¿Y AHORA QUÉ?

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Llegué a casa todavía abochornada. Dejé a los niños que estuvieran un rato más con los amigos y en casa no había todavía ni rastro de Óscar. No podía pensar en otra cosa que no fuera lo que acababa de pasar. La canción se repetía en mi cabeza y su mirada clavada en la mía aún me provocaba hormigueo en el estómago ymás abajo. Tenía la respiración agitada y no pude resistir la tentación. Me fui a la habitación y saqué de la mesita mi vibrador, pero lo volví a guardar.

Mi conciencia empezó a discutir:

No Elena, no estaría bien.

No veo por qué no.

Porque es Sergio.

¿Y qué? Él no se va a enterar de que te hayas masturbado pensando en él.

Pero te haces daño a ti misma.

Hazlo.

¿Y si te pillas por él? Recuerda que tiene pareja. Y tú también.

Pero eso no es ser infiel a nadie.

No, pero te va a hacer más vulnerable.

¿A qué?

A tus nuevos sentimientos hacía él. Nuevos y recién nacidos solo de unos sueños.

Esos nuevos sentimientos me eran confusos. Todo estaba pasando demasiado rápido. Hacía relativamente poco que había empezado a tener esos sueños y en realidad nada tenía que haber cambiado, pero al estar con él me había sentido diferente a otras veces. Necesitaba su contacto y eso sí era real. Lo que no sabía era, si eso era porque me sentía sola frente a la decisión que rondaba mi cabeza de separarme de Óscar y Sergio me apoyaba y asesoraba incondicionalmente como siempre había hecho, o porque me atraía como el pedazo hombre que era.

Oh, venga ya hormonas inmundas. Dejad de confundirme.

¿Y si no hubieras tenido esos sueños nunca? ¿Mirarías a Sergio de la misma manera? JA, te pillé, Elena. No tienes respuesta para eso.

Sí la tengo, sí, pero no es la que me gustaría.

Me fui a la ducha con la idea de refrescarme. Me puse una lista de reproducción de Spotify y me metí bajo el chorro del agua casi fría. Pero los planetas no estaban de mi parte. Empezó a sonar la canción que hacía media hora habíamos bailado Sergio y yo. Cerré los ojos y volví a revivir el momento y, como era de esperar, tuvo el mismo efecto de excitación. Pero ya no me pregunté nada, no dudé, simplemente lo hice. Si el universo me mandaba estas señales, yo no iba a ser tan tonta de dejarlas pasar.

Bajé mis dedos acariciando mi vientre hasta llegar a mi clítoris que ya estaba duro y comencé a acariciarlo. Recordé su mirada, su boca entreabierta y el contacto de su cuerpo en el sofá. Volví a su cocina, al baile, al balanceo de nuestros cuerpos y a nuestras miradas llenas de deseo.

Mis dedos se movían cada vez más rápido. Estaba cada vez más excitada y buscaba más placer, así que me introduje dos dedos lentamente, gimiendo y saboreando el momento. Saboreando el beso que Sergio me hubiera dado en la cocina y que yo hubiera correspondido. Cada vez movía con más ganas mis dedos hacia dentro y hacia fuera y a ese ritmo iba a correrme enseguida. Ya no quería esperar más el momento. Me centré en su mirada clavada en la mía y estallé en un orgasmo brutal pensando en Sergio.

Sí, estaba empezando a sentir algo más fuerte que lo que ya sentía por él. Le deseaba y mucho. No sabía cuándo había sucedido despierta, pero era real. Necesitaba su presencia, su calor, su cuerpo, su olor, su contacto, todo su ser. Le necesitaba a él perono podía tenerlo. Yo podía separarme de Óscar, pero Sergio estaba con Sara y yo debía mantenerme al margen.

Con las cosas más claras y las hormonas aliviadas, empecé a llorar. Lloré desconsoladamente hasta acabar acurrucada en el suelo de la ducha mientras el agua casi fría, caía sobre mi cuerpo.

Conseguí reaccionar cuando empecé a temblar del tiempo que llevaba bajo el agua. Salí y me envolví en mi albornoz. Y al salir del baño me encontré con la cara seria de Óscar mirándome fijamente.

—Hola—le dije. Y pasé por su lado sin decirle nada más.

—¿Te has quedado a gusto?

—Sí, ya me he desahogado por hoy—. No sabía el tiempo que llevaba ahí. Tampoco si con su pregunta se refería a la llorera o a que me había visto masturbarme, pero me daba igual. Él ya sabía que me masturbaba. De alguna manera tenía que aliviarme mientras él no hiciese lo propio.

Me fui a la cocina dejándole allí plantado. Primero llamé a los niños para que volvieran a casa, después me senté y marqué el teléfono de Rosa. Quería ir a comer mañana lunes allí y comentarle lo de los niños. Quería avisarla con tiempo para que se organizase.

—¡Mi niña! ¿Cómo estás, preciosa?—se escuchó la voz de Rosa al otro lado de la línea.

—¡Rosa! Yo muy bien, ¿vosotros?

—Bien también, hija. Con ganas de veros a los tres.

—Pues de eso quería hablarte.

—¿Todo bien?—sonó preocupada.

—Sí, sí, tranquila. Era a ver si mañana os va bien que vaya a comer a vuestra casa. Tengo ganas de veros, que ya hace unos cuantos días que no estamos.

—¡Claro, cariño! Qué alegría me acabas de dar. Ya verás cuando se lo diga a Miguel. Te voy a poner para comer ensalada de pasta y mi pollo guisado que tanto te gusta.

—Mmmm que rico suena eso, Rosa.

—¿Los niños qué tal?

—Muy bien. Les acabo de llamar para que suban, ya sabes, andan con los amigos por ahí. Oye

—Dime. Te noto triste, Elena.

—Mañana os cuento, pero no te preocupes, estoy bien. En cuanto a los niñostú sabes que los lunes quedamos las chicas para el cafecito, ¿verdad?

—Sí, claro. ¿Quieres que estemos con ellos?

—Sí, por favor, Rosa. ¿Podéis?

—Sin problemas. Vente mañana y nos cuentas qué ha pasado.

—Muchas gracias.

—¿Qué es eso de dar las gracias? A la familia no hace falta, mi niña. Nos vemos al mediodía.

—Vale. Hasta mañana entonces, sí.

Óscar no había asomado su cara larga por la puerta, pero había silencio y sabía que me había escuchado. Ya me daba igual todo. Lo que tenía que empezar a hacer era moverme y buscar información, tal y como habíamos hablado Sergio y yo esta mañana, para no dar ningún paso en falso. Esta farsa se iba a terminar. Ni siquiera había sido capaz de preguntar qué tal los niños o de sacar el tema sobre el aviso que le di el martes pasado. Nada. Pero yo estaba abriendo los ojos muy rápido. Ya era hora.

Haber hablado con Sergio de esto me había ayudado mucho.

En cuanto a Sergioactuar como si no hubiera pasado nada sería lo mejor. De hecho, no había pasado nada, así que, problema resuelto.

Te sueño dormida, te sueño despiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora