25. ¿Quién es ella?

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Mia*


Miro el reloj de mi celular y son las 4:29 am. La fiesta terminó hace unas dos horas. Y desde entonces estamos en la azotea.

El aire hace que se nos baje lo poco que bebimos.

— ¿Me regalas? —señalo el cigarrillo que tiene en la mano Iker.

—Creí que habías dicho que no fumabas.

—No lo hago, pero creo que hoy sí lo necesito.

Estira su mano y me lo da.

Doy una calada profunda y mientras cierro los ojos dejo salir el humo lentamente.

—No parece que no lo hagas seguido. —lo dice sorprendido.

Porque lo hago seguido —lo digo en mi mente.

—El hecho de que lo haya probado antes, ayuda. —le doy otras dos caladas y se lo regreso.

— ¿Ya me vas a contar quién era ella?

Pongo mis ojos en blanco, sabía que no lo iba a dejar así —Bien tú ganas, pero promete que no le dirás a nadie.

Se levanta del lugar en el que estaba y toma asiento a mi lado. Toma mi mano y la besa, entonces responde, —me parece. —sonrío al ver que recuerda el procedimiento de nuestras promesas. Yo de igual manera beso su mano y respondo —me parece.

Tardo unos segundos en descifrar que es lo correcto, ¿le diré todo?—Era una compañera de Celda de mi madre. —Mierda, debiste analizar más tus palabras.

— ¿De celda? —se queda anonadado y eso que sólo formulé una frase —creí que no sabías en donde estaba.

Me limpio mis manos con la tela del vestido que traigo puesto. —Cuando ingresé al hospital no sabía muy bien que era lo que ocurría, solo tenía 8 años. —cierro los ojos porque siento que eso me ayudará a poder decirlo— cuando tenía 12 comenzaron a llegarme cartas.

— ¿Cartas?

—Todas eran de Zaira —en ese momento volví a abrir los ojos.

— ¿Quién es Zaira?

—Mi mamá.

Me tomé un tiempo para poder seguir.

— ¿Qué decían las cartas?, no, mejor dicho, ¿Porque tu madre está en la cárcel?

Planeaba decirle todo, de verdad, pero no pude. No puedo involucrar a más personas. No le puedo hacer más daño del que ya le estoy haciendo.

—Iker, perdón —me incorporo y me acerco a la barda. La que nos permite ver la calle y las personas que pasan en ella. Sólo que esta vez, por la hora, no hay nadie. —no puedo contestar esas preguntas.

—Bien. —toma lugar a lado de mí. —tienes razón, dijimos que lo diríamos cuando pudiéramos. Aún no estas lista y lo entiendo. Toma entre sus manos mi mano derecha y con el movimiento de su pulgar me hace las cosas más difíciles. Sabía que tarde o temprano pasaría esto; que Mireya vendría a buscarme, que Iker me haría preguntas, que tendría que decidír que hacer, pero no así. No ahora. 

Sé lo que tengo que hacer, pero no quiero hacerlo. Así que sólo me dejo llevar. Sólo por esta noche...


Iker Bennett


Su mirada me dice que lo que oculta es algo grande. Incluso siente que puede decepcionarme, pero ¿Por qué cree que las acciones de su madre me harían cambiar de parecer sobre ella? Desvía su mirada y sólo quiero abrazarla. Quiero que sienta y que sepa que estoy aquí con ella, que estoy para ella sin importa la situación. Así que la tomo por atrás y la abrazo. Su cabeza queda a la altura de mi nariz y obtengo su olor de shampoo.

Ella se gira para quedar enfrente de mí y se inclina para besarme. Correspondo ese beso pero encuentro en él algo diferente. Su respiración está agitada y el beso aumenta de tensión.

Se separa de mí y comienza a abrir mi camisa, botón a botón. Cada que hay un poco de mi piel descubierta ella se acerca y planta un beso más. Cuando llega a mi ombligo siento un hilo de electricidad. Se incorpora y me vuelve a besar, está vez con sus manos en mi cuello. Estoy en shock y no porque no sepa que es lo que está pasando. Es sólo... que no sé cómo reaccionar ante ella.

Mi cuerpo comienza a querer seguir y llegar a otro nivel. Entonces me separo de ella y tomo aire.

—Deberíamos bajar.

— ¿Por qué? ¿No podemos hacerlo aquí?

El que sea directa hace que me excite aún más.

— ¿Te estás escuchando?

—por supuesto. ¿Qué crees que fue lo que dije?

— ¿Qué paso con "ir despacio"? —mi voz suena agitada.

— ¿De verdad vas a pensar en eso justo a aho...

—A la mierda —lo digo casi en susurro y vuelvo a acercarme a ella. La beso. Una de mis manos está en su cuello y la otra sube lentamente su vestido.

Obviamente quiero romperlo, quitarlo de un tirón. Hacerlo ya. Pero me contengo.

Mis dedos sienten la calidez de su piel y cuando el movimiento de mi mano llega a su abdomen veo como su cuerpo se falsea. Con ambas manos le ayudo a quitarse el vestido y la contemplo. Su cuerpo. Todo en ella hace que me vuelva loco.

La dejo recargada en la barda y toco sus pechos. Le quito el brassier y demuestra que ella también esta excitada. Me acerco a ella y vuelvo a besarla mientras mis manos recorren su cuerpo. Están conociendo el terreno. Esta vez no entre sueños.

Mi cuerpo siente que ya no puede más y es por ello que le muerdo el labio inferior. Suelta una risa y hace que me provoque mayor intensidad. Me acerco a ella, dejo caer mi cuerpo y de igual manera la acerco a mí. Sé que ella está sintiendo mi erección. Es por eso que comienza a besarme el cuello. Entonces, dirijo mi mano a sus pantis y la toco, en principio por encima de su ropa, pero sus sonidos suben de intensidad. Sus gemidos están en mi odio —Iker. ¡Dios!, Iker.

La tomo de la mano y la acuesto en la cobija en donde siempre nos sentamos.

— ¿Quieres que pare?

—No digas eso por favor. —su voz es más un lamento.

—Mírame. — Me ve. — ¿Estás segura que es lo quieres?, no quiero que te sientas presionada o que mañana te arrepientas.

No me contesta pero me besa con una intensidad que nunca lo había hecho. ¿Pueden creer eso?, las miles de maneras que se puede besar a alguien.

—Dijiste que sabias leer mis besos —me da un beso tierno— ¿entendiste lo que quería decir?

Y así fue. Entendí cada palabra, cada letra que quería decir.  

Solo ocurre una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora