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— ¡MIRABEL! — Gritó desde arriba al observar el agujero por el cual había caído.
El impacto fue aún más doloroso desde la última vez que entró, sus brazos protegieron su rostro, pero una punzante contracción en una de sus piernas la hizo quejarse. Se arrastró tosiendo el polvo que levantó, se reincorporó en cuanto antes y haciendo demasiado esfuerzo logró ponerse en marcha para escapar de la terrible pesadilla en la que había despertado.
Sí eso era su realidad, prefería estar en sus sueños, en los cuales la familia era como antes, que todo era como antes y no había amenaza alguna que los pusiera en peligro, que su destino no estuviera en las manos de otro, jugando entre la delgada línea de la vida y la muerte.
Balanceándose, se agarraba de las viejas maderas, en los estrechos pasillos de fría piedra que le hacían mantener el equilibrio, las lágrimas rodaron por sus mejillas, se lamentaba por todo lo que una simple visión había causado ¿Entonces eso es lo que estuvo haciendo cuando no estaba con ella? Qué manera tan déspota de mentirle, ya no sabía en quién confiar, claramente en él ya no.
¿Y qué hay de su familia? Tampoco estaban en la lista, porque si Bruno era malvado, los Madrigal podrían serlo aún más.En sus pies sintió cosquilleo; eran las ratas de Bruno que se los mordieron y jalaban de su falda para tratar de detenerla. Entonces él estaba muy cerca, asustada corrió recordando el viejo camino hacia el escondite, ahora que era su única salvación tenía que lograrlo antes que él.
— ¡Mirabel, ven aquí! — Le gritó.
Estuvo a punto de maldecirlo, pero estaba demasiado ocupada tratando de esquivar los pedazos de madera, tablas viejas que se le cruzaban en el camino, cualquier obstáculo que le dificultara el paso. La adrenalina recorría cada uno de sus nervios poniéndolos de punta, y el seguía detrás suyo llamándole, pidiéndole que se detenga para que pudieran hablar.
Al llegar al mismo precipicio donde una vez había caído, frenó en seco tambaleándose en el borde ¿Cómo poder cruzarlo? Buscaba una manera segura de hacerlo, sin nada a su alrededor solo le quedaba una sola cosa por hacer.
— ¿Por qué has de temerme a mí? ¿Yo? ¿El que te ha estado protegiendo? — Escuchaba desde atrás, la voz que se volvía más próxima.
Retrocedió unos cuantos pasos para tomar impulso y saltar el terrible agujero.
— ¡Mira! — Gritó Bruno una vez que estuvo al borde.
Logró aferrarse a una de las tablas porque caer de pie era casi imposible, se arrastró y logró subir con éxito. Sin dedicarle una triste mirada, continuó huyendo lo más veloz posible.
Bruno apretó sus puños con furia, no se iba a alejar de él así de repente. Así que imitó su movimiento llegando al otro extremo, sus reflejos seguían siendo lo bastante astutos para su edad.
— ¡Aléjate! — Mirabel huyó despavorida.
— ¡Solo trato de ayudar! — Respondió.
La salvación llegó a ella cuando vio la luz emitida del escondite de su tío, se apresuró a llegar empujando con fuerza la vieja puerta de madera de la cual algunas astillas se clavaron sobre sus brazos y la palma de su mano. A sus lados buscó algo para cubrir la entrada y que él no pudiera alcanzarla jamás, optó por lo clásico, la vieja silla de madera en la cual colocó, otros objetos más pesados y así poder protegerse.
No bastaron ni dos segundos para que Bruno comenzara a alardear afuera, rogando, suplicando y gritando que le abriera la puerta mientras le daba explicaciones para justificar sus actos. Nada en el mundo podría justificar tales aberraciones, ni siquiera alcanzar a comprenderlas.
Mirabel seguía desesperada y hundida en su propio terror, se mordía las uñas con ansiedad, se agarraba de los cabellos hasta arrancárselos, y sollozaba en silencio para después tirarse al suelo consumida por el llanto. Estaba totalmente vulnerable, estaba bajo las garras de un completo desquiciado.
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Infame | Bruno Madrigal
Fanfiction"Si los rumores de Bruno fueran ciertos, entonces no habría final feliz." ➞ Bruno Villain AU