22. El gran día

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Andrea *


Es todo un sueño. Un sueño que no creí fuera a llegar algún día. También fui es chica que sufrió por amor un par de veces y con cada una sentía que su mundo se derrumbaba, que estaba muriendo.

¡Pero que equivocada estaba!

Tengo 22 años y sé que para muchas personas sigo siendo pequeña. A veces de igual manera me siento así. Pero cada quien vive a su manera, vive a su ritmo y a su tiempo. Confió en que la decisión que se tomó hace unos meses atrás es la correcta porque ese hombre hace que así lo sienta.

Estoy lista.

Me encuentro frente al espejo y me miro. Hay una mujer fuerte y bella delante de mí. Sonrío porque dice Esteban que mi sonrisa siempre es parte del outfit.


Esteban*


Llegue a la iglesia a la hora que Andrea me indico.

Tras unos minutos de haber llegado, me dijo Iker que ya se encuentran las damas, mi suegro y mi prometida afuera. El anuncio sólo hizo que mis nervios sobre salieran más.

Meto mi mano a mi bolsa del pantalón y siento algo. Lo saco un poco para ver qué es. Mis ojos divisan una hoja y recuerdo que es la hoja en donde escribió Iker mis votos. La vuelvo a meter y la aprieto.

No les miento, tengo ganas de hacer pis. Aunque, tengo muy claro que son por los nervios.

Le dije a Derek que tenía una urgencia y contesto: "todo es mental", Iker añadió, —ni se te ocurra salir de aquí, en cualquier momento entrarán y no puedes faltar tú.

Después de eso, ya han pasado 12 minutos y me arrepiento de no haber ido.

Escucho la típica canción de bodas, Tatatatatan, Tatatatatan y las ganas de ir al baño aumentan. La veo entrar del brazo de su papá y mis latidos se aceleran como cuando estás en un juego mecánico. E incluso pasa por mi mente la idea de que se me ha bajado la presión.


Andrea*


Entro del brazo de mi padre. Y los invitados se ponen de pie.

El sacerdote aparece y hace una cruz en el aire. Estoy a punto de llorar e intento contenerlo. Pero Esteban extiende su mano para que la tome y cuando se entrelazan nuestras manos una lágrima se me escapa. Él la limpia.

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Llega el momento de decir los votos. Nos giramos para quedar enfrente y unimos una mano. Yo le pido a Esperanza que me de la hoja en donde he escrito los míos y el saca una de su bolsa.


Esteban*


El padre me indica que tengo que iniciar yo. Abro la carta y mis manos temblorosas hacen que tarde en abrir la hoja. Reparo en una hoja con una sola frase escrita: "Solo dile lo que siente, abre tu corazón. Estoy seguro de que ella preferirá eso a palabras escritas por alguien más".

Escucho como el padre hace un sonido para llamar mi atención. Él acerca el micrófono para que los invitados escuchen.

Tomo aire y me animo a decir:

Aclaré mi garganta y dije titubeando. —"T-te quiero y prometo hacerlo siempre".

Ella leyó, "Prometo que, en esta vida que estamos por iniciar juntos, estaré siempre a tu lado, estaré siempre para ti".

Y entonces entendí que diríamos uno y uno. Agregué, "Te prometo que nunca dejaré de admirarte, porque nunca dejaré de aprender de ti cada día".

"Qué la honestidad, el respeto y el amor estén siempre presentes y que ellos sean los que mantengan nuestra relación".

"El amor es un impulso, una necesidad, y créeme, mi necesidad de estar a tu lado". —le rodo una lagrima en la mejilla.

"Amor es lo que siento cuando te miro a los ojos".

No sé si ella tenía más votos, y sé que posiblemente podría decir otros yo también, pero aquella frase hizo que no me aguantara más y me impulse a ella. La tomé entre mis manos y comencé a besarla.

Claro, ya puede besar a la novia. —El comentario lo hizo el Padre con sarcasmo. Percibí que me había adelantado.

Los invitados estallaron en risas.


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Mia*

La fiesta va de maravilla. Después de la ceremonia religiosa regresamos a la vecindad. La fiesta se llevaría a cabo en una cara afuera de la casa.

Llego mucha gente; por lo que vi eran familiares de ambos, amigos de la universidad que Iker también conocía y compañeros del trabajo Esteban.

Hemos comido una sopa de espinaca deliciosa, además del plato fuerte y el postre. También presenciamos el baile de apertura de los novios. Y desde ahí no hemos para de bailar.

Ambos estamos sudando, estamos cansados de tanto bailar, o al menos intentarlo.

—No sabía que bailaras tan bien.

—Deja de burlarte. Nunca lo había hecho.

— ¿De verdad nunca?

—Bueno si, pero cuando era pequeña.

—Desde entonces ¿No lo volviste a hacer?

—Nou, ¿Recuerdas que soy bipolar? —El obviamente sabe que me refiero al apodo que me uso. Por eso Asentía— Me la pasaba sola todo el tiempo en el psiquiatra.

La voz de Derek interrumpió nuestra conversación.

— ¿Es ella? —le pregunto a una mujer. Ella dudo un momento. ¿Podría hablar con ella a asolas? 





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¿Que esta pasandooooooooo? Diganme en los comentarios que creen que vaya a pasar. Los leo.

Hola lectorxs, espero que les este gustando la historia. Yo solo puedo agradecerles por seguir avanzando hasta aqui e ir descubriendo la historia junto a Mia.

 








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