Solo ocurre una vez

19. Primera cita

Iker Bennett*

Quede de pasar por Mia cuando terminara de trabajar. Hoy es nuestra primera salida y aunque ella no lo sabe, para mí es muy especial. Planeo pedirle que sea mi novia.

Desde el último beso que me dio delante de todos cuando les dije que me gustaba han pasado 5 meses. Pero nuestro trato ha cambiado, actualmente me deja abrazarla y ella me demuestra su cariño. He entendido que para ella todo es diferente y nuevo. Sé que dio su primer beso conmigo y que oficialmente a partir de hoy seré su primer novio, claro, si todo sale bien.

Quiero que todo esto que esta apunto de vivir sea bueno, que pueda recordarlo por el resto de su vida con una sonrisa en el rostro.

Miro el reloj de mi muñeca y son 4:56. El restaurante se cierra a las 5. Calculando el tiempo de recoger y de limpiar el espacio. Apenas y estoy a tiempo.

Cuando paso a recogerla ve que nos iremos en el carro de Derek.

— ¿En carro?

—Claro, ¿No pensarás que te llevaré caminando, o si? —lo digo justo antes de cerrar su puerta.

Entro en el carro y me coloco el cinturón.

—Espera, ¿Sabes manejar?

—Es la primera vez. —Lo digo para espantarla. Me acerco a ella le coloco el cinturón de seguridad y cuando percibo que está nerviosa, digo —Estoy jugando, claro que se.

—Bien —exhala y lo dice para tranquilizarse. — ¿A dónde vamos?

—Ya lo verás.

El tráfico no es mi mejor aliado. Y me doy cuenta que ahora el nervioso soy yo.

—Tranquilo, todo estará bien. —Le digo a mi yo interior.

Después de una hora y doce minutos de retraso entramos en un estacionamiento.

— ¿Lista?

— ¿En dónde estamos?

—Si te lo digo de todos modos no sabrás.

—Tienes razón, déjame volver a formular la pregunta.

—Dime

— ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué ahí aquí?

—Es un museo. Venimos a ver obras de arte.

—Entiendo... vamos. —Le quita el seguro a la puerta y la abre, pero ve que no me muevo, entonces voltea. — ¿Qué haces?

—Estoy contemplando la obra de arte más bella

Se sonroja y se voltea para que no lo note.

—Listo, logré mi cometido, ahora podemos irnos.

Les juro que la sensación, la esperanza y la ilusión con la que Mia ve las pinturas y las esculturas es la mismo que yo tengo cuando la miro.

Estamos por el penúltimo cuadro y le digo que tengo que contestar una llamada, que no me tardo. La chica que nos está haciendo el tour le dice que siga al siguiente cuarto y al girar entra a oscuras, en el centro se encuentra un cuadro tapado con una tela blanca. La guía le dice:

Este cuadro es nuestra más reciente adquisición, sólo existe una versión. Fue creada por un chico y es la primera pintura que logra hacer que entre en la galería.

La chica se acerca y descuelga la tela dejando a la vista un cuadro pintado a blanco y negro. Es un retrato de la cara de Mia.

El cuadro representa muchas cosas, pero dejaré que el autor se las diga.

En ese momento se enciende una luz del cuarto, el reflector está apuntándome y le dijo casi en susurro. —El cuadro manifiesta, belleza, seguridad y esperanza. Eso ocasionas en mí y eso es lo que quiero que ocasioné en los demás.

Ella se seca las lágrimas con la manga de mi sudadera.

—Mia, sé que todo esto es nuevo para ti y créeme también lo es para mí. Sin saber la respuesta puedo decirte que este día se quedará grabado para ambos. Hace unos meses dijiste que aún no te preguntaba y hoy quiero hacerlo.

Me aclaro la garganta y me animo a decir, —Mia, ¿Quieres ser mi novia?

Ella no logra formular alguna palabra y siento que el tiempo asa cada vez más lento. Incluso escucho mis latidos. Las lágrimas se apoderan de ella pero sé que es una reacción y sensación buena. Doy unos pasos hasta quedar enfrente de ella y como niña pequeña mueve su cabeza aceptando.

Con ambas manos le seco sus lágrimas y le planto un beso.

Ella se aleja para susurrarme algo y escucho

—Te quiero maniático

—Te quiero bipolar.

Unimos nuestras frentes y es ahí cuando el cuatro se llena de luz y los gritos de los vecinos, de Derek, la señora Renata, Claudia y mi mamá aplauden.

¿No creían que los excluiría de tan gran momento verdad?