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4 AÑOS

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4 AÑOS.

Dos niños, solamente eramos dos pequeños niños cuando el pueblo nos miraban curiosos, siempre os miraban así cuando salíamos, siempre con gente curiosa mientras caminábamos, mi hermano Carlos tomando la mano de mi madre, caminando como si nada pasara, como si estuviera, naturalmente acostumbrado a esas miradas graciosas que la gente solía echarnos, mientras yo caminaba un par de pasos atrás, mirando a todos los que me miraban con la misma curiosidad, siempre distrayéndome al caminar.

Siempre con los mismos colores que nos distinguían, el rojo, yo naranjas, siempre jugando entre nosotros, becando la manera de hacer que las personas se confundieran, siempre buscando quien seria la persona que acertara sobre quien era quien cada vez que nos despejábamos de nuestras ruanas, sin tener mucho éxito, si había gente que de vez en cuando acertaba, unos al ponernos mas atención que otros, pues según la gente, el cabello de Carlos solía ser un poco mas pesado mientras el mio solía tener mas cuerpo, en ese entones no entendía bien a que se referían, porque para mis ojos, eramos completamente iguales.

Aquella tarde cuando caminábamos de la mano de nuestra madre, listos solo para sentarnos sobre el pasto y mirar como es que el sol salia, como de depende el agua caía sobre la cosecha fue que la vimos, que la conocimos.

Una niña de cabello enmarañado, lacio y enmarañado, incontrolable, con ese vestido de color rosa pastel manchado por el lodo al igual que sus zapatos, riendo sola, jugando sola.

Mi hermano, quien en ese momento, y desde que tengo memoria siempre fue muy reservado, pocas veces se acercaba a la gente con curiosidad como lo había hecho con ella, dejándome atrás, dejándome solo, sentado bajo un árbol con una arepa en la mano.

No sabia a donde se había ido, y tampoco es como si me importara mucho, yo estaba feliz con ese pedazo de arepa que comía con gusto.

—Y el es mi hermano, se llama Camilo—. Pude escuchar a mi hermano pronunciar mi nombre, llevando a la niña que nos miraba curiosa, niña que era arrastrada por mi hermano quien daba tirones a su vestido para que la siguiera, desde niño la falta de tacto se hacia presente.

Aquella niña que me miraba a mi y luego a mi hermano, intercaladamente, como si le mareara lo que estaba viendo, incrédula y también inocente.

—Somos gemelos—. Dije después de pasar la comida que tenia en la boca —Todos dicen que somos exactamente iguales.

—No creo—. Respondió la niña, acercándose a mi para mirarme de todos lados, tocando mi rostro, levantando mi cabello y mirando mis ojos, así como lo hacia con mi hermano, quien parecía incomodo por eso —¿Te sientes bien? Tu cara esta roja...

—Si, si lo estoy, solo que no me gusta que me toquen—. La voz de Carlos parecía llena de reproche apartando la mano de esa niña de su cara, sosteniéndola unos minutos.

—El —. Hablo señalándome, soltando la mano de mi hermano para acariciar mi cabello —Su cabello es mas espinosito, y sus ojos son bonitos, y tu —. Hablo ahora sosteniendo las mejillas de mi hermano —Tus ojos son curiosos, tu cabello no es taaaannn esponjocito, parece que estas enojado, y tus mejillas son rojas, me gusta el rojo.

En cada palabra que decía esa niña parecía que mi hermano cambiaba de parecer, primero se veía molesto, y después no, se veía nervioso y después tranquilo.

—Mi nombre es Camilo ¿Cual es tu nombre?

La risa, ella soltó una risa graciosa, quedándose entre los dos Ya lo se, tu hermano me lo dijo, yo me llamo ___, mis papás trabajan en una panadería que esta cerca de aquí, s quieren podemos ir por un pan.

—¡SI!
—NO—. Respondió mi hermano al unisono, deteniéndome por la ruana para evitar que fuera corriendo con la niña llena de lodo —Mamá nos dijo que no nos moviéramos de aquí.

Pensar, pensar y pensar, estaba desanimado, cayo, yo quería un pan, uno dulce, que, ahora por culpa de Carlos no podria comer, mientras que la niña corría a no saber que dirección.

Dejándonos aburridos, sin nada mejor que hacer que hacer dibujos sobre la tierra con una vara.

—Es bonita—. Dije intentando hacer que mi hermano hablara un poco mas para no aburrirme, siempre estar con el significaba estar en silencio, estar en aburrimiento total.

—Estaba llena de lodo.

—Estaba jugando.

—Me toco la cara con lodo en las manos, mamá se va a enojar.

 —¿Jugamos?

—No, quiero estar aquí y esperar.

—¿Esperar?

—Ella va a regresar.

No le dije nada mas, solo me quede esperando, inquieto, caminando al rededor del árbol, jugando con la tierra, haciendo dibujos, subiendo al árbol y bajando hojas del árbol, minutos llenos de aburrimiento, escuchando la risa de mi mamá, seguramente mi padre le estaba contando algo gracioso.

Minutos pasaron cuando la niña volvió, con una bolsa y ropa limpia, el cabello un poco menos enmarañado y un moñito naranja con rojo, se veía alegre, se veía feliz, dentro de la bolsa tres panes, que entrego uno a cada uno, sentándose entre los dos, dedicándonos una sonrisa antes de comenzar a comer su pan.

—¿Tienes amigos?—. Pregunto mi hermano sacudiendo su cabello

—No, bueno si, el perrito de mi casa es mi amigo.

—Puedo ser tu amigo—. Dije tomando su mejilla.

Mi madre que nos miraba de lejos con una sonrisa se veía complacida, se veía feliz.

Fue algo, fugaz, algo repentino, rápido, pero con un pan, ese había sido el inicio de todo, había sido el inicio de una amistad singular.

Fue algo, fugaz, algo repentino, rápido, pero con un pan, ese había sido el inicio de todo, había sido el inicio de una amistad singular

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Heart's Puppeteers (CXCXT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora