La luna brillaba sobre el cielo y tras una jornada cansadora de estudio, la mayor parte de los estudiantes se encontraban ya en sus camas durmiendo. No era el caso de James, quién había estado observando el reloj, esforzándose en no dejar que sus ojos se rindieran ante el sueño. La aguja más pequeña se posó sobre las doce y Potter saltó de su cama, caminando de puntillas hasta la de Remus. Se aseguró en correr las cortinas lo más despacio posible y sacudió con delicadeza el cuerpo de su amigo.
- ¿Mmm?- murmuró Lupin, claramente sin estar del todo despierto.
- Feliz cumpleaños, Remus- le dijo, sacudiendo con suavidad el pelo castaño del otro.
- Mm mmm- contestó, todavía con los ojos cerrados y en un intento de agradecimiento.
- Ten una bonita noche- agregó, antes de depositarle un beso en la frente y volver a su cama.
Las horas pasaron, el sol empezó a ascender iluminando la habitación y Lupin fue nuevamente despertado, pero esta vez de una forma mucho más brusca y torpe.
- ¡Feliz cumpleaños!- gritaban Peter y Sirius, mientras se lanzaban sobre él.
- Mierda- se quejó Lupin, sintiendo todo su cuerpo dolorido y un malestar en su cabeza estaba apareciendo.
Remus sabía que ese sólo se trataba del comienzo. Debido a la fiesta que sus amigos organizaron usando la excusa de su cumpleaños, la mitad de Hogwarts se había enterado de que era su cumpleaños y por cada pasillo que pasaba no faltaba algún completo desconocido que lo felicitara.
Al inicio, soltaba pequeños "Gracias" y apuraba el paso. Sin embargo, para la hora del almuerzo se dispuso a evitar por completo el Gran Comedor y se refugió en su cuarto rodeado de libros. Hasta decidió ir a las clases que le faltaban usando la capa de invisibilidad de James, no soportaba tener que volver a intercambiar palabras con otras personas. Debía guardar la poca energía que le quedaba para esa noche.
Se enteró demasiado tarde que sus padres le habían mandado una carta. Tampoco es como si le importara, era idéntica a la del año anterior "Remus: Feliz cumpleaños, esperamos que esté todo bien. Te aman, mamá y papá". No había regalo, no es como si pudieran permitirse un gasto de ese estilo. Toda la fortuna de la familia Lupin había ido a los experimentos que su padre había realizado a través de los años para conseguir algún antídoto de su licantropía. Remus no dudó en arrugar la carta y tirarla.
Debía faltar una hora para la gran celebración y Lupin se había encerrado en el baño de su cuarto. Sabía que sus amigos estaban ocupados decorando toda la sala común y no lo molestarían por un rato. Aprovechó para desabotonarse la camisa, pararse frente al espejo y observar fijamente la cicatriz más profunda de todas. La mordida que marcó su vida para siempre. Remus solía ignorarla gran parte del tiempo. Sin embargo, tenía la costumbre de observarla el día de su cumpleaños.
Tenía pequeños recuerdos de su infancia, suponía que debía ser por el sufrimiento que tuvo que soportar desde corta edad al tener que transformarse en una criatura que para el mundo mágico se trataba de un monstruo asesino. Lo que sí estaba grabado en su memoria era estar con sus padres frente a un pastel y soplar con mucha emoción una vela con la forma del número cinco. Hope y Lyall lo habían abrazado de forma cálida, le gustaba pensar en eso porque nunca volvió a sentir los brazos de sus padres de esa forma. No después de que esa noche lo despertara el ruido de su ventana romperse y un gran dolor lo hiciera perder la consciencia.
Después de esa noche todo cambió. Después de esa noche no volvió a querer soplar la vela de ningún pastel.
- ¡Remus! ¿Estás aquí?- Era Sirius, con esa voz chillona que a muchos podía molestarle, pero para Lupin era adorable.
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Hasta el final - Jegulus
Hayran KurguLa vida de Regulus parecía sentenciada. Desde que nació sabía cada paso que debía seguir para conservar el honor de la familia Black. Siempre creyó que podría avanzar por ese camino a la perfección, hasta que James Potter ingresa a su vida y comienz...