¿Te ha pasado alguna vez que empiezas el día sintiéndote una extraña en tu propio cuerpo y pensando que la vida que has llevado hasta ahora era solo un papel para una película? ¿Con esa sensación de que nada es real, ni tu cuerpo? Pues esa era yo al levantarme después de la tarde del día anterior (y no sabía lo que se me iba a presentar en cinco minutos). Parecía una autómata en el cuerpo de un pez globo asustado, porque había que verme la cara. Tenía los ojos que parecía recién salida de un combate de boxeo. Las aletitas de la nariz rojas de tanto sonarme, dolor en todo el cuerpo de la maratón del día anterior y una sensación de abotargamiento tal, que pensar que aún era martes y que había que espabilar rápido para preparar los desayunos e ir al trabajo, se me hacía similar a lo que tenía que ser subir al Everest en un día de ventisca.Eran las ocho y los niños estaban desayunando mientras yo preparaba la comida. Ellos comían en el comedor del instituto pero nosotros veníamos a comer al mediodía. La imprenta donde yo trabajaba y la tienda de fotos de Óscar no quedaban muy lejos y nos daba tiempo de comer tranquilamente antes de volver al trabajo por la tarde. Bueno, por lo menos a mí, porque Óscar muchas mediodías no aparecía por casa. A veces sabía de antemano que tenía que quedarse en la tienda a trabajar y se llevaba la comida en un taper y otras me mandaba un mensaje avisándome de que no le esperase para comer. Todo un detalle.
—Mamá, ¿qué tal te encuentras hoy? ¿Se te ha pasado ya el dolor de cabeza?
—Sí, Laura, cariño. Ya estoy perfectamente, gracias. ¿Qué tal vuestro día ayer? Siento haberme perdido la cena con vosotros.
—Pues nada del otro mundo, la verdad—contestó Luca. —Ya nos han puesto fecha para los exámenes finales.
—¿Oye mamá?—preguntó Laura.— ¿Tú no podrías hablar con la directora para que el curso que viene nos den clase los tíos Sergio y Esther? ¡Es que nunca nos ha tocado con ellos!—dijo quejándose.
La sonrío con dulzura y con el volumen de mis párpados pierdo de vista momentáneamente a mis hijos.
—¿Hablar con la directora dices? Es una antipática—me callé lo de arpía para mí —. Ya hablaré con ellos directamente a ver si se puede hacer algo. Pero ahora guardaros los almuerzos en las mochilas y marchad ya, que el bus no espera.
Nos despedimos con un beso y deseándonos un feliz día cuando justo entró Óscar en la cocina a tiempo de verles salir por la puerta. Ni un beso aéreo les mandó.
—Buenos días Óscar. ¿Qué tal tu día ayer?
—Pues sin más. Otro lunes escuchando las quejas de mis padres por tener que hacerse cargo de los niños mientras tú te tomas el café con las amigas. Y la verdad es que pienso que tienen razón.
No me lo puedo creer.
No se me notaba que tenía los párpados abiertos como platos porque físicamente me era imposible y eso que me esforcé lo mío.
—¿Qué tienen razón? ¿En serio? ¿Y cuándo tú te vas fines de semana enteros a los torneos de juegos de rol no cuentan? Que yo voy a tomarme un café con mis amigas, no de fiesta.
—Pero eso es diferente, Elena. Lo mío es de vez en cuando y lo tuyo todos los lunes.
—¡Son sus abuelos, joder! ¡Que para unos abuelos que tienen de sangre! Bien felices que podrían estar de disfrutar de ellos.
—Sabes de sobra que a mis padres no les gustan los niños.
—Ya veo, ya. Pues les dices que no se preocupen más por mis lunes golfos y desmelenados. Ya hablaré con Rosa y Miguel que quieren a Luca y Laura como si fuesen sus nietos desde siempre. Descuida.
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Te sueño dormida, te sueño despierto
Romantizm¿Qué harías si de repente tuvieras sueños eróticos con tu mejor amigo? Elena y Sergio han crecido juntos y se quieren con locura, pero como hermanos. Ella está casada y ha empezado a tener sueños con él muy subidos de tono. Está muy confundida y no...