SORPRESAS QUE DA LA VIDA

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Cuando marché al trabajo, los niños no se habían despertado aun. Sergio sí. Se levantaba conmigo y desayunábamos juntos. Decía que si no, iban a ser muchas horas sin verme. Para comérselo. También me dijo que me descuidara de la comida porque él se encargaba de todo. Para comérselo enterito a besos.

No pensé que yo llegaría a vivir algún día así en pareja. Soñarlo despierta, millones de veces, pero de ahí a que llegase a ser real había un trecho. Y lo que menos me imaginaba es que yo acabara compartiendo así mi vida con Sergio. A veces me seguía preguntando si me hubiera llegado a enamorar de él si no hubiera tenido los sueños. Igual solo me lo negaba a mí misma, porque reconozco que cuando quedábamos, yo le miraba y flipaba de lo bueno que estaba, pero nunca me había permitido fantasear con él. Era tabú. Siempre me colmaba de atenciones y me encantaba, pero lo veía o lo quería ver, como un hábito de siempre. Cariño de toda la vida que no podía llegar a nada más. El caso es que estaba con él y era maravilloso.

De camino a la imprenta saludé a Rocío que estaba cambiando el escaparate. Estaba deseando de salir al mediodía para ver que había de nuevo. Tenía verdaderas preciosidades y ahora sí tenían sentido en mi vida.

En el trabajo vi a Goyo preocupado y pensativo. No quise abordarle desde primera hora, pero algo le tenía realmente preocupado. A media mañana fue él quien vino a contármelo. La pensativa luego fui yo.

—Elena, tengo que hablar contigo.

—Dime, Goyo.

—Me jubilo a finales de este año.

—¿Ya? ¿Tan pronto? Sabía que no andaría lejos pero no pensé que sería tan pronto—Estaba empezando a asustarme.

—En concreto a primeros de diciembre, pero mi mujer quiere irse ya a vivir al pueblo y quiere que lo adelante.

—Ay madre.

—A ver, no te asustes. Espera que te cuente todo.

—Uf, vale.

—Mis hijos no quieren saber nada del negocio. Mi hija vive en Madrid y mi hijo tiene bastante con su negocio. No es un negocio millonario y menos con las nuevas tecnologías que están acabando con partes de este sector, pero todavía funciona muy bien y me daría mucha pena que la imprenta se cerrase. Tú llevas aquí desde que acabaste los estudios y conoces el funcionamiento perfectamente. Tienes un montón de ideas que seguro harán que esto siga adelante y creo que eres la mejor candidata para hacerse cargo de la empresa.

Yo estaba muda y con la boca abierta, además de con tembleque en todo el cuerpo.

—Siento decírtelo así tan de repente y ponerte tan nerviosa, pero había pensado en no volver después de las vacaciones de agosto. Yo arreglaría lo mío hasta la fecha de mi jubilación, pero en septiembre ya no abriría.

—Ay, Goyo.

—Mira, en esta carpeta tengo todas las cuentas preparadas para que las veas detenidamente. También está el coste del negocio. He procurado ajustarte el precio lo más que he podido para que puedas hacerte cargo. Yo llevo aquí muchos años y estoy ya muy cansado, pero tú tienes toda la vida por delante y conocimientos más que de sobra para mantenerla con éxito—hablaba triste y cansado—. De no querer o poder coger el negocio, hablaría con un amigo a ver si puede contratarte en impresión de prensa, pero los horarios serían por las noches y fines de semana, claro. Piénsatelo. Tienes tiempo. Y ya me dirás.

—Goyo, que mal cuerpo me has dejado. No me esperaba esto.

—Tarde o temprano tenía que llegar.

Te sueño dormida, te sueño despiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora