciar su implacable sed.
Antes de que el mayor pudiera hacerle un rasguño Isabela se giró hacia él y al ver su postura de ataque, con sus brazos se cubrió para recibir el impacto.
— ¡Isabela! —
— ¡No! —
El de las visiones quedó estático, algo le impidió actuar y lo retenía con fuerza; las lianas sujetaban su mano derecha pasando también por sus tobillos y brazos, inconscientemente Isabela las había invocado para que la protegieran. Viendo que aún mantenía la fuerza y control sobre su poder no se dejaría herir por su tío, ella se encargaría de eliminarlo para que dé una vez por todas dejara de atormentar a su familia y no pudiera concluir sus viles deseos.
Haciendo otros movimientos logró arrastrarlo lejos de ahí, apretando sus puños obtuvo que los enormes tallos fueran afilados y que se clavaran en Bruno hasta exprimirle el vientre.
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Infame | Bruno Madrigal
Fanfiction"Si los rumores de Bruno fueran ciertos, entonces no habría final feliz." ➞ Bruno Villain AU