Capítulo 3

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- ¿Por qué no vas a hablarle antes de que lo lleven a los dormitorios?

La voz de James Potter sobresaltó a Sirius, quien no había despegado los ojos de su hermano durante toda la cena, aunque eso significaba tener que buscarlo en la mesa más lejana. Se acomodó en su asiento, fingiendo que estaba concentrado en la comida que tenía al frente.

- No creo que sea buena idea- contestó, llenando su vaso con jugo y tomando todo de un trago.

- ¿Por qué?

- Para los Slytherin soy un traidor, James. Si creen que Regulus está de mi lado pueden hacer que su primer año en Hogwarts sea peor que besar un dementor. Mi madre tenía razón, debería alejarme de él por su bien- explicó con un tono de obviedad, pero se estaba tragando el nudo que se le formó en la garganta y de repente las papas que estaba por comer ya no parecían tan apetitosas.

- Discúlpame por mi falta de respeto, pero tu madre es... es...

- Una criatura horrible que usan en los cuentos infantiles para que los niños coman sus verduras y luego las vomiten del miedo- aportó Remus, tratando de completar el comentario que James no pudo continuar.

- Remus Lupin, la señora Black es una persona mayor, no puedes decir eso- lo retó Potter, horrorizado por las palabras de su amigo- Aunque no estuviste muy lejos de lo que estaba pensando.

- Puede ser lo que ustedes quieran, pero ella siempre buscaría el bien de Regulus. Así que, no creo que se haya equivocado al decirme que me mantenga alejado- soltó Sirius, intentando sonar como si no le importara.

- Eres su hermano mayor, tonto, él siempre te va a necesitar cerca- aclaró James.

- Además, por las cosas que cuentas, no pareciera que tu madre busque lo mejor para sus hijos- comentó Peter.

- Literalmente los obliga a quedar en cierta casa de Hogwarts y si no pueden ¿Los llama traidores? No tiene sentido- agregó Remus.

- ¡Y cuando fue a buscarte en la casa de James en navidad!- recordó Pettigrew.

Sirius dejó caer sus cubiertos con fuerza sobre la mesa.

- No hace falta que me recuerden cómo es mi madre, estuve toda mi vida con ella- el mal humor de Black quedó expuesto y sus dos amigos se disculparon.

La preocupación de James continuó hasta cuando los cuatro se encontraban en la habitación acomodando sus camas para dormir. Ninguno quería desempacar, se encontraban muy cansados y notaban el ambiente tenso. Peter fue el primero en correr las cortinas de su cama. Remus le pidió disculpas una vez más a Sirius, el cual le respondió que no se preocupara. Eso dejó tranquilo a Lupin y pudo irse a dormir con un peso menos encima. Por último quedaron Black y Potter, quienes tenían las camas del medio y estaban sentados viéndose.

- No te irás a dormir hasta que hable contigo ¿Cierto?- dijo Sirius en voz baja.

- Sólo quiero saber si estás bien- le explicó James, quien no ignoraba el temblor en las piernas de su amigo y cómo estuvo reteniendo el llanto.

Black negó con la cabeza, llevando sus rodillas al pecho y escondiendo su rostro porque las lágrimas habían comenzado a salir. Escuchó cómo su amigo se subía a  la cama y cerraba las cortinas.

- Fue horrible- sollozó Sirius- Volver a casa fue horrible.

James puso una mano sobre la espalda de Black y con la otra le acariciaba el cabello. Cuando se golpeaba, su madre Euphemia siempre hacía eso y lo ayudaba a sentirse mejor. Con Sirius también tuvo ese efecto.

- Sólo iba a mi cuarto para gritarme y si intentaba defenderme usaba una maldición sobre mí- contó, todavía sintiendo la presencia de su madre y tembló más fuerte. Muchos pensamientos inundaban la mente de Sirius, porque en ese punto no sabía a quién odiaba más: a su madre o a sí mismo- Siento que sin importar lo que haga, ella nunca va a dejar de verme con repulsión. Siempre supe que no siente aprecio hacia mí, pero eso no significa que en algún momento dejé de desear que pueda darme un poco de cariño. Algo tan simple como "Lo hiciste bien" o...

