VACACIONES

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El mes de julio fue transcurriendo entre papeleo de la imprenta, tardes de playa, alguna quedada con todos y también hubo alguna otra escapada a Aguilar. Fue un mes movido pero gratificante. Aun así, las vacaciones de agosto me iban a venir fenomenal. Las iba a aprovechar para desconectar, de lo que probablemente luego me diese más de un quebradero de cabeza.

Con Goyo tenía ya papeles firmados, pero quedaba algún cabo suelto para el que habíamos concretado cerrarlo todo el treinta de agosto, y a partir del uno de septiembre, sería empresaria. Todavía no había anunciado en el grupo la noticia de la imprenta. Quería hacerlo cuando ya estuviese todo en marcha, un día que quedásemos todos en el Singing Rooster después de vacaciones. Y también anunciaríamos la boda.

El mismo uno de agosto, mi hermano, Sofi y los cuatro niños marcharon al pueblo. Se iban para dos semanas, que nos dejaban a nosotros para disfrutar de lo que iba a ser nuestra luna de miel anticipada, ya que después de emprender yo, no íbamos a poder hacerlo. Al día siguiente, salimos rumbo a Francia. Nunca habíamos viajado en autocaravana y estábamos emocionados por la experiencia.

Paramos en San Juan de Luz y pasamos al atardecer a Biarritz. Nos enamoramos del lugar. Paseamos por sus calles, pasando también por el casino y nos sentamos a ver la puesta de sol en la playa grande. De ahí fuimos hacia el puente en el que había una pequeña virgen en su final, sobre una roca. El camino estaba sembrado de tamarises con sus suaves ramas y pequeños miradores al mar, aquí y allá, que incitaban a abrazarte y besarte sin prisas. La playa que nos enamoró fue la pequeña, desde la que se ve la roca con la virgen, iluminada por la noche. En un pequeño lateral de la playa y disimulado entre las rocas, había un pub exterior con música chill out, en el que pedimos una ración de gambas y la acompañamos con un buen vino blanco.

—Me he enamorado de este sitio, amor. ¿Y si nos quedamos mañana también y lo vemos de día? Así nos bañamos en la playa.

—Me parece estupendo. A mí también me ha gustado mucho.

Pasamos por el pequeño puerto y había pequeños restaurantes en los que se servía para cenar, pescado fresco a la brasa. Llegamos a una plaza en el centro, en la que había música en directo. Quisimos disfrutarla sentados en una de las terrazas de los cafés que allí había, pero fue imposible encontrar un sitio libre. Nos conformamos con disfrutarla un rato abrazados, para poco después, volver a la autocaravana. Nos subimos al faro a ver Biarritz de noche desde lo alto. Se veía todo iluminado y nos resultó una vista maravillosa, difícil de olvidar. La noche la pasamos en un parking para autocaravanas en Anglet.

Ya por la mañana, al despertarnos, hicimos el amor sin prisa antes de desayunar. Y sin prisa también, volvimos a Biarritz y lo disfrutamos de día. Compramos souvenirs y toallas de playa para Luca y Laura. Nos bañamos en la playa pequeña y por la tarde nos tomamos unos cócteles en el pub de la noche anterior. Diferente de día que de noche, pero enamorada igualmente del lugar.

Al día siguiente fuimos a Capbreton y paseamos por el puente que hay sobre el dique, y en el que está el pequeño faro. Nos bañamos en su playa y aunque teníamos ganas y Sergio había hecho su promesa de tener sexo en el agua conmigo, nos cortamos bastante y lo dejamos para otra ocasión sin socorristas y sin niños bañándose. No queríamos que nos expulsaran del país por escándalo público. Por la tarde visitamos Hossegor.

Una de las tardes, disfrutábamos tranquilamente fuera de la autocaravana en un camping en Las Landas, cuando empezaron a aparecer unos nubarrones negros.

—Esto no pinta bien—anuncié con cara de miedo y visiblemente nerviosa.

—Tranquila. No te vas a enterar de nada. He venido preparado por si pillábamos alguna tormenta.

Te sueño dormida, te sueño despiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora