Unos días más tarde del anuncio de Goyo y después de consultar el tema económico, le anuncié mi decisión de hacerme cargo de la empresa, noticia que recibió con gran entusiasmo por su parte.
—No te vas a arrepentir en ningún momento. Sé que la empresa queda en las mejores manos.
Me dijo que él se encargaría de todo el papeleo y dedicaba parte de la jornada a ir explicándome entresijos para que no me pillase muy descolocada. A lo largo de los días, me iba poniendo al día de todo lo que podía y se ofreció para ayudarme si fuese necesario en cualquier momento aunque él ya no estuviese. Se le vio aliviado y animado a partir de conocer mi decisión.
Y llegó el dieciocho de julio, cumpleaños de Luca, Laura y Álvaro. Ese día, al llegar del trabajo entré en casa, saludé pero no me oyeron. Yo les oía hablar y me guié por sus voces para encontrarles. Estaban los tres sentados en el suelo del balcón. Iba a saludarles de nuevo cuando Laura le hizo una pregunta a Sergio que me dejó clavada en el sitio.
—¿Y te gustaría tener un hijo con mamá?
—Me encantaría, aunque dudo que ella quiera—De piedra estaba yo en ese momento.
—Pues es una pena porque a mí me gustaría tener un hermanito o hermanita, como Naia que va a tener uno.
—Bueno, hay que pensar en mamá. Acabáis de cumplir catorce años y la puede dar pereza volver a empezar con un bebé ahora, y es normal, pero tampoco me pongo triste porque os tengo a vosotros. Ya sabéis lo que os he dicho, para mi sois mis hijos desde el día en que nacisteis.
—Yo estoy contenta de que seas nuestro padre.
—Y yo.
—Gracias, chicos. Y hablando de mamá, tiene que estar al caer.
Conseguí descongelar mi sangre y a hurtadillas retrocedí para saludarles desde la entrada como que acababa de llegar.
—¡Hola chicos! —Saludé de nuevo.
—Mira, justo acaba de llegar. ¡Hola mamá!
—¿Dónde están mis cumpleañeros?
Vinieron corriendo a abrazarme y después de las felicitaciones y besos oportunos les pregunté qué habían hecho hoy.
—Hemos preparado una tarta con Sergio y ahora nos estaba contando cosas de cuando éramos pequeños. Hablábamos de bebés.
—¡Anda, qué bien!
—Hola mi amor—Sergio me rodeó por la cintura y nos dimos un beso—¿Qué tal hoy en la imprenta?
—Pues sigo aprendiendo cosas con Goyo. Lo llevo bien, la verdad. Mmm, huele de maravilla y tengo un hambre canina.
—Pues vamos a comer, ya está todo preparado.
Estuve con la cabeza que iba y venía sobre lo que acababa de escuchar. Empezaban a salir mis voces de la conciencia y me estaba volviendo majara.
Sería precioso tener un bebé con él.
A tu edad ni de coña. Luego pareceríais los abuelos en lugar de los padres. Y qué pereza volver a empezar con todo.
No es para tanto. Mira qué ilusionados están Esther y Manu.
Y ten en cuenta que vas a empezar a llevar un gran negocio. ¿Cómo lo vas a hacer?
Ahí tienes razón. Ahora sería inviable. Habría que esperar a ver cómo va funcionando la cosa y si se podría contratar a alguien.
Sí, claro que tengo razón. Y cuanto más se tardase, más mayor te harías y peor me lo pones.
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Te sueño dormida, te sueño despierto
Romance¿Qué harías si de repente tuvieras sueños eróticos con tu mejor amigo? Elena y Sergio han crecido juntos y se quieren con locura, pero como hermanos. Ella está casada y ha empezado a tener sueños con él muy subidos de tono. Está muy confundida y no...