2.5. Boy.

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- Momo, tengo una duda

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- Momo, tengo una duda.

La chica de fleco detuvo su andar y se giro, sólo un poco más tranquila que antes, hacia Dahyun. Normalmente, no tenía miedo de responder a las preguntas de la bruja, pero después de lo que ya se había desenvuelto ante ella, tenía un poco de temor por el siguiente punto dentro de su herida que debiese ser removido. Aunque no podía culpar a la bruja, estaba en su naturaleza básica la curiosidad.

- Dime. -ánimo paciente y con un gesto que intentó, fuera compasivo- Dispara, Dubu.

- ¿Qué pasó después de la bomba? ¿Contigo y con el cabo Matsuda?

Momo no podía culpar a Dahyun de la bola pesada e imaginaria que sintió caer en su estómago en ese instante. Estaba de más decir que sus temores se habían confirmado al saber que tendría que tocar otra fibra sensible en esa tarde.

Lo peor de vivir un suceso tan delicado en parte es estar ahí y lidiar con las secuelas físicas del mismo a largo plazo, pero ¿qué hay de esas heridas que no se pueden curar? esas que no se ven, aunque duelan como tres bombas nucleares quemando tu cuerpo. Momo ahora no podía dejar de pensar en ello. Además, no podía dejarlo pasar y ese es el problema. Un cosquilleo se extendió por todo su cuerpo, incluso llegando hasta la punta de sus dedos y por tal razón es que tuvo la mirada en ellas. Entre parpadeos podía ver la sangre en sus manos que lograba recordar con los ojos cerrados, así como la evidencia de tales eventos en heridas que curaron.

- Yo... desperté, todo empezó ahí. -su voz se debilitó, estaba empezando a ser absorbida por el pasado, sus dedos temblaban- Ya no estábamos en Hiroshima, era un barco estadounidense. No tengo idea de cómo...

- Tranquila. -Dahyun se había acercado preocupada y la tomaba de los brazos- Mírame, Momo. No tienes que decirme si no lo deseas, puedes dejarlo aquí.

En el cuello de la más alta se notó el movimiento cuando bajo saliva por el orificio de aguja que era su garganta.

- No, yo... -apretó sus ojos un momento y el olor de óxido llego a sus fosas nasales- Él me... Dios.

- Tú puedes, nada malo te va a pasar.

Con duda subió su mirada a la bruja hasta los ojos de la misma y aún sintiendo como todo su cuerpo se desencajaba, metafóricamente hablando. Apretó los puños y lamiendo sus labios antes, preparándose. Entonces, dijo con una sonrisa amarga: - Él me salvó.

       

Agosto 1945.

Un ruido perturbo su sueño y la sustrajo del mundo en donde estaba, supo que era uno metálico porque se repitió mientras abría sus ojos. Se encontró de lleno con una pared metálica oxidada, realmente no tenía una mínima idea de dónde estaba. Lo último que recordaba era la familia y luego...

GЯΣKΉΛ「 satzu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora