¡LENA!

5 0 0
                                    

Nota: Este es el último capítulo de esta historia. Espero que hayas disfrutado con ella.

—Buenos días. Puede avisar, por favor, a Sergio Rivas, es urgente.

—Sí, un momento, por favor, le aviso ahora mismo.

Unos minutos interminables después

—Lena, ¿qué pasa?—preguntó nervioso.

—El bebé, ya viene. Acabo de romper aguas.

—¡Voy! ¡Joder! ¿Me da tiempo de llegar a recogerte?

—No lo sé. Tú no corras, por favor, no vaya a ser que tengamos un susto. Yo voy a casa ahora a recoger la bolsa y te espero allí.

—Vale—sonaba atacado.

—Avisa a Esther para que coja ella a los niños al terminar las clases.

—Voy.

—Tranquilo, Sergio, por favor—Pero ya había colgado.

Fui a casa, después de dejar a Sandra en la imprenta. Las contracciones empezaban a ser cada vez más seguidas pero las soportaba bastante bien. Me di una ducha rápida y cuando estaba secándome el pelo entró Sergio corriendo.

—¡Lena!

—En el baño.

—Ay amor, que ya viene.

—Sí, enseguida veremos su carita y si es niño o niña.

—Estoy muy nervioso, joder. Me había prometido tener temple, pero ni de coña.

—¿Conduzco yo? —Me reía a carcajadas.

—No te rías, anda.

—Lo intentaré. Y tú intenta relajarte—Le di un pico—Venga, vamos, que ya estoy lista.

Iba loco con el coche sorteando y pitando a todo el que le estorbaba, o sea, a todo el tráfico de Bilbao.

—Sergio, voy a echar al bebé por la boca.

—¡¿Pero no has visto al gilipollas ese?! Se ha cruzado el muy payaso.

—Sí lo he visto, sí.

—Ves, tengo yo razón.

—Sí, pero no hace falta que insultes, ni que corras.

Conseguimos llegar al hospital y empezó a relajarse un poco cuando ya estaba con el camisón que me dieron y metida en la cama. Me monitorizaron y firmé un papel de que quería parto vaginal, con epidural, pero vaginal. Quería sentir a nuestro bebé al nacer y quería que Sergio estuviera conmigo en el parto y con otra cesárea no le iban a dejar.

—Viene de una cesárea anterior. Igual no la conviene.

—Ya lo he hablado con mi ginecólogo y me ha dicho que no hay problema. Fue hace casi dieciseis años.

Sergio me dijo que estaban todos avisados. Rosa y Miguel vinieron, pese a haberles dicho que no podían verme. Solo permitían un acompañante, pero no sé cómo se lo montaron porque se colaron a darme un beso y muchos ánimos. ¡Qué felices eran desde que estábamos juntos Sergio y yo, y ni te cuento cuando supieron que iban a ser abuelos!

Seis horas más tarde estaba ya en el paritorio. Sergio estuvo en todo momento dándome ánimos y no me soltaba la mano. Me besaba y sudaba tanto como yo. Y, unos cuantos empujones más tarde, nació nuestra pequeña.

Te sueño dormida, te sueño despiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora