𝐗𝐗𝐈𝐈

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D R A C O

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D R A C O

Entraron todos detrás de Harry mientras él iba con el porte que lo caracterizaba, la frente en alto y el semblante serio logrando que ningún otro auror se le acercara.

Caminaron entre las celdas, ganándose ofensas y bullicios de parte de los reos mientras él hacía oído sordo a aquello.

—Potter.—lo llamaron detrás de él.

En ese momento agradecieron tener la capa sobre Blaise y el pequeño canario dejando a la vista solamente a Harry.

—Baum.—asintió.

—¿Que te trae por estas celdas?—levantó una ceja.

—Recibí un informe por parte del ministerio, la ministra Granger me pidió bajar a revisar al reo 17089.

—Malfoy.

—Malfoy.—asintió.

—¿Todo bien con él?

—Espero que sí.—asintió.—Ahora si me disculpas...

—Claro, adelante.—sonrió.

Frunció el ceño y se dio la vuelta para seguir caminando, una vez cerca, se quitaron la capa de encima y Draco volvió a su forma humana, entraron y vieron la celda donde se encontraba envuelto en una ligera sábana ajetreada y mugrienta.

—Te dije que seguiría aquí.—Blaise asintió.

Harry quitó el hechizo y abrió la celda logrando que los cuatro hombres entraran, al quitar la sábana todos agrandaron los ojos al verla llena de almohadas.

—¿Que mier...—aplausos resonaron la habitación provocando que los tres se giraran.

—Hola.—sonrió.—Casi lo logran, ¿Verdad?. Felicidades su plan funcionaba, en realidad era muy bueno, te luciste papá.

—Scorpius...

—Pero nunca serán tan inteligentes como yo.—mordió su labio inferior.—Siempre estoy un paso delante de ti, resignate, no vas a estar con ella.—negó haciendo un puchero.

—Ella no tiene la culpa de tus cosas.—Harry hizo una mueca de asco.

—Claro.—rio.—Los salvadores de Lia. ¿El asqueroso soy yo?—frunció el ceño.—Ambos se enamoraron de una niña de diescisiete años, tuvieron trios y se besaban.—nego.—Los enfermos son ustedes.

—Sé todo lo que hiciste Scorpius.—Draco negó.

—Claro.—asintió.—Sabes lo que quiero que sepas.—lo apunto.—Eso es muy distinto.—lo apunto.

Camino hacia ellos dejando que los escasos rayos de luz lo golpearan en la cara dejando completamente confundidos a todos.

—Me gusta el cambio.—pasó su mano por la gran cicatriz que abarcaba la mitad de su cara.—El ojo blanco estaba de más pero tenía que obedecer.—se encogió de hombros.

𝐏𝐞𝐧𝐢𝐭𝐞𝐧𝐜𝐞| 𝐃.𝐌✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora