UN JUEGO EXCITANTE

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Nota: Aquí tenéis un capítulo bastante largo y muy hot 😏

El jueves, Sergio se presentó en casa a la hora de comer. No me había dicho nada porque quería darme una sorpresa y ya lo creo que me la dio. Y el viernes, que ya cogía vacaciones, tampoco comía en el trabajo. Aprovechamos a ir moviendo los aparatos de gimnasia hasta la terraza para tener libre la habitación. Algunos costaron vida y media moverlos, tanto que pensé que no íbamos a poder con ello, pero al final, pudimos. Luego, con mucha pena, tuve que volver al trabajo. Estaba deseando de que llegara la semana siguiente para empezar a disfrutar de la jornada intensiva todo el mes, antes de coger las vacaciones en agosto.

Ya por la noche, en casa de nuevo, Sergio me comentó que tenía planes para hacer conmigo el viernes a la noche.

—He hecho una reserva en un sitio que me encanta, para ir mañana por la noche tú y yo.

—¿Para ir a cenar?

—No, después. Primero cenamos por ahí y luego vamos. Es un sitio en el que ponen música deep house y preparan unos cocteles alucinantes. Está en un acantilado por la zona de las playas y he reservado mi mesa favorita con vistas al mar.

—Bueno, bueno, bueno, eso promete. Ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que salí de noche. Y a un ambiente así, en la vida.

—Te va a flipar.

—¡Qué ganas!

Ya había conseguido sorprenderme de nuevo. Estaba emocionada e impaciente por salir y a un ambiente que no conocía y pintaba muy bien. Creo que desde que tuve a Luca y Laura no salía de noche por ahí, salvo a alguna fiesta en algún pueblo. Me puse nerviosa como una niña en vísperas de Reyes Magos. Sergio me miraba embelesado de verme tan contenta por salir una noche a tomar unas copas, y orgulloso de ser él, el que me llevase por ahí.

Nos acostamos e hicimos el amor despacio, saboreando cada minuto, besándonos con cariño, mirándonos y sonriéndonos y disfrutando de las caricias que nos hacíamos el uno al otro. Un placer lento que nos permitía sentirnos más unidos que nunca. Él entraba y salía de mí, con una delicadeza casi enloquecedora mientras sus caricias erizaban el vello de mi cuerpo. A él, que estaba encima de mí, mis caricias le producían el mismo efecto. Notarle con el vello en punta y saber que eran mis manos las que le estaban proporcionando esas sensaciones, hacía que me sintiese feliz. Sentía que valía como mujer y como amante y no la persona rechazada que había sido hasta entonces.

Siempre nos dábamos la buenas noches con un te quiero. Ya lo sabíamos, pero nos gustaba decírnoslo como algo que sellaba aún más nuestra relación.

El viernes lucía un sol espléndido y hacía muy buena temperatura. Me levanté contenta y empecé a preparar la comida y nuestros desayunos sin romper con mi rutina habitual desde hacía años. Sergio se levantó casi seguido y después de sobarme un poco aquí y allá, dándome los buenos días, se fue a la ducha. Desayunamos y marchamos al trabajo.

En la imprenta hubo bastante movimiento a la mañana y me vino muy bien para desconectar un poco mi cabeza de la salida de esa noche pero sobre todo de lo que se me presentaba al día siguiente recogiendo todo en casa de Óscar. Por suerte, íbamos a estar sin él en casa y estaríamos más cómodos.

De camino a casa, al mediodía, saqué el móvil por primera vez en todo el día. Tenía varios chats por leer. En el grupal concretaban quién compraba la comida y bebida para el domingo en la playa. En el grupo de las chicas, Esther comentaba que había empezado a vomitar y le daba asco todo. No soportaba abrir la nevera y le había escondido los frascos de colonia a Manu porque le daban arcadas cuando las olía. Qué pobre, la que se le venía encima durante el embarazo. Si ya de por sí, Esther era maniática y protestona, ahora, con las hormonas revueltas, vete tú a saber por lo que la iba a dar. Le veía a Manu pidiendo asilo temporalmente. La mandamos ambas, mensajes animándola. Que probablemente sería en el primer trimestre y luego dejaría de tenerlos, pero la pobre no tenía muchas esperanzas de que fuese así. En el embarazo de Naia, estuvo casi hasta el final del embarazo con vómitos. Pobre. La verdad es que tiene que ser un asco estar así. En mi embarazo tuve ratitos tontos alguna mañana puntual, pero en general, ni me enteré de que estaba embarazada. Solo por le tripón que se me puso, pero nada más.

Te sueño dormida, te sueño despiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora