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La puerta se abrió suavemente, el rechinido hizo reaccionar a la rizada, un brillo de esperanza se miró en sus ojitos.
— Antonio... —
El pequeño la miró triste y cerró la puerta tras haber entrado, caminó muy tímido y avergonzado hacia ella, como arrepentido de algo.
Mirabel se deslizó haciéndole un hueco en su cama, indicando que se acostara ahí.
— La abuela... ¿Te regañó por mi culpa? — Su vocecita sonaba decaída.
Ella suspiró afligida.
— No Antonio, ven, siéntate. —
El menor subió a la cama y se acurrucó a un costado de su prima, ella lo arropó con la misma manta que Casita le había dado, para calmarlo acarició sus rizos con delicadeza, ella le transmitía paz.
Antonio había escuchado toda la conversación y se sintió muy apenado por qué su abuela y madre querían separarlo de la única persona que lo comprendía, él deseaba que Mirabel tuviese una puerta, deseaba que su abuela no fuera tan dura con la familia.
— ¿Me dejarás de hablar? — Preguntó.
— Claro que no, nunca lo haré, eres mi primo favorito, adoro jugar contigo y tus animales de peluche. — Sonrió.
— Pero la abuela dice... —
— La abuela trata de protegerte, quiere lo mejor para ti. —
— Es muy dura. — Susurró.
— Lo sé, ha sufrido mucho, hay que tenerle paciencia y no dejar que eso nos separe. — No soportaría si Antonio también la rechazara, de alguna manera se veía reflejada en él.
Era tan pequeño como para cargar con una responsabilidad tan grande como lo era un don mágico.
Sentía las inmensas ganas de protegerlo y acogerlo como suyo.
— Quiero quedarme aquí para siempre. —
— ¡Te vas a quedar aquí para siempre! — Le hizo cosquillas juguetonamente.
La risita de su primo resonó por toda la habitación.
— Te quiero Mirabel. — Sus bracitos la abrazaron dando un bostezo para después cerrar sus ojos y quedarse dormido.
— Yo más, Antonio. —
Del otro lado de la puerta, otra persona espiaba y escuchaba con atención, cerró sus puños enojado y se marchó de ahí cuando ya no pudo escuchar movimiento.
Sus pasos resonaron por los pasillos, la familia se había ido a la cama siendo el único que aún se mantenía despierto.
Abrió el cerrojo y azotó con fuerza la madera al entrar en una de las habitaciones.
— ¡Es que no lo entiendo! — Desató su molestia gritando.
— Estoy ocupada, vete. — Una segunda voz se escuchó al interior del cuarto.
— ¿Por qué la prefiere antes que a nosotros? Somos sus hermanos. —
— Sí ¿Eh? Pues no te he visto jugar con él en meses. —
Dolores estaba acostada en su cama leyendo un libro, no le prestaba tanta atención porque no le importaba. Camilo caminaba sumamente enojado de un lado a otro desahogando su resentimiento, hacía ademanes y comenzaba a decir cosas que no eran posibles de entender.
— Si tanto te importara harías algo al respecto, no solo quejarte. — Le lanzó el libro para que se callara.
— ¡Hey! — Camilo se quejó y se cruzó de brazos.
— Cuando tenga su Don, todo va a cambiar. — Dolores se levantó suspirando, también se sentía un poco mal de que su hermano prefiriera a alguien más, pero no como él.
Camilo se ablandó. Sentía celos, pero... ¿De quién? ¿De Mirabel por "adueñarse" de su hermano o de Antonio por ocupar su lugar con Mirabel? Tal vez de ambos.
Dolores sabía por lo que pasaba el menor, había una especie de relación amor- odio entre Mira y Camilo, casi siempre se les veía lanzándose indirectas, compitiendo y tratándose como rivales, pero a su vez ignorándose, hablando en algunas ocasiones normal y riendo en las comidas familiares.
Acogió entre sus brazos a su hermanito.
— Aún puedes solucionar las cosas, tienes el poder de hacerlo. — Susurró.
— Ya no es lo mismo, ella siempre quiere sobresalir y eso me molesta, además, quiere que Antonio no reciba un don solo para no sentirse sola. —
Dolores sabía que eso no era real pero no quería meterse en problemas sabiendo como era su abuela.
— Ya verás que rápido se olvidará de Mirabel cuando obtenga su puerta. — Trató de consolarlo. — Entonces volveremos a ser tres. —
— Volveremos a ser tres. — Sonrió.
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FLASHBACK.
Todos estaban maravillados con la puerta de Camilo, de cómo había sido bendecido por el milagro. La ceremonia fue todo un éxito, la música sonaba alegre haciendo a todos bailar, la comida era deliciosa, las bebidas se acababan muy rápido, los Madrigal celebraban alegres y ambientados.
Mientras tanto en la guardería, ambos niños de cinco y cuatro años respectivamente, charlaban y jugaban.
— ¡Hazlo de nuevo! ¡Hazlo, hazlo! — Una pequeña Mirabel sentada en el suelo gritaba animando a su primo.
— De acuerdo. — Sonrió mutando en su hermana, pero al no tener un dominio sobre ello, su apariencia se distorsionó combinando elementos de la forma original de Camilo y de Dolores.
La de gafas soltó una risa.
— ¡No te burles! No es tan fácil como parece. —
— ¿Puedes transformarte en mí? —
— Lo intentaré. —
Volvió a sacudirse logrando correctamente su objetivo, una doble de Mirabel estaba frente a ella.
— ¡Wooah! — Sus ojos brillaron asombrada.
— Soy Mirabel, me gusta coser y correr por ahí. — Imitó su voz haciendo gestos exagerados, una clara burla a su prima.
— ¡Yo no hablo así! —
Camilo salió de la habitación corriendo por los pasillos siendo perseguida por Mira. Los dos eran más hermanos que primos, nunca podías verlos separados pues siempre se mantenían unidos, jugaban todos los días y ayudaban a su familia en lo que podían.
Los más pequeños atraían la alegría al hogar.
— ¡A que no me atrapas! — Se burló.
— ¡Lo haré! — Mirabel se abalanzó contra su primo, ambos se estrellaron contra el suelo haciendo que el mayor volviera a la normalidad.
Las risas no se hicieron esperar.
— ¡No puedo esperar a tener un Don como el tuyo! — Se veía emocionada. — ¿Cuál crees que sea? —
— Uhm... N-no lo sé, pero no será mejor que el mío. —
— Que gracioso. — Dijo sarcásticamente.
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Infame | Bruno Madrigal
Fanfiction"Si los rumores de Bruno fueran ciertos, entonces no habría final feliz." ➞ Bruno Villain AU