34. De viaje

11 4 0
                                    

Elizabeth*

Desde que salimos de la vecindad subimos a una camioneta color café y a decir verdad pensé que sería un viaje corto, pero llevamos alrededor de 1 hora conduciendo. Mireya me quitó el celular cuando las llamadas fueron más constantes y mi ansiedad no me dejaba de decir que debía contestar.

-¡Sueltalo!, eso no era parte del plan. -me aferro al teléfono.

Saca una risa burlona, -Como si enamorarte de ese tipo también hubiera sido parte del plan.

-¡Ya lo sé!, lo siento.

-Si ya lo sabes tendrías que saber que ahora no hay vuelta atrás.

-No estoy diciendo que no vaya a hacerlo. Sólo necesito saber si está bien.

-Por supuesto que no lo está. ¿Qué clase de chica enamora a un chico cuando sabe que no va a funcionar?

-¿Que no la idea era hacer que alguien de la vecindad sacara la infromación ?

-Si, pero no enamorarlo.

-De todos modos iba a jugar con su mente para que nos ayudara inconcientemente.

-¡Claro y preferiste jugar también con su corazón!

-¡Soy un moustro! -solté el teléfono y al llevar mis manos a mis ojos Mireya apaga el teléfono y lo tira en la carretera.

Al ver la acción siento muchas emociones -¿Qué te pasa? ¿porqué lo hiciste?.

-Creí que ya habías entendido que no podrás contestar o volver a tener contacto con ellos.

-Y lo entiendo, pero... Podía quedarme con el aparato aún sin usarlo. Me lo regaló Iker, fue... de nuestros primeros acercamientos.

-¿Y dejar que tuvieras la inquietud y la tentación de contestar? no gracias, mejor así.

Estoy sentada con mis piernas dobladas encima del aciento, mis rodillas quedan justo enfrente de mi y las abrazo con mis manos. De vez en cuando hundo mi cara entre el hueco que queda de mis brazos y mis rodillas. Practicamente lo hago cuando no logro contener el llanto.

Hemos parado un par de veces, para pasar al baño, echar gasolina o comer algo en las tiendas que aparecen en la carretera. El aburrimiento, el cansancio, el sueño y mi inquietud comienzan a hacer presencia sintiendo opresión en mi pecho. Iker siempre que entendía que estaba pasando o apunto de pasar por un ataque me tomaba de las manos y respiraba conmigo. Bajo el vidrio hasta abajo, cierro los ojos e imagino que Iker está enfrente de mí, toma mis manos y respiro varias veces pero lento, justo como lo hacíamos juntos.


























·

Solo ocurre una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora