El agente inmobiliario tomó nota de todo lo que le dije y quedó en llamarme el lunes o martes a más tardar para decirme el precio y enseñarme el anuncio. Le dejé las llaves para que hiciese todo después del fin de semana y así los niños no se enterarían. No me lo puso mal. Me comentaba que esa zona gustaba mucho y la demanda y los precios eran buenos, así que volví a casa animada.
Había dejado a los niños en casa estudiando con el pretexto de ir a comprar la comida. Estaban en la última semana del curso y solo les quedaba el último arreón antes de las vacaciones. Este año no podría marcharme con ellos a ningún lado, pero tenían los días que solían marchar con mi hermano y Sofi al pueblo de ella. Todos los veranos marchaban un par de semanas y la gozaban, así que me quedaba ese consuelo. Yo aprovecharía en esos días a mirar pisos como loca y les iría poniendo al día de mi búsqueda.
La tarde la pasamos bastante relajados. Ellos salieron con las bicis a buscar a sus amigos y descansar un poco. Y yo me cogí mi libro y salí al jardín con un café con hielo. Hacía una tarde agradable y quería disfrutar de aquello por última vez, pero no conseguía centrarme en la lectura. Afloraban los recuerdos vividos en esa casa y me era imposible concentrarme en la lectura.
Recordaba a nuestras madres pendientes de que no acabásemos Sergio y yo con todas las flores del jardín para intentar llenar el río con ellas. Las teníamos locas mientras mi padre y Miguel se reían a carcajadas con nuestras ocurrencias.
Un día nos subimos al frondoso avellano y estuvimos tres horas escondidos entre sus ramas viendo como se desesperaban buscándonos. Acabó viniendo a casa la guardia civil a tomar nota del suceso. La que nos cayó cuando bajamos fue gorda, pero no nos importaba. Nos mirábamos de reojo aguantando la risa. Liábamos una detrás de otra.
Otro día nos presentamos con una caja de cartón con una gata y su gatitos recién nacidos. Les pusimos en un rincón del jardín y acabamos con las reservas de leche y pan. Ese año acabamos con picaduras de pulga hasta en el culo.
También recordaba la primera vez que volví después de haber fallecido mis padres. Aún duele recordarlo.
Tocaba pasar página a este capítulo de la vida. Siempre me quedarían los recuerdos vivos en mi cabeza. Hay que asumir los cambios que se nos presenten y seguir adelante pase lo que pase.
Ya en la cama decidí preguntarle a Sergio a ver qué tal su noche y si había estado más tranquilo por el día, pero como tardaba en contestar me quedé dormida.
Está con Sara. Que aproveche a disfrutar y relajarse.
Sergio
Esta noche había dormido muy bien y me había levantado de buen humor. Lena tenía razón, debía relajarme un poco. No debía dejar que me afectara tanto, así que me acosté más tranquilo. Además, la noté relajada y muy segura y me calmó mucho escucharla. Es una mujer fuerte. La cuesta tomar decisiones, pero una vez que lo hace no hay quien la pare y siempre tiene una nota de humor para cada situación por complicada que sea. Es única.
No había soñado con ella. ¿Sería que mi subconsciente ya se había relajado? No lo sé, pero no podía quitarme de la cabeza el final de los sueños en los que hacíamos el amor. Me tenían atontado todo el día yalgo más.
Hoy Sara se queda a dormir. Nos vamos a tomar unas copas después de cenar. Y luego para casa.
—Hoy estoy tontorrona. Hace días que no me cabalgas—me dijo y tenía razón.
Llevaba toda la semana con la cabeza en Lena. Siempre la tenía, sí, pero esta semana estaba realmente afectado por todo lo que no había vivido y sentido de parte de un hombre.
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Te sueño dormida, te sueño despierto
Romance¿Qué harías si de repente tuvieras sueños eróticos con tu mejor amigo? Elena y Sergio han crecido juntos y se quieren con locura, pero como hermanos. Ella está casada y ha empezado a tener sueños con él muy subidos de tono. Está muy confundida y no...