La voz de Black se volvió a quebrar. Se sentía patético. Él sólo quería una persona que lo comprenda, que lo aliente, saber que podía contar con alguien y que esa persona no espere nada a cambio.

- Sirius, comprendo que te duela saber que una de las personas que más debería amarte en el mundo se comporte de esa forma contigo. Es injusto y no puedo hacer nada para cambiarlo. Pero necesito que tú también comprendas algo. No la necesitas para saber lo valioso que eres ¿De acuerdo? Ella tuvo la oportunidad de conocerte y darse cuenta lo genial que es su hijo. ¿Sabes qué? Tu madre se lo pierde. Porque personas malas como ella hay muchas, pero Sirius Black hay uno solo.

Sirius levantó la cabeza, para poder sonreírle a su amigo. Tenía la cara roja y le seguían cayendo lágrimas, pero realmente se sentía mejor. Agarró la sábana para secarse la cara y quería agradecerle a James, mas otra voz sonó por el cuarto.

- ¡Sí, Sirius Black es genial!- gritó Remus.

- ¡Cuando sea mayor quiero ser como él!- Peter desde la otra punta se sumó.

- ¡Tiene la sonrisa más brillante de todo Hogwarts!- Lupin aprovechó para decir lo que pensaba desde primer año- ¡Y su cabello es el más suave del mundo! ¡También tiene manos delicadas!

Sirius comenzó a reír un poco avergonzado. Se sentía la persona más afortunada del mundo al haber encontrado personas tan increíbles como ellos.

- No saben cuánto me hicieron falta en el verano- dijo honestamente, volviendo a sollozar.

Peter y Remus salieron de sus camas para ir corriendo a la cama de Sirius y abrazarlo. Los cuatro se aferraron con fuerza, queriendo que en ese momento se congele el tiempo y puedan quedarse allí hasta que sus brazos se cansen. Black guardaba las muestras de afecto de ese estilo en un lugar especial de su corazón, porque le recordaba todos los abrazos que nunca tuvo de pequeño y que por fin estaba recibiendo.

Ahora los cuatro habían perdido un poco el sueño y se estiraron en la cama de Sirius. Decidieron hablar sobre cómo sería ese año en Hogwarts, las bromas que debían planear, las clases a las que debían asistir y sobre todo Quidditch. James había estado guardando su emoción, porque estaba más preocupado por su amigo, pero en el momento que mencionaron aquel deporte no pudo dejar de hablar.

Ese año tendrían la oportunidad de intentar ingresar al equipo de Gryffindor y Potter pudo traer su escoba a Hogwarts. Tanta era su pasión que propuso  ir temprano al campo de Quidditch para volar, ya que era fin de semana y no tendrían clases. Remus y Peter intercambiaron una mirada de disgusto, porque realmente preferían pasar la mañana durmiendo. Sirius prometió que lo acompañaría.

Sabían que la conversación estaba llegando a su fin. Peter se tapó con la sábana y agarró una de las almohadas, Remus comenzó a cerrar los ojos de forma involuntaria y apoyó la cabeza en el hombro de Sirius para no caerse, el cual tampoco dejaba de bostezar. James seguía hablando, pero notaba que ya nadie estaba respondiendo.

- Sirius- lo llamó, porque no quería irse a dormir sin decirle algo a su mejor amigo. El otro lo miró fijamente, intentando dejarle en claro que le estaba prestando atención- No dejes que tu madre intervenga en tu relación con Regulus. Ella puede decir lo que quiera, pero no puede separarte de tu hermano. Además, si alguien le intenta hacer daño a Reg por estar contigo, sabes que cuentas con nosotros para protegerlo.

Aunque Peter y Remus tenían la mitad de su consciencia dormida, pudieron emitir un sonido de afirmación. Dejando en claro que estaban juntos en eso. Sirius sonrió, sin saber cómo agradecerles por todo lo que hacían por él. Se detuvo un momento a observarlos, los cuatro tirados en esa cama, apretados y cansados. Black podía estar allí por siempre, admirando a cada uno de ellos. Porque aquellos chicos que aparecieron en su vida, no sólo se encargaron de sanar cada una de sus heridas, sino que también le concedieron una nueva familia. Una que habían bautizado como los merodeadores.

Hasta el final - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